Charlie Kaufman junto al animador Duke Johnson
El director estrena Anomalisa, su trabajo más humano, protagonizado por muñecos de silicona.
Pregunta.-El cine estadounidense actual pocas veces trata las cuitas del ciudadano medio y un tanto gris, es un personaje que vemos de manera mucho más frecuente en la literatura de Don DeLillo o incluso Jonathan Franzen. ¿Fue la literatura un referente?
Charlie Kaufman .- Me gusta la comparación. Las películas actuales suelen ser superproducciones que quieren atraer a la gente con crímenes, efectos especiales y explosiones. Yo quiero hablar de lo que le pasa a la gente corriente por dentro y eso quizás no es tan típico del cine. Eso sobre todo tiene que ver con Don De Lillo.
Duke Johnson - Cuando presentábamos el proyecto nos preguntaban por qué debe ser animada. Es una buena pregunta pero cuando lo dicen es porque existe esta idea de que en animación se deben hacer las cosas que solo tienen sentido en animación, como alguien a quien le dan un martillazo y sigue vivo. Nosotros creemos que la animación también es un medio para explorar la experiencia humana.
P.- Vemos el rostro más amargo del bienestar occidental, el hombre que lo tiene todo: éxito profesional, una familia, una buena calidad de vida... pero al mismo tiempo no es feliz. ¿Querían hablar del angst contemporáneo?
D.J.- Es una persona a la que le cuesta darse cuenta de la existencia de otras personas. No sé si eso es exclusivo de nuestro tiempo porque solo conozco este pero desde luego hoy en día hay una incapacidad de conectar y el personaje sufre por ello. Lo que queremos es explorar lo que le sucede a ese hombre a lo largo de esa noche, no hacer una evaluación cultural. Al mismo tiempo, creo que una situación como ésta no es inusual.
C.K.- No me gusta decir "de esto va" o "esto significa". Cada uno lo verá de una manera distinta según lo que lleva en su propia mochila. La película es una exploración de su psique y un reflejo de una experiencia concreta, queremos que el espectador vea el mundo a través de los ojos del protagonista.
Una imagen de Anomalisa protagonizada por muñecos de silicona
P.- ¿Querían reflejar la sempiterna crisis de la media edad?D.J.- Es una crisis que es mas grande que la media edad. Espero que sea más universal.
P.- Llama mucho la atención la escena de sexo entre las marionetas. ¿Querían ser revolucionaros?
D.J.- No se trataba de ser revolucionarios. Había una dificultad obvia en esa escena y por eso era importante que la experiencia se percibiera de una manera auténtica, que surgiera de una manera orgánica. Tenía que estar lleno de alma, muy específico y también un poco raro, todas esas cosas. En cierto punto sí nos dimos cuenta de que estábamos rompiendo el esquema habitual y haciendo algo que no habíamos visto pero no fue algo que buscáramos.
C.K.- Era arriesgado porque la simple idea de unas marionetas practicando el sexo puede parecer cómica.
P.- El protagonista podría verse como alguien siniestro: primero trata de localizar a una ex novia a la que trató mal y después comete adulterio con una mujer soltera que le admira y que está muy por debajo de él en la escala social. ¿Qué opinión les merece?
C.K.- No creo que abuse de Lisa, creo que se enamora de Lisa. Hay un momento en el que siente conexión con ella. Creo que es una persona desesperada, está asustado por sus circunstancias y sus soledades. Busca a su ex porque trata de entender qué ha pasado allí. Es un hombre roto que busca respuestas. No se trata de si resulta o no simpático, lo veo como un hombre desesperado.
D.J.- No entramos a valorar la moralidad de ese adulterio. Lo importante es que el espectador pueda verse reflejado en esa experiencia y en sus sentimientos.
P.- Siendo una película de marionetas hiperrealista, el momento más extraño surge con la pesadilla. ¿Cómo lo trabajaron?
C. K.- Tenía que ser algo que primero pudiera ser entendido solo con palabras, que pudieras imaginarte. Pensamos cómo podría ser esa habitación gigantesca y allí surge esa pecera. Dentro, colocamos a un pez con un "aire irlandés". ¿Cómo es un pez con un aire irlándés? Estábamos pensando en algo que pudiera sonar divertido solo con palabras. Siempre me han gustado mucho los sueños.
P.- Reflejan en todo momento lugares impolutos pero impersonales que podrían ser los mismos casi en cualquier ciudad del mundo. ¿Querían hablar de la vulgaridad de lo común?
C. K.- Queríamos que la habitación de hotel pareciera cualquier habitación de hotel y el bar cualquier bar. Estábamos explorando esa sensación de no lugar. Quizá vulgaridad es una buena manera de ponerlo.
@juansarda