Una imagen de Pisconautas.

La pelicula de Alberto Vázquez y Pedro Rivero, ganadora del último Goya a la mejor película de animación, es cine denso en el mejor sentido de la palabra y ofrece una mirada distinta, pero necesaria, de una infancia y primera adolescencia que el cine y la publicidad han convertido en un falso paraíso. Un filme muy bello.

Hay que estar atento en Psiconautas. Los niños olvidados. Atento porque detrás de la aparente sencillez de la animación creada por los directores Alberto Vázquez y Pedro Rivero no solo bullen ideas por momentos casi se diría recónditas, también porque su trama, muy compleja, a veces puede llevar a una cierta incomprensión. No es una crítica, hay una cierta extrañeza detrás de Psiconautas, ganadora del último Goya a la mejor película de animación, que forma parte de su encanto. Adaptación de un cómic de Vázquez que fue primero un corto, supone una rara avis en la animación española, no solo por su calidad (que en parte también) sino porque es verdadera animación para adultos tanto en la forma como en el fondo, aunque los protagonistas, que fuman y tienen problemas con las drogas, sean unos niños con apariencia de zorro o de conejo.



No deja de ser curiosa esa apropiación de un imaginario infantil, y no me refiero a la animación que ya sabemos que es un género que perfectamente puede funcionar para los adultos, sino al hecho de que se apropien de un imaginario infantil (el antropomorfismo) para darle completamente la vuelta. Es esta una mirada al mundo infantil y adolescente claramente a contracorriente en el que los artistas crean un mundo muy particular y de gran fuerza estética a partir de trazos simples y bellos en una isla que tanto puede ser un paraíso como el infierno. Un lugar en el que los jóvenes viven aterrorizados por unos padres idiotas y una policía criminal en lo que claramente es una metáfora de nuestra realidad.



El protagonista, en una película muy coral, es Birdboy, un pájaro "maldito" por su herencia familiar. Birdboy, que se dedica al trapicheo y fuma demasiados porros, vive acosado por unos agentes del orden con intenciones homicidas. Personaje romántico por antonomasia, que quiere volar (y a veces lo consigue) pero no consigue escapar de la isla en la que es perseguido, funciona como trasunto de un Baudelaire o un beatnik contemporáneo en una recreación del mito del artista maldito. Por el camino, sorprende en todo momento la capacidad de los autores para sentir compasión por sus personajes y recrear situaciones de una intensa y a veces dolorosa humanidad. En este sentido destaca la magnífica secuencia en el vertedero con las ratas en la que el trapero pasa de dar miedo a ser un personaje trágico en cuestión de segundos.



Dicen los autores que este tipo de películas son difíciles de distribuir y les cuesta llegar a un público español que sigue considerando la animación un género eminentemente infantil. Es posible que la película interese sobre todo a los amantes del cómic y la novela gráfica, que en España no son pocos, pero quizá están más acostumbrados a ir a la librería que al cine para consumar su pasión. Psiconautas es cine denso en el mejor sentido de la palabra, una película en la que se ofrece una mirada distinta, pero necesaria, de una infancia y primera adolescencia que el cine y la publicidad han convertido en un falso paraíso. Es una película muy bella.



@juansarda