Luca Guadagnino

Luca Guadagnino ha conseguido en su nueva película montar una trama exuberante donde los sentidos se desperezan. Basada en la novela homónima de André Aciman, Call me by your name consigue, con el guión de Walter Fasano y James Ivory, transmitir toda su sensualidad desde la pantalla. Con La Luna de Bertolucci en el horizonte, Guadagnino nos habla de sus sentimientos a la hora de rodarla.

Luca Guadagnino (Palermo, 1971) es el primer sorprendido cuando se le menciona su trilogía sobre el deseo, formada por las películas Yo soy el amor (2009), Cegados por el sol (2015) y Call Me by Your Name. No ha sido buscado, pero sus tres últimos proyectos transcurren en verano y están protagonizados por personajes que siguen sus instintos, aunque las consecuencias de esa irracionalidad distan en cada caso. La primera es una tragedia, la segunda, una farsa, y la que concluye la terna, un ideal. Para la película que estrena este viernes, 26, el director italiano afirma que optó por insuflar "un ánimo benigno y positivo, que tuviera que ver con la inocencia de escucharse a uno mismo".



La propuesta es un coming of age (iniciación a la vida del protagonista) que, aunque protagonizada por una pareja homosexual, va dirigida a una audiencia sin acotar, presta a recrearse en el éxtasis y el dolor de un primer amor. La película se basa en la novela homónima escrita por André Aciman en 2007 (ahora la reedita Alfaguara), y la protagoniza un italo-americano de 17 años cuyo veraneo en el palacio familiar del Valle del Po se ve turbado por la estancia de un alumno de doctorado de su padre.



El guion ha sido coescrito junto a Walter Fasano y James Ivory. Una alianza insospechada, pues ¿cómo surge el tándem creativo con un director en las antípodas del cine inflamable que Guadagnino admira, con nombres como Fassbinder, David Cronenberg, Todd Browning y Brian Yuzna a la cabeza? En torno a una cocina, revela el italiano: "La desarrollamos durante un año, en diferentes encuentros en Nueva York, en la localidad de Crema y en la isla de Pantelleria, donde estaba rodando Cegados por el sol. La realizamos como un juego, sin la sensación de estar trabajando. Cocinábamos, comíamos, discutíamos... Fue como comer cerezas, una llevó a la otra".



Tras el objetivo de Guadagnino, la trama se vuelve exuberante y los sentidos se desperezan. El calor de los rayos del sol, la humedad de los cuerpos y el olor de la fruta madura atraviesan la pantalla y alcanzan el patio de butacas. Todo fluye, sensual, incluso la amalgama idiomática de francés, italiano e inglés.



Pregunta.- Sacar adelante una película siempre es difícil pero al referirse a este rodaje da la sensación de que fue bastante sencillo.

Respuesta.- ¡Ha sido la película más fácil y cordial de mi carrera!



P.- En el libro, los personajes ya son mayores y el romance estival es un bello recuerdo al que el narrador echa la vista atrás. ¿Por qué decidió ubicar su versión en la década de los 80?

R.- Quería que la película transcurriera en tiempo presente. Temas como el flechazo, el desgarro, el sentimiento agridulce de algo perdido -pero que todavía perdura- se podían concebir mejor así cinematográficamente. Y Timothée Chalamet, que es un actor magnífico, transmite todas esas sensaciones en la última escena. Además, siento tanto afecto por estos personajes y por estos actores, que por qué no hacer una secuela. No me importaría rodar una trilogía como la de Richard Linklater o las películas rodadas por Truffaut con el personaje de Antoine Doinel.



Timothée Chalamet en Call Me by Your Name

P.- ¿Qué referencias de coming of age ha barajado?

R.- A nuestros amores (Maurice Pialat, 1983) y La luna (Bernardo Bertolucci, 1979), sobre un chaval adicto a la heroína al que su madre, que es una cantante de ópera, trata de salvar trayéndolo a Italia. Ambos viajan por la llanura Padana, que es la misma localización donde he ambientado Call Me by Your Name.



P.- ¿Qué le llevó justo al año 1983?

R.- Coincide con la elección del socialista Craxi como Primer Ministro, después de un largo periodo de gobiernos democristianos. Fue el principio del fin, en el que la agenda de izquierdas se convirtió en un cajón vacío donde sólo existía la necesidad de poder. Ese periodo está muy ligado a nuestro presente. En la película tienes a Craxi, a Licio Gelli y a Beppe Grillo. Y ahora tienes a Renzi, que es una versión barata de Craxi, a Berlusconi, que es un pupilo de Gelli, y a Grillo.



P.- ¿Cómo fue la colaboración con el músico Sufjan Stevens?

R.- Quise contar con un narrador en tercera persona, como en El cuarto mandamiento (Orson Welles, 1942), pero me di cuenta de que no era una buena idea para esta película. No obstante, como quería darle sustancia, pensé en una voz artística que pudiera envolverla, y contacté con Sufjan, que es un maravilloso escritor de canciones. Le pedí una adaptación al piano de Futile Devices y que compusiera un par de temas con lo que le viniera a la cabeza al leer el guión. El resultado fueron Mistery of Love y Visions of Gideon. Y como las secuencias donde suenan no las habíamos rodado todavía, se las dimos a escuchar a los actores para que les infundieran las emociones que luego muestran.



P.- El actor Armie Hammer me comentó que le preocupaba más el baile que protagoniza que las escenas sexuales. Y en Cegados por el sol también hace bailar a Ralph Fiennes. ¿Es algo con lo que le gusta jugar?

R.- Ver a una mujer bailar es la imagen más impresionante que existe, pero lo más erótico es un hombre que baila, así que siempre que puedo hago bailar a un hombre en la pantalla. Esas escenas se cuelan porque escucho mis deseos.



P.- La película no muestra escenas explícitas, lo cual es llamativo dada su querencia por la controversia.

R.- Soy una persona a la que le gusta provocar pero ahora quería agradar. No pretendía polarizar a la audiencia, pero quería abrazar el lenguaje corporal. Por eso las escenas son tan poderosas que resultan íntimas, vívidas y muy honestas en su fisicidad.



P.- ¿Qué le llevó a asumir el riesgo de incluir la masturbación con un melocotón que aparece en el libro?

R.- Cuando lo leí me sentí avergonzado. Creía que era una invención, pero luego lo repensé y concluí que la masturbación no es importante per se, sino la emoción que subyace. Primero me cercioré de que técnicamente fuera posible masturbarse con un melocotón y luego pensamos que la pieza de fruta debía tener un papel central en la escena.



@BegoDonat