Los directores José Corbacho y Juan Cruz

José Corbacho y Juan Cruz regresan juntos tras la cámara con Incidencias, una comedia coral sobre un grupo de viajeros de tren que una noche de Fin de Año se quedan parados en medio de la nada, que satiriza la sociedad actual.

Después de ganar el Goya a la mejor dirección novel hace dos años por Tapas, José Corbacho y Juan Cruz regresan juntos tras la cámara con Incidencias, de nuevo una comedia coral aunque de cariz muy distinto. Si en aquel filme los cineastas retrataban un barrio obrero de Barcelona, en esta ocasión se trata de un grupo de viajeros del AVE de Sants a Madrid una noche de Fin de Año en la que se quedan parados en medio de la nada sin que se prevea ninguna solución. Dicen que lo primero que se acaba cuando hay una avería en un tren es el alcohol, después la comida y finalmente los buenos modales. Y en el caso de estos sufridos viajeros, desde luego pierden los tres. Con un reparto "all stars" del que forman parte Lola Dueñas, Ernesto Alterio, Toni Acosta, Aida Folch, Rubén Ochandiano o Carlos Areces, los directores nos proponen una sátira sobre la neurosis contemporánea a partir de unos personajes caricaturescos y extremos que sirven como ejemplo de algunas de las derivas menos edificantes como el racismo, el clasismo o la corrupción política.



"Son películas muy diferentes", nos explica Cruz, "Tapas era un retrato más contenido de una realidad que nos resultaba muy cercana. Hay gente que dijo que estaba exagerado pero no estábamos muy lejos de la realidad. Aquí sí hay una apuesta clara por la sátira pura y dura y aunque nos seguimos riendo de las pequeñas miserias de cada uno el tono es muy distinto. Queremos beber de Azcona o Berlanga para hacer uno de esos grandes frescos sociales. Partimos de estereotipos para mostrar esa lucha entre la estupidez y el sentido común que nos define como humanos".



Todos, o casi, todos los males de la España de hoy aparecen en la película. Alterio es un político corrupto con un maletín lleno de billetes, Dueñas su aguerrida secretaria, Ochandiano interpreta a un profesor de estética con una suerte de racismo perverso e ilustado y Folch da vida a esa esforzada empleada que mantiene la cordura mientras todos enloquecen y hay un catalán hipster que se cree más listo que los demás. Y en este batiburrilo, aparece un árabe de aspecto perfectamente pacífico y civilizado que genera un pánico insensato en el resto de pasajeros o una pareja de pijos madrileños idiotizados.



"Esta no es la primera película sobre unos pasajeros encerrados en un tren o un avión. Es una excusa perfecta para juntar a un montón de gente e ir descubriendo lo que esconde todo el mundo. A partir de aquí hay una deformación, nos gusta mucho Valle Inclán, colocar un espejo que refleje todas las paranoias que escondemos", explica Corbacho. "Una de las cosas que más nos ha sorprendido es que han visto la película en Francia o Alemania. Al final, hay ciertas cosas que creemos que son muy nuestras pero pertenecen a toda Europa. Esa figura del político con el maletín se ha dado en todo el continente".



Un momento del rodaje de la película

Varados en Los Monegros, los cineastas se sirven del AVE, emblema de la modernidad española, para mostrar el lado oscuro de una clase acomodada que casi vive atrincherada en sus prejuicios introduciendo elementos puramente berlanguianos como ese abuelo que fallece al poco de partir. La película está basada en un guión de Jaime Bartolomé que llegó a manos de los cineastas después de que los comprara la productora. "Nos gustaba mucho la premisa", explica Corbacho, "pero tenía un tono más de thriller. Nosotros queríamos llevarlo más al terreno de la comedia que nos parece un lugar fantástico para hablar de temas serios. Es una película que se va volviendo muy negra".



El elemento más inquietante es ese pobre árabe que se ve acosado por los enloquecidos pasajeros. "El personaje de Toni Acosta es una alcohólica pero es la única que mantiene una cierta lucidez", dice Cruz. Vemos esa faceta inquisidora que le sale a mucha gente cuando piensa que está pagando y tiene derecho a todo. En este caso, incluso tomarse la justicia por su mano. Lo que sucede en la película pasó hace dos semanas en el metro de Barcelona por culpa de una mochila. El terrorismo ha generado una enorme paranoia en todo Occidente".



Todo ello contado a modo de flashback a modo de falso documental en el que los protagonistas del desgraciado suceso deforman la realidad. "Jugamos con el contraste entre lo que somos y lo que decimos que somos, entre la parte pública y la parte privada", dice Cruz. "Vemos un racismo que se viste de civilizado como en el caso del personaje de Ochandiano", añade Corbacho, "justifica el prejuicio desde una perspectiva racional y con argumentos eruditos. El mal adopta muchos rostros. Ese AVE tan moderno contrasta igualmente con nuestro ser más primitivo, avanzamos tecnológicamente pero hay cosas que están en nuestro ADN".