Fotograma de la película Bar Bahar

En el mundo árabe no solo prospera el integrismo y la violencia. La cineasta israelí-árabe Maysaloun Hamoud refleja en su primera película, Bar Bahar, a una nueva generación de mujeres que desafían las convenciones y rigideces del pasado para vivir en libertad. La directora lo llama el "underground árabe", un movimiento que tuvo cierta visibilidad durante las mayoritariamente frustradas primaveras árabes y que hemos visto en películas como Nadie sabe nada de gatos persas (Bahman Ghobadi, 2009), donde brillaba esa escena musical indie de Teherán perseguida frenéticamente por los clérigos.



En este filme el escenario es un Tel Aviv multiétnico y cultural en el que vemos la peripecia de dos mujeres aficionadas a salir por la noche y al arte, aunque muy distintas entre sí. Hay que sumar una prima del pueblo de corte tradicional que descubrirá un nuevo mundo en su lucha por ganarse su libertad en una realidad que, como dice el título, está "entre dos mundos". Gran parte de la sociedad árabe no sabe que existe esa revolución underground y gran parte de la judía tampoco, aunque a los liberales les encantaría decir que está pasando en su jardín o algo por el estilo. Hay mucha gente para la que ver esta película significa una absoluta sorpresa.



"Empecé a escribir cuando estaba preparando mi película de graduación en la escuela de cine", explica Hamoud. "Corría 2011, el principio de la primavera árabe, un momento de grandes expectativas y cambios. Como palestina formo parte del mundo árabe aunque sea israelí y viva en Tel Aviv. Entonces empecé a escribir sobre lo que me rodeaba, la escena underground de esa ciudad en la que se juntan judíos y palestinos. Esa escena existe en muchas ciudades árabes, en Beirut, El Cairo o Amman. Y también en muchas comunidades en Europa. Hay una nueva generación que cree cosas muy distintas a su familia o a sus antepasados. De todos modos, luchamos cada uno por su lado porque tenemos dificultades para organizarnos. Creo que es importante que haya películas que reflejen este mundo y estos cambios para traerlo a la luz. Hay diferencias entre unas familias y otras pero en general las personas que formamos parte de este movimiento debemos vivir una doble vida".



El personaje más carismático es Layla, una joven rebelde e inteligente con una brillante carrera profesional que ha sabido construirse un entorno de libertad y tolerancia pero que debe luchar duramente por preservar esa independencia. "La diferencia está en que no se dice, pero hay un estereotipo occidental de que los árabes tienen que ser religiosos. ¿Cuántas Laylas conoces? Hay un prejuicio de que nosotros debemos vivir de una cierta manera. Se supone que debemos ir cubiertas y ser tradicionales. Pero eso es un estereotipo, somos humanos como cualquiera y tenemos sueños y deseos. Ese punto de vista me vuelve loca. ¿O realmente es una "árabe extrema" cuando en Occidente hay muchas jóvenes así?".



Sin duda, para los que conocemos el cine palestino la gran sorpresa será ver una película ambientada en Israel y dirigida por una mujer en la que el conflicto entre ambos no está en el centro. "La inmensa mayoría de directores palestinos son hombres y cuando no te sientes muy seguro sobre tu identidad quizá surge la necesidad de exagerarla y mostrarla al mundo. Cuando hablamos de un cine palestino hay muchos asuntos sobre los que debemos comenzar a hablar aparte del conflicto. El punto de vista femenino, que ha sido tan marginado hasta ahora, es muy importante", dice Hamoud. Y frente a esas tres mujeres valientes, vemos a hombres prisioneros de la tradición que en realidad no quieren perder viejos privilegios y prebendas: "Hay un espectro de hombres en la película que representan los distintos estados de ánimo en nuestra sociedad. Están las familias religiosas pero también las más liberales. Hay una gran variedad y hemos querido representarlas todas. De todos modos no quería hablar de buenos y malos, esa es una distinción de Hollywood. Somos seres humanos, de carne y hueso, y cuando vemos a esos hombres que se pliegan a lo que dicen sus familias vemos su debilidad. Porque eso es y no otra cosa, debilidad. Lo que sí está claro es que vivimos en una sociedad gobernada por hombres".



Bar Bahar quiere ser un canto de esperanza en la oscuridad. "Si te levantas cada mañana pensando que te vas a morir y nada va a cambiar no haces nada. Y yo quiero hacer algo. En esta película quiero presentar a tres mujeres para que vivas con ellas. Ese último plano con una imagen congelada es reveladora sobre la situación de las mujeres, ese estado de espera a que las cosas cambien. Hay resignación pero también voluntad de luchar".



Inmerso en mil batallas, Oriente Medio asoma día sí día también en los diarios. Una guerra que parece infinita y por momentos incomprensible en la que se libran viejas batallas y donde sigue muy vivo el recuerdo del infame colonialismo. "Lo que vemos es un problema derivado del colonialismo. Hace cien años las potencias coloniales se repartieron las áreas de influencia con las fronteras de Sykes-Picot creando unas fronteras que no existían. Y lo que pasa ahora es una reacción contra eso. No creo que sea una guerra civil porque nos gusta pelear, hay muchos intereses creados para que sigamos peleando. Yo me llamo Maysaloun en honor a la batalla que libraron los árabes en contra de la dominación francesa en Siria. El problema es la forma en que dividieron el territorio de forma artificial. En los tiempos del imperio otomano jamás crearon unas fronteras absurdas y la población podía moverse sin problemas de un lado a otro en Oriente Medio".



Pero en Oriente Medio no solo hay guerras y fanáticos religiosos. Vibra una nueva sociedad oculta en la que está el germen de un cambio que puede ser trascendental para el futuro de la humanidad: "Somos un cine joven y no solemos vernos a nosotros mismos reflejados en las películas. Hay gente que sigue sin hacer diferencias entre el personaje y el actor así que había actrices que tenían miedo de ser confundidas con su personaje. No sé si es peligroso hacer una película como esta, pero siempre nos queda la opción de convertirnos en okupas en Berlín. Lo que es seguro es que seguiremos peleando".



@juansarda