Sergio G. Sánchez

El guionista de El orfanato y colaborador de confianza de Juan Antonio Bayona debuta como director con El secreto de Marrowbone, un thriller con altas dosis de terror y suspense estrenado en el Festival de Toronto y que llega a los cines tras hacer parada también en San Sebastián.

Fue hace diez años cuando Sergio G. Sánchez (Oviedo, 1973) alcanzaba la gloria con El orfanato, un guión que finalmente obtuvo un gran éxito con la dirección de J. A. Bayona. Convertido en el hombre de moda en el cine español, Sánchez escribiría filmes tan dispares como Lo imposible (2012) y Palmeras en la nieve (2015). Ahora, llega finalmente a las pantallas su primera película, El secreto de Marrowbone, en la que debuta tras la cámara producido por Bayona, lo cual, nos confiesa, siempre ha sido su intención, pues antes que guionista siempre ha querido ser director. Protagonizada por Anya Taylor-Joy, George MacKay y Mia Goth, la película cuenta la historia de unos jóvenes que viven en el Estado de Nueva York apartados del mundo en una casona huyendo de su padre. Cuando la madre muere, ante el temor de ser enviados a un orfanato, los hermanos simulan que sigue viva mientras tratan de seguir con sus vidas con normalidad. Un filme con aires de película gótica en el que los muchos fans de El orfanato volverán a encontrar las claves del autor.



Pregunta.- Cinco siglos antes de Cristo, Sófocles ya nos hablaba de aquello de matar al padre para acostarse con la madre en Edipo Rey. ¿Hay algo de eso?

Respuesta.- No. Bueno, creo que no, nunca lo había pensado. Quizá es algo que debería consultar con un psicólogo (se queda pensativo). Lo que sí está en la película son mis miedos de cuando era niño. Fui un niño muy enfermizo y entraba a los hospitales con frecuencia. Durante un tiempo tuve pesadillas y pensaba que me iba a morir. Después, no sé por qué, pensaba que era un viejo encerrado en un cuerpo de niño y que si me miraba en el espejo se desharía el encantamiento. Son obsesiones que tengo y que sí están en la película. No había pensado en el tema de Edipo, aunque sí es verdad que, tanto en El orfanato como en esta película, vemos como el tema de una maternidad problemática se convierte en un asunto importante.



P.- Hace poco Paco Plaza hablaba de que Bayona le había recomendado ver A las nueve cada noche (Jack Clayton, 1967). ¿Es también un referente para esta película?

R.- Esa película la vi de pequeño y me impresionó mucho, aunque olvidé su nombre. Después, cuando la recuperé, me volvió a parecer muy buena. De todos modos creo que El secreto de Marrowbone y A las nueve cada noche hablan de cosas distintas. A mí me marcan las cosas que he visto de pequeño, los libros y las películas de fantasía. Me fascina el universo del escritor Shirley Jacksom. Me interesa la idea de una zona crepuscular en la que estás entre dos mundos, algo que tiene mucho que ver con la propia adolescencia. El filme relata ese último verano, al que querrías volver, en el que pasas de la infancia a la madurez. Esa idea de frontera. También me gusta la idea de los niños salvajes, sin estar sometidos a ninguna autoridad. Y todo eso lo puedes contar desde la fantasía.







P.- La película transcurre en Estados Unidos, pero los paisajes son asturianos, ¿le preocupaba que pareciera extraño?

R.- Yo soy de Asturias pero me marché a vivir a Estados Unidos a los quince años y he vivido allí mucho tiempo. Cuando estrenamos la película en Toronto era eso lo que más me preocupaba, porque la ciudad está cerca de donde ambiento la película, pero nadie expresó ninguna extrañeza por el paisaje. Es un entorno muy bucólico que podría estar en cualquier lugar del mundo y que nos lleva a esa imagen del verano perfecto. Hemos eliminado casi cualquier rastro de localización para dar sensación de universalidad, de que podría pasar en cualquier sitio. Hay un momento en la película en el que los chavales trazan una raya y, simbólicamente, dejan un mundo atrás para entrar en otro, y eso también pasa en el filme.



P.- La casa tiene un protagonismo estelar como en El orfanato. Casi se diría que tiene vida propia.

R.- No quisimos hacer una casa con decorados, es una casa real. Hay otra idea que se repite y es que en la casa conviven dos mundos, uno que es visible y otro que está escondido en el que también suceden cosas. En la casa del filme hay varias capas, un poco lo mismo que sucede con mis películas, donde hay varios niveles de lectura y las cosas se van descubriendo. Trabajo la idea de película puzle que se puede ver varias veces porque vas descubriendo nuevos secretos. La gente que ha visto El secreto de Marrowbone te explica que la segunda vez la ve de manera totalmente distinta, y está pensado para que sea así. Siempre pienso en ella como una muñeca rusa que se va desvelando. Una vez que todo está revelado, tenía que conseguir que la gente que la vuelve a ver entienda que, en realidad, el final ya está presente desde el principio.



P.-¿Si hubiera podido rodar El orfanato lo hubiera hecho, o estaba tan feliz siendo guionista y de repente decidió dar el salto a la dirección?

R.- Yo estudié dirección en Estados Unidos y siempre he querido ser director. Lo de guionista me lo he encontrado un poco por casualidad y de hecho me encantaría rodar material de otros directores más adelante. Ha sido un camino largo y difícil y yo no quería debutar detrás de la cámara si no era con todas las garantías y los medios para hacerlo bien.



@juansarda