Al igual que Paul Verhoeven, los mosqueteros del cine indie Jarmusch, Haynes y Linklater depuran y sofistican sus poéticas, mientras el debutante húngaro Nemes se cuela en el ránking con el filme definitivo sobre Auschwitz.
1. Elle
Paul Verhoeven
Podemos entender
Elle como la intriga desacomplejada de una mujer que descubre su fantasía sexual perfecta (y la vive sin prejuicios) después de haber sido violada brutalmente en su propia casa por un hombre encapuchado. El espíritu transgresor y provocativo del cineasta holandés alcanza en su primera obra rodada en Francia -y con una soberbia Isabelle Huppert- unas cotas de sofisticación que deján atrás sus desafíos al buen gusto en otros
sex-thrillers como
Instinto básico o
Showgirls. A partir de una novela de Philipe Dijan, el autor de
Vivir a tope -donde un joven también descubría su sexualidad tras una violación- propone un juego de apariencias en el que nada es lo que parece ser, un espacio de filosofía recreativa donde cabe la comedia perversa, el melodrama familiar y las perturbaciones psicológicas. Pura quintaesencia verhoeviana.
2. Carol
Todd Haynes
La calidez del melodrama es inextinguible. Todd Haynes regresó al género tras
Lejos del cielo y
Mildred Pierce para adaptar la primera y más autobiográfica novela de Patricia Highsmith, donde narraba un romance lésbico en los años cincuenta. Haynes entregaba así su obra más conmovedora para ampliar el mapa de la sensibilidad del amor clandestino con la más expresiva de las estilizaciones.
3. Paterson
Jim Jarmusch
No hay género ni etiqueta que pueda reducir esta milagrosa película a una sola idea o aspiración creativa. Como todo gran poemario, representa un estado del alma. No es solo el diario de un chófer de autobús y poeta secreto.
Paterson es el espacio creativo donde Jarmusch, el poeta de lo cotidiano, se deconstruye como cineasta. Es la película-poema donde queremos vivir.
4. El hijo de Saúl
László Nemes
Película íntima y desesperadamente colectiva, el húngaro László Nemes sorprendió al mundo con un retrato inmersivo en la demencia de Auschwitz. Desde el rigor de la puesta en escena, el horror se conjuga sin límites ni concesiones, mientras la cámara persigue a un sonderkommando en la factoría de la muerte.
5. Todos queremos algo
Richard Linklater
Inspirada en los años de Linklater como universitario y jugador de béisbol, este filme se ofrece como una secuela espiritual de
Movida del 76 (1993) o como un
remake filmado por Eric Rohmer de
Desmadre a la americana (1978). Situado en 1980, el hedonismo salvaje y el perpetuo
carpe diem se proponen atrapar el tiempo.