Frankenstein de Bernard Rose
El Festival Internacional de Cine Fantástico de Cataluña, que arranca hoy en Sitges, nos trae una avalancha de autores, en el más estricto sentido del término, además de una clara apuesta por el terror, que no decepcionará a quienes todavía buscan en el miedo la emoción estética definitiva.
Autores no faltarán en este Sitges 2015. Oliver Stone recibirá el Gran Premio Honorífico, no solo rememorando sus inicios con filmes de terror como Seizure (1974) y La mano (1981), sino quizá todavía más por los componentes alucinados y grotescos de títulos como JFK y Nixon -la conspiranoia hecha cine-, Asesinos natos (1994) o Alejandro Magno (2004). Entre quienes recibirán el premio Máquina del Tiempo, en reconocimiento a su carrera, encontramos a Nicolas Winding Refn, cuya filmografía ha seguido Sitges atentamente y que, antes y después de la sobrevalorada Drive (2011), nos ha dado obras netamente fantásticas a la par que formalmente radicales como Valhalla Rising (2009) y Sólo Dios perdona (2013). O a Sion Sono, uno de los autores nipones más personales y sorprendentes, a la altura de Kitano o Miike, con títulos como Cold Fish (2010) o Tokyo Tribe (2014), que llevan al terreno del delirio personal elementos del cine de horror y de ciencia ficción. Más autor todavía si cabe, recibirá el premio también Andrzej Zulawski, director de obras maestras inclasificables como Lo importante es amar (1975) o La posesión (1981), clásico indiscutible del fantastique, de quien se verá su nuevo filme: Cosmos, basado en novela de Gombrowicz... ¿Se puede pedir más cine de autor?
Goddess of Love de Jon Knautz
Pedid y se os dará: Le tout nouveau testament, comedia sacrílega de Jaco Van Dormael; Journey to the Shore, fantasía romántica del inquietante Kiyoshi Kurosawa; High-Rise, adaptación de Ballard a manos del británico Ben Wheatley; Life de Anton Corbijn o, rizando el rizo autoral, la polémica Love del imprevisible Gaspar Noé: porno de autor en 3-D, para dejar de piedra a los espectadores más tradicionalistas del festival. Al fin y al cabo, el sexo siempre es fantástico.Pero que nadie se asuste. Si algo no faltará en esta edición es, precisamente, miedo. Según el propio Ángel Sala, miedo sin concesiones ni excusas. Pese a la presencia inevitable (y bienvenida), de un puñado de comedias de terror como The Final Girls de Todd Strauss-Schulson, parece evidente el retorno a un cine de horror asustante, que busca ciertas señas de identidad clásicas, a la vez que se plantea en términos cinematográficos totalmente contemporáneos. Es el caso de la película de inauguración, The Witch, primer largometraje de Robert Eggers, fan de Poe de quien se rumorea podría dirigir el nuevo Nosferatu, que sitúa su película en la Nueva Inglaterra del siglo XVII, en plena fiebre de la brujería. Por el contrario, el retorno al género de Bernard Rose, autor de clásicos de culto como La casa de papel (1988) o Candyman (1992), es una adaptación de Frankenstein ambientada en Los Angeles. Curioso contraste entre la recuperación moderna de un escenario gótico clásico y la apropiación contemporánea de un clásico gótico. También en la gélida Nueva Inglaterra, pero de hoy, se desarrolla We Are Still Here, historia de casa encantada dirigida por Ted Geoghegan, que recupera a la añorada Barbara Crampton.
La infancia de un psicópata
The Witch de Robert Eggers