José Skaf

El director debuta en el largometraje con Vulcania, película que nos traslada a una realidad paralela situada en un poblado industrial aislado del mundo y dominado por puño de hierro por una familia, patronos y casi dueños de sus habitantes.

El género fantástico ha sido poco transitado por el cine español y se estrena Vulcania como una rareza a celebrar en la cinematografía patria. Dirigida por el debutante en el largometraje José Skaf (Buenos Aires, 1978), ganador de un Goya por su cortometraje documental Regreso a Viridiana, la película nos traslada a una realidad paralela situada en un poblado industrial aislado del mundo y dominado por puño de hierro por una familia, patronos y casi dueños de sus habitantes. Persuadidos de que si se escapan del pueblo y cruzan "la frontera" morirán asesinados por un difuso enemigo, todos se mantienen sometidos hasta que dos personajes comienzan a plantearse preguntas cuando sus familiares fallecen tratando precisamente de derribar esos muros. El protagonista (Miguel Fernández) descubrirá además que posee dones supernaturales, lo cual podría ser una maldición pero también una forma de liberación. José Sacristán como guía de los obreros (representando a los opresores) y Marián Alvárez, Ana Wagener o Francesc Pagès completan el reparto de este filme enigmático que apuesta por el género sin evitar las numerosas lecturas políticas relacionadas con la actualidad que su universo plantea.



Pregunta.- La idea de unos seres recluidos y engañados por sus superiores recuerda de entrada a El bosque de Shyamalan. ¿Fue un referente?

Respuesta.- Cuando hacíamos la película El bosque nunca fue una referencia directa. Una vez vista, los paralelismos son muy obvios. Pero nos gusta pensar que lo que las hace parecidas, el hecho de que estén encerrados en un sitio y no saben de la existencia del exterior, no es lo principal. Por supuesto a mí me encanta Shyamalan pero en el caso de El bosque los mayores tienen una agenda muy clara. En este caso es gente que se mueve por el poder y muy convencida de su superioridad. Creen que es mejor que la gente produzca para ellos y de esta manera les están haciendo un favor. En El bosque se encierran para no padecer los males del mundo. En nuestro caso es gente que lo hace convencida de que la mejor opción es estar sometidos a ellos.



P.- ¿Cree que puede entenderse como una película política?

R.- Otro de los puntos más importantes es que no hay ninguna intención de crítica social ni hay un mensaje político. Es importante el tema de la tradición como elemento para mantener a la gente contenta y a raya. Esa tradición que viene acompañada del miedo y que hace que la gente no piense demasiado.



P.- No hay crítica social ni mensaje político, ¿pero sí una alegoría sobre la realidad?

R.- Lo que vemos era una realidad en la zona donde rodamos la película. Había muchos pueblos en esa zona de Cataluña que se construían alrededor de una fábrica. Los patronos les vendían una seguridad. Y los propios padres hacían lo que podían para que sus hijos no se fueran porque preferían esa seguridad a la posibilidad de un futuro mejor. Esa dicotomía entre seguridad y libertad es interesante como concepto. No hace falta irse al siglo XIX. Muchas veces caes en una dinámica en la que estás cómodo en un sitio y no te planteas que estás haciendo. Eres una persona joven, podrías cambiar y podrías disfrutar de algo más. La mayoría optamos por la seguridad que por la libertad, preferimos perder libertades a la seguridad. La idea del miedo es fundamental. Te dicen: "Aquí lo tienes todo. ¿Por qué necesitas más?". Curiosamente, los que te dicen eso, son los que más tienen.



P.- En ese entorno de mediocridad, el talento sobrenatural del protagonista surge casi como una maldición...

R.- Cuando hablábamos del personaje con Miquel (Fernández, el actor) eso siempre estuvo muy claro. Era importante que el poder fuese algo secundario y que al mismo tiempo para él fuese como una maldición, algo malo. Él tiene algo diferente y es malo. Era importante que tuviese una aproximación torpe. Justo al final empieza a convertirse en un don. Lo diferente es malo, me gustaba mucho esa idea. Una de las funciones fundamentales de la película era esa.



Una imagen de Vulcania.

P.- ¿Quería plantear cómo funcionan a nivel psicológico las dinámicas de sometimiento psicológico?

R.- Una cosa que me obsesionó mucho es la idea del deber. Se utiliza como un instrumento para controlar. Se supone que existe ese deber, ¿por qué? Ellos tienen el deber de seguir produciendo. José Sacristán lo dice, hay que seguir produciendo. ¿Pero por qué hay que seguir produciendo? Nadie se lo plantea nunca. Un elemento clave es la necesidad de pertenecer a un grupo y se juega mucho con eso. La manera más fácil de controlar a la gente es decirle: "Tú eres de los nuestros". El concepto del nosotros y de la pertenencia está muy de moda porque es la manera que puedes decir a la gente, te he robado toda la vida, pero tú no vas a pertenecer a nosotros y tus intereses son mis intereses. Esa cosa inclusiva. Al mismo tiempo se crea la figura del enemigo que es el de enfrente. Si manejas los hilos, los puedes tener años peleándose y la gente no está pensando en lo que realmente importa que es que al mismo tiempo les estás robando la cartera. Estos individualismos identitarios están haciendo mucho daño. Para justificarlos, se vuelve y se hace referencias a hechos históricos. Lo peor que podemos hacer es cerrarnos en grupo. Hay muchas cosas en el mundo.



P.- Surge también la necesidad de liderazgos fuertes.

R.- Para eso tenemos a un gran actor como José Sacristán haciendo de líder. Hoy el líder tiene que actuar pero también que sobreactuar. Necesitamos líderes fuertes y lo son los que hacen el show y los que gritan más. Donald Trump es un tipo que se basa en el show grotesco. Cuidado con la broma porque es terrorífico. Las consecuencias pueden ser terribles.



P.- Plantea una división muy clara de las clases sociales, ¿no las habíamos aniquilado?

R.- Las diferencias sociales están camufladas pero son más importantes que nunca. También era importante que fuera obvia esa diferencia entre hombres y mujeres. Los hombres toman las decisiones y las mujeres se dedican a los temas de la moral. Esas sociedades muy arraigadas en las tradiciones que ni ellos mismos saben por qué están allí. Eso era muy importante para la película.



P.- ¿Cómo se hace un filme fantástico con muchísimo menos dinero que los americanos?

R.- Nuestra película tiene el presupuesto de una película indie española. Tienes un presupuesto muy pequeño y haces lo que puedes con lo que tienes. La gente que venimos de trabajar con poco presupuesto estamos acostumbrados. Te dan algo y te buscas la manera de hacerlo. Teníamos las localizaciones reales en el Pirineo y a partir de allí hay bastante postproducción. La postproducción va ligada a la falta de presupuesto. Gracias a eso se pueden hacer muchas cosas que antes eran muy caras. Ese mundo lo creamos a base de postproducción y de viajar mucho para encontrar entornos naturales. Queríamos un pueblo en medio de la montaña, que no pudieses ver el horizonte. Si ves el horizonte, la necesidad de caminar es algo humano. Encontramos un pueblo con una cementera abandonada creado para la gente que trabajaba allí. Mirases donde mirases, solo ves montañas.