Imagen del Episodio VII: El despertar de la Fuerza
Ha llegado el momento de la verdad: el 18 de diciembre renace del polvo estelar la saga de Star Wars, ahora en manos de Disney, con el Episodio VII, el despertar de la Fuerza. El encargado de su resurrección será J. J. Abrams, que ya reconstruyera desde sus cenizas la fascinación por Star Trek y Misión Imposible. ¿Conseguirá el creador de Perdidos recuperar la magia?
Muchas cosas han cambiado desde el día ya lejano, muy lejano, en que una película llamada entonces en castizo castellano La guerra de las galaxias irrumpiera en nuestro universo para cambiarlo por completo, poniéndolo boca abajo: lo que eran historias de serie B, fantasías de ciencia ficción para niños y adolescentes, rodadas casi siempre con bajo presupuesto y estrellas en decadencia, se convirtieron de repente en superproducciones millonarias, con repartos de lujo y destinadas a un público adulto... o, mejor dicho, eternamente adolescente. Es en la galaxia Lucas, expandida en imparable Big Bang por Spielberg, Michael Bay o la Disney, entre otros monstruos de Hollywood, donde vivimos y morimos hoy los espectadores, viernes tras viernes.
En el transcurso de los últimos cuarenta años desde el éxito premonitorio y performativo de la primera Star Wars el imperio galáctico imaginado por Lucas ha conocido su auge, decadencia y caída, como todos los imperios que en el mundo han sido. Cuando al borde del nuevo milenio, allá por 1999, Lucas se decidió a volver a la saga como director, con Star Wars. Episodio I: La amenaza fantasma, el resultado no pudo ser más desalentador para muchos espectadores y fans. Abundando en la infantilización excesiva que ya arruinara la mitad final de El retorno del Jedi y abusando de la nueva tecnología digital (incluyendo cierto alienígena empeñado en ganarse el odio de todos, llamado Jar Jar Binks), Lucas estuvo a punto de acabar con las ilusiones de incontables freaks que esperaban la nueva trilogía con ansia. Por supuesto, los episodios siguientes, aunque lejos de la energía, pureza y brillantez de las dos justamente míticas primeras entregas del ciclo, no podían ser peores, y los incombustibles fans salvaron por los pelos la galaxia del colapso, con benevolencia propia de creyentes que no abandonan fácilmente su fe. Por otro lado, tanto el Canon como el Universo Expandido de Star Wars, a través de novelas, cómics, merchandising, videojuegos y series de animación como Star Wars: The Clone Wars, no solo rellenaban los huecos entre los sucesos de los diferentes filmes con nuevos personajes y aventuras, sino también los bolsillos de la compañía dirigida por Lucas. Pese a lo cual, estaba claro que en pantalla grande la marca Star Wars, enfrentada a otros fenómenos como los superhéroes Marvel y D. C., la Tierra Media según Jackson, Harry Potter o las distopías juveniles estilo Los juegos del hambre, quedaba fuera de juego. Salvo que un nuevo mesías viniera a salvarla.
El elegido
Han Solo y Chewbacca regresan a la saga en el Episodio VII
Tras haber planeado durante más de un año su retorno a la saga, escribiendo varios tratamientos de guión para su Episodio VII, George Lucas, en un movimiento inesperado, vendió Lucasfilm a Disney a finales de 2012 y, con ella, la franquicia Star Wars. Su nueva cabeza visible, Kathleen Kennedy, tras hacer limpieza en el hogar, clausurando las series de animación en marcha, comenzaría la búsqueda del hombre (o superhombre) capaz de reconstruir la galaxia a partir de la vieja trilogía y dejando de lado cualquier proyecto relacionado con las precuelas. La idea es producir un filme de Star Wars al año, alternando los tres episodios restantes con spin-offs de personajes como Han Solo. Pero todo este ambicioso plan de expansión galáctica depende de una sola cosa: el éxito de la primera parte de la nueva trilogía. Había que encontrar un director digno de la empresa.Matthew Vaughn, Zack Snyder, Joss Whedon, Brad Bird, Guillermo del Toro, Steven Spielberg, Christopher Nolan, James Cameron y Rian Johnson eran solo algunos de los nombres en la lista de candidatos, haciendo babear o suspirar a los fans. Pero los ojos de Kathleen Kennedy estaban puestos en J. J. Abrams, el hombre que ha resucitado Star Trek y Misión imposible, que conquistara la pequeña pantalla con series de culto como Alias y Perdidos, considerado uno de los más brillantes talentos del nuevo Hollywood, no solo como director sino también como productor y guionista. Abrams dijo que jamás dirigirá un episodio de Star Wars... Pero esto es Hollywod: tras más de un mes de reuniones con Kathleen Kennedy, Abrams se convirtió finalmente en el primer director en participar tanto en la franquicia de Star Trek como en la de Star Wars. Él es el Elegido. El mesías capaz de conciliar a trekkies y starwarians. El superhéroe hollywoodiense predestinado a reconstruir la galaxia cinemática.
El plan
Una imagen de la nueva entrega de Star Wars
La historia, a juzgar por lo que ese velo de secretismo absoluto impuesto por la Disney, que ya empieza a retirarse, nos permite atisbar, parece en más de un sentido una suerte de remake de La guerra de las galaxias, con algunos toques de oscuridad y ambigüedad al estilo de El Imperio contraataca. El plan es, pues, recuperar el futuro pasado, ya que como afirma el cámara Dan Mindel, director de fotografía del filme y colaborador habitual de Abrams: "Hemos vuelto la vista hacia lo que hicieron los primeros filmes de Star Wars; usaron localizaciones reales con efectos especiales. Así que hemos encontrado algunas localizaciones realmente fantásticas y hemos acabado usando hasta la última de las herramientas de nuestra caja de utensilios". Se trata de ‘reencantar' la galaxia tras el desencanto de muchos fans. Un ferviente Abrams declara: "Quiero que la gente se emocione, que vuelva a creer en el poder del mundo que George Lucas imaginó. Que crean en el poder de la Fuerza".
El lado oscuro
Una imagen de la nueva entrega de Star Wars
Que El despertar de la Fuerza sea también el despertar de la saga galáctica creada por George Lucas en 1976 depende, por supuesto, de que el plan de Abrams funcione. Y no hay que olvidar que los planes de J. J. no siempre funcionan. La jugada nostálgica por el cine fantástico familiar de los años 80 le jugó ya una mala pasada con Super 8, producida por el mismísimo Spielberg y empeñada en recuperar el aura de filmes como E.T., el extraterrestre, Los Goonies o Cuenta conmigo sin conseguirlo y, peor aún, convirtiéndose en un fiasco en taquilla. Tampoco el esperado episodio final de Perdidos se cuenta precisamente entre los logros de su creador, que a veces parece perderse en sus propias ambiciones por renovar o trascender el género. Si sorprendió por su convincente tratamiento del universo trekkie con su reinvención de Star Trek, decepcionó con su deslizamiento al dramatismo impostado en la muy inferior Star Trek: en la oscuridad. Abrams, como muchos de sus colegas en el nuevo Hollywood del blockbuster y la serie B 'reificada' en producto de lujo, lleva en el pecado la penitencia, y a menudo su conocimiento y comprensión del género y el medio en que se mueve, sus ideas ingeniosas a la hora de reinventar personajes e historias, se ven traicionados por una nostalgia facilona, un psicologismo barato y un dramatismo televisivo, que lastra y alarga el timing de situaciones y tramas hasta el hastío.La suerte está echada. J.J. Abrams ha resucitado Star Wars para celebrar unas Navidades galácticas con belenes alienígenas y villancicos de música jedi. El único que se ha quedado sin fiesta es George Lucas, apartado por completo del proyecto y cuyas ideas han sido eliminadas del filme. Hasta luego Lucas... y que la Fuerza te acompañe.