Catherine Frot en Madame Marguerite, de Xavier Giannoli.

París, 1921. Una eminente dama de la alta sociedad, la marquesa Marguerite Dumont, convoca a la nobleza para dar uno de sus "famosos" recitales. El suntuoso salón está decorado con fotos de la soprano ataviada como los grandes personajes de la ópera. Máxima expectación. Cuando Dumont sale a cantar, desafina como una posesa y no acierta una nota. Todo el mundo aplaude disimulando la risa. Dumont se convence definitivamente de que tiene talento y decide dar el salto con público mucho menos dispuesto a disimular que sus amigos y la corte de aduladores del salón de su casa.



Dirigida por Xavier Giannoli (Crónica de una mentira), Madame Marguerite nos propone al mismo tiempo una película hilarante (ver a la gente haciendo el ridículo siempre ha tenido su gracia) como una reflexión sobre la naturaleza del arte. ¿Es Dumont una artista a pesar de su evidente falta de talento para cantar? Catherine Frot, la veterana actriz francesa que le da vida, no tiene ninguna duda: "Ella cree en su música y en la belleza de lo que hace hasta sus últimas consecuencias. Sí es una artista", nos explica la actriz, que comenzó su trayectoria en 1980 con Alain Resnais (Mi tío de América) y tiene una larga trayectoria a la orden de cineastas como Lucas Belvaux (Una pareja perfecta) o Denis Dercourt (La última nota).



"La película habla sobre la verdad y la mentira para proponernos muchas paradojas", explica Frot. "La protagonista está rodeada por un entorno cruel que no le quiere decir la verdad. Aquí surge una pregunta que todos nos hemos hecho muchas veces: '¿Es bueno decir la verdad a nuestros seres queridos?'. Pero al mismo tiempo no sabemos si son los demás o ella quienes tienen razón. El arte ha evolucionado mucho a lo largo de las épocas y cuando surgió el art brut su cacofonía podría haber tenido sus fans. Si la misión de un artista es crear un efecto, ella desde luego lo crea".







Marguerite nos plantea, en último término, una pregunta: ¿Es ella quien hace el ridículo o somos nosotros, los espectadores, quienes lo hacemos todos los días sin darnos cuenta? "Ahí está la clave del asunto. La idea de hacer el ridículo nos aterra pero al mismo tiempo nunca sabemos de verdad lo que piensan los demás de nosotros. Todos somos juzgados y muy pocas veces nos dicen la verdad". En este caso, juega un papel fundamental el dinero de la frustrada soprano. "Es la historia del emperador desnudo. Las personas ricas y poderosas tienen aun más dificultades que los demás para encontrar quien les diga la verdad. Nadie se atreve a decir que el emperador va en cueros hasta que un niño es capaz de decirlo".



Es también una película de amor. O de desamor. Casada con un rico aristócrata, Dumont suspira por el afecto de un hombre que parece quererla pero la tiene abandonada. "Es una historia de soledad y pasión. Marguerite se entrega de una manera tan enloquecida a la música porque se siente sola y siente que ha perdido el amor de su marido". Divertida y conmovedora, Madame Marguerite nos habla de pasión por el arte, de vanidad, de hipocresía social y de un alma herida con ironía y hondura. "Hay un componente de romanticismo", dice Frot, "los verdaderos artistas viven su vida al margen de las convenciones de una manera que nadie entiende. Ella tiene esa pasión para romper convenciones".



@juansarda