En la Ciudad de la Imagen de Madrid se encuentra el Centro de Conservación y Restauración de Filmoteca Española, que desde 2012 se encarga de preservar los más de cien años de historia de nuestro cine. Se trata de un patrimonio tan importante como frágil que se rastrea, se recopila, se restaura y se almacena en óptimas condiciones en unas instalaciones de 15.000 metros cuadrados que costaron 23,6 millones de euros.

La gran paradoja de este colosal centro es que carece de los fondos necesarios para mantener a su plantilla -formada actualmente por 19 personas fijas y 9 temporales-, que continúa disminuyendo a medida que se jubilan sus miembros más veteranos y expertos. "El problema es que no ha habido un relevo generacional. Aquí nos dedicamos a formar a todo tipo de estudiantes pero luego nos resulta complicadísimo contratarles y acaban trabajando en otros archivos, incluso en los más importantes de Europa y Estados Unidos. Es un problema al que tendríamos que buscar una solución en breve, porque, lejos de resolverse, sigue empeorando", protesta la directora del CCR, Mercedes de la Fuente. Los expertos que se han jubilado "no han tenido el tiempo ni la oportunidad de preparar al relevo que tendría que ocupar sus puestos" y actualmente hay técnicos que, además de sus tareas, deben realizar otras en las que no están especializados para compensar la falta de personal.

Entre los cargos hoy vacantes está el de responsable del Departamento de Investigación, una labor fundamental para poder seguir recuperando nuestro legado cinematográfico y que antes estaba en manos de Alfonso del Amo, que fue además quien diseñó el plan del nuevo centro. También se jubiló el responsable del laboratorio fotoquímico, que ya no está en funcionamiento porque no hay personal cualificado para ello. Los trabajos que deberían realizarse en él son encargados a laboratorios de otros países, normalmente el de la Cinemateca Portuguesa, ya que no queda ninguno operativo en España, afirma De la Fuente.

La historia del centro

El CCR está construido en dos parcelas que fueron cedidas por la Comunidad de Madrid en 1990. En 1992 se construyó en una de ellas un archivo subterráneo para almacenar las películas de nitrato de celulosa, un material extremadamente inflamable. Como explica Ramón Rubio, responsable del Departamento de Recuperación del CCR, más de la mitad de las películas españolas rodadas antes de 1954 fueron destruidas por varios incendios ocurridos en los laboratorios fotoquímicos más importantes, o bien por los propios productores, ante el peligro que suponía el almacenamiento de unas películas que, en la mayoría de los casos, no era de utilidad comercial para sus dueños.

En 1999 se convocó un concurso para redactar el proyecto de construcción del CCR. Fue adjudicado al arquitecto Víctor López Cotelo y aprobado en el año 2000. En 2009, el Ministerio de Cultura adjudicó la construcción a la empresa VIAS, que entregó el edificio en octubre de 2012. Desde ese momento el centro comenzó a funcionar, aunque no fue inaugurado oficialmente hasta 2014.

El centro tiene capacidad para albergar 1.200.000 rollos de película. Hasta el momento, se encuentra al 50% de su capacidad, con 600.000 rollos que corresponden a 37.000 títulos en diferentes soportes desde principios del siglo XX hasta nuestros días. Entre sus fondos, se encuentran la colección del No-Do, de la Guerra Civil, varias colecciones privadas y mucho cine amateur y familiar. El pasado 29 de febrero, durante la grabación de este reportaje, llegaron al centro 36 palés repletos de rollos de películas del archivo de TVE, que a partir de ahora se conservará en el CCR de Filmoteca Española.

El centro cuenta con tres bloques constructivos. Los almacenes de conservación, que ocupan dos tercios de la superficie total construida, son subterráneos y conforman "una caja dentro de otra caja", explica De la Fuente. Para garantizar la correcta conservación de los fondos fílmicos, se tienen en cuenta cuatro parámetros fundamentales: la temperatura, la humedad, la ventilación y la estabilidad ambiental. Debido a la humedad del terreno, provocada por el adyacente arroyo Meaques, los sótanos están revestidos por una cámara de aire de dos metros de ancho, lo que contribuye además a la correcta ventilación de los archivos y a la extracción de humo en caso de incendio.

El grueso del edificio construido sobre la superficie corresponde a los servicios administrativos y técnicos: laboratorios, almacén de recepción y salida, sala de proyecciones y despachos, principalmente. Detrás de este módulo, al otro lado del jardín, se encuentra el "vagón" de climatización que proporciona las condiciones adecuadas a los almacenes subterráneos.

@FDQuijano