Ambiente en el Festival de Palm Springs

Hablamos con Hebe Tabachnik, programadora de cine iberoamericano en varios festivales de Estados Unidos, sobre la presencia de las películas españolas en la meca del cine, apoyada por el Programa para la Internacionalización de la Cultura (PICE) de Acción Cultural Española (AC/E).

El cine español puede celebrar que, por cuarto año consecutivo, ha superado en la taquilla nacional los 100 millones de recaudación, haciendo frente con cierta dignidad a la "colonización" hollywoodiense. Pero si ya es difícil en nuestro propio país hacer frente al todopoderoso cine estadounidense, ¿qué tal se las apaña el cine español en la gran metrópoli cultural, un país en el que solo el 10% (según datos de la FAPAE) de la recaudación en taquilla lo generan películas extranjeras? Hoy hablamos sobre la presencia y la imagen de nuestro cine en Estados Unidos con Hebe Tabachnik, programadora de cine iberoamericano en varios festivales a lo largo y ancho del país norteamericano. Vista la dura competencia en salas comerciales, estas citas se han convertido en la principal puerta de entrada del cine not made in USA.



Tabachnik es desde hace once años programadora de cine iberoamericano en el Festival de Palm Springs (California). Una labor que desempeña también en el festival de Seattle (Oregón), uno de los festivales de cine más antiguos de Estados Unidos, con 43 ediciones celebradas; además de ser directora artística del festival de Cine Latino de Minneapolis-Saint Paul, el área metropolitana más grande del estado de Minnesota. Cada año, Tabachnik selecciona lo mejor del cine español para darlo a conocer a los cinéfilos estadounidenses. En la nueva edición de Palm Springs, que comienza este martes 2 de enero, van a estar tres de las cinco mejores películas españolas de 2017 según los críticos de El Cultural: Verano 1993, el portentoso debut de Carla Simón; El autor, de Manuel Martín Cuenca, basada en una de las primeras novelas de Javier Cercas; y Muchos hijos, un mono y un castillo, un híbrido de documental y comedia con el que Gustavo Salmerón ha retratado a la generación a la que pertenece su madre.



El público de Palm Springs (unos 135.000 espectadores anuales) también podrá ver La llamada, la versión cinematográfica del musical homónimo, dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi; Verónica, la nueva incursión en el género de terror de Paco Plaza; y el documental Constructing Albert, de Laura Collado y Jim Loomis, que trata sobre el cocinero más infravalorado del mundo: Albert Adriá, cuyo talento vive desde hace 30 años a la sombra de la enorme fama de su hermano Ferrán.



Para Hebe Tabachnik es fundamental que los autores de las películas puedan presentar personalmente sus trabajos en los festivales que programa. Para ello cuenta con la ayuda decisiva de Acción Cultural Española (AC/E) a través de su Programa para la Internacionalización de la Cultura Española (PICE), que financia, normalmente al 50 %, los gastos del viaje y la estancia de los directores y las tasas de exhibición de las películas. Gracias a esta contribución de la entidad pública española, este año estarán en Palm Springs Carla Simón (que también estuvo en la última edición del festival de Minneapolis-Saint Paul y que fascinó a Tabachnik desde que vio su película en Berlín), Gustavo Salmerón y Laura Collado. "La presencia de los realizadores es fundamental, hay una diferencia muy importante en el impacto que la película tiene en el público si el propio director explica su proyecto", explica Tabachnik. Además, mientras el director está en la ciudad aprovecha para hacer otras actividades paralelas, como presentaciones de la película en escuelas de cine, o encuentros con profesionales del sector, expandiendo así el impacto de la película en el país.



Por ejemplo, Rodrigo Grande, que estuvo presente en la pasada edición del festival de Seattle, logró por segunda vez en la historia del festival que una misma película, en este caso Al final del túnel, ganara los premios del público (Golden Space Needle Audience Award) a la mejor película y mejor director (en un festival que exhibe 400 películas y congrega a cerca de 150.000 espectadores cada año). El año anterior, Javier Ruiz Caldera logró el premio del público al mejor director con Anacleto.



"Tener una presencia permanente del talento español hace que exista una cosecha continua en Estados Unidos de los trabajos de nuevos directores españoles. Así la relación del público estadounidense con el cine español se mantiene siempre fresca".



¿Y qué visión del cine español se tiene en Estados Unidos? ¿Está condicionada por clichés? La programadora está convencida de que el público estadounidense comparte la suya: una cinematografía marcada por la "magnífica calidad de las películas, la expansión de los géneros y una presencia cada vez mayor de nuevos directores en todos los ámbitos: ficción, documental, animación y cine de género. Creo que la gente busca en el cine español un cine de mucha calidad, con buenas actuaciones, historias potentes y bien contadas". En este sentido, Tabachnik considera un acierto la línea de trabajo de AC/E, especialmente proclive a apoyar el trabajo de los nuevos creadores en todos los ámbitos para que la imagen de la cultura española fuera de nuestro país sea siempre lo más variada y actualizada posible.



"Como programadora de cine iberoamericano estoy continuamente buscando apoyo para traer a los festivales al talento que hay detrás de la cámara. Busco apoyos en muchos países, y normalmente lo encuentro, pero la iniciativa de AC/E m parece una de las más productivas y sencillas, porque el proceso de solicitud es muy transparente y todos los proyectos compiten de manera directa en igualdad de condiciones porque los requisitos para recibir las ayudas están muy claros. En otros países el proceso es más complejo", señala Tabachnik.



La relación de la programadora con AC/E es de ida y vuelta, porque ella misma ha participado varias veces en su programa de visitantes, que permite a profesionales como ella, en todos los ámbitos de la cultura, venir a España para conocer de primera mano los trabajos susceptibles de ser promocionados después en sus respectivos lugares de origen. Así, Tabachnik fue invitada, con el apoyo de la institución, como miembro del jurado del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva y de la Semana del Cine de Medina del Campo y como programadora en el Festival de San Sebastián. En estas citas tuvo la oportunidad de ver muchas películas que luego programó a su vuelta en Seattle. "Es un puente cultural fantástico, que funciona muy bien y proporciona resultados concretos", opina Tabachnik.



Gracias al trabajo de programadores como ella, el cine español tiene una buena representación en los festivales estadounidenses. Pero ¿y en las salas comerciales? ¿Es posible hacerse hueco entre la poderosísima industria autóctona? "La presencia en salas del cine extranjero es más difícil y, en cualquier caso, es algo que compete a los distribuidores internacionales. Algunas películas sí consiguen distribución local, pero de todos modos el festival es también una gran plataforma de promoción y exhibición. De hecho, hoy por hoy los festivales se están convirtiendo en lo que en la jerga llamamos "theatrical release" (estreno en salas). Por otra parte, hay películas que llegan a las salas y otras que igualmente prolongan su vida en Estados Unidos a través de las plataformas online o del DVD. En todo caso lo que sí consiguen los festivales es que se hable de las películas, que es fundamental. El negocio cinematográfico, no digo nada novedoso, está concentrado en algunos títulos y algunos grandes nombres y estudios, y la llegada de otro tipo de cine depende en gran medida del trabajo de hormigas que hacemos los festivales para dar a conocer a autores, películas, actores e historias distintas".