Image: Zizek y el cine: perversión y fantasía

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Cine

Zizek y el cine: perversión y fantasía

Dice el filósofo Slavoj Zizek que el cine es "la más perversa de las artes porque no te dice sólo qué desear sino cómo desear"

28 agosto, 2017 00:00

Una imagen de Slavoj Zizek en Guía de cine para pervertidos

Dice el filósofo Slavoj Zizek que el cine es "la más perversa de las artes porque no te dice sólo qué desear sino cómo desear". Lo dice al principio de su segunda película como guionista y narrador/protagonista, Manual de cine para pervertidos (2006), en el que también afirma, ya al final, que "para entender el mundo actual, necesitamos al cine, literalmente, porque solo en el cine podemos encontrar esa dimensión crucial que no estamos preparados para enfrentar en nuestra realidad. Si estás buscando en la realidad lo que es más real que la propia realidad, busca en la ficción cinematográfica".

Superestrella de la filosofía, figura antisistema o antitodo, polemista nato, el hombre que ha dicho cosas como que "Hitler no fue lo suficientemente violento" (tiene su explicación) o que se define como comunista pero se dedica a despotricar del comunismo en cuanto puede, Zizek se ha convertido en uno de los pensadores más influyentes y no es como para no tener en cuenta el hecho cierto de que pocos pensadores de su impacto, o que yo sepa ninguno, hablan tanto de cine. No solo existe ese Manual de cine para pervertidos, en Filmin también puede encontrarse su continuación, la Guía ideológica para pervertidos (2012), ambos documentales dirigidos por Sophie Fiennes.

Y como sus muchos lectores saben, sus libros están plagados de ejemplos cinematográficos, lo cual sin duda hace que sea una figura pop, más accesible que otros pensadores que hablan de mitos griegos o recurren a Shakespeare para ilustrar sus teorías. Zizek, en cualquier caso, se toma en serio el cine, muy en serio, y sus particulares teorías, muy influidas por el psicoanálisis, por Freud pero también, o sobre todo, por su seguidor Lacan, merecen nuestra atención. No deja de ser curioso, de entrada, como hasta hace no tanto el psicoanálisis además de estar pasado de moda se consideraba poco "científico" mientras hoy, en muchos ámbitos, el viejo Freud parece vivir una segunda juventud.

Zizek, que es un hombre al que le gusta ver las cosas desde una perspectiva curiosa, considera el cine como una cristalización matérica de nuestras fantasías. Es decir, el cine, como decía Bogart de El halcón maltés (1941, John Huston) hablando de la estatua pero en realidad haciéndolo del propio cine, es "la materia de la que están hechos los sueños". Y son los sueños, nuestros deseos más íntimos, nuestras más locas fantasías, los que nos definen como personas. Y aquí, el iconoclasta filósofo, le da una vuelta de tuerca al asunto: los sueños no son el refugio de la realidad, sino que la realidad es el refugio de nuestros sueños porque no todos sabemos, o podemos, vivir en ellos. Es decir, nos atrevemos a soñar pero no todos sabemos o tenemos la capacidad de cumplir esos sueños. Dicho de otra forma, mucha gente fantasea con la idea de ser millonaria, famosa o tener una pareja despampanante, pero a la hora de la verdad, la mayoría en realidad prefieren seguir con sus vidas más o menos mediocres a que se realicen tales fantasías.

¿Y qué es el cine? El cine no solo nos dice "qué" debemos desear, es peor, nos dice "cómo". Y ahí está su inmenso poder y puede surgir nuestra inmensa pequeñez. No se trata tanto de proyectarnos en una idea de felicidad como de saber qué entendemos de verdad por felicidad. O sea, la conquista más difícil, no es conquistar nuestras fantasías sino que esas fantasías sean realmente las nuestras y no las que otras han construido para nosotros. Y ahí surge el otro concepto básico en la teoría de Zizek, el "Gran Otro", esa sociedad en la que nos sentimos observados y que nos dice cómo debemos ser, qué debemos querer y cuándo sentirnos culpables, que según Zizek es todo el rato porque, en una de esas paradojas que le gustan tanto, "cuanto más cumplimos con nuestro deber, más culpables nos sentimos".

Ese "Gran Otro" que modifica y condiciona sobremanera nuestra vida es lo que podríamos llamar "el sistema", o la "ley". Es el Gran Otro que hace que tengamos valores muy distintos si nacemos en Corea del Norte, un país por el que reclama una visión "distinta" o en Occidente. Y ese "Gran Otro" es el propio cine, que como aparato propagandístico es quizá el más importante y más influyente. Y a desmontar el truco del complejo cinematográfico se dedica en esa Guía ideológica para pervertidos en la que Zizek nos pone un ejemplo muy divertido, la película (totalmente olvidada) Están vivos (John Carpenter, 1988) en la que vemos el "orden invisible que sustenta nuestra libertad aparente". En ese filme, el protagonista tiene unas gafas que le permiten ver la realidad tal cual es. De esta manera, descubre que estamos controlados por alienígenas o que el verdadero sentido final de los mensajes políticos y publicitarios es que nuestra principal misión como ciudadanos es obedecer a los poderosos y comprar.

En su ensayo Problemas en el paraíso (Anagrama), Zizek nos recomienda una película, Propaganda (2012), un documental realizado por neozelandeses que se hacen pasar por coreanos del norte, en el que se pone el énfasis en el hecho de que la propaganda que recibimos en Occidente a través del cine y los medios de comunicación es mucho más brutal y censuradora que la de un país famoso en el mundo entero por tener una radical dictadura y vivir aislado. En este sentido, en ese mismo ensayo, resulta especialmente interesante su análisis de la trilogía de Batman de Nolan, especialmente el último capítulo, en el que el "caballero oscuro" se alza como enemigo mortal de movimientos como el 15M o Occupy Wall Street. De esta manera, si existe una "crueldad revolucionaria que se puede poner legítimamente en entredicho", también en esos filmes acabamos viendo "cómo esa violencia se traduce erróneamente en un terror criminal".

Zizek a veces es demasiado inteligente y se deja llevar por su propia inteligencia, llegando a conclusiones que funcionan mejor en el plano de lo intelectual o simbólico que en el plano de lo real, dando a sus teorías un aire de frivolidad de la que en el fondo carecen. Pero no creo que sea posible reflexionar a fondo sobre el fenómeno del cine en todas sus dimensiones sin haberlo leído. Y si, Freud y Lacan, are back.

@juansarda