Fatih Akin y Diane Kruger durante el rodaje de En la sombra
La redención, la culpa, el racismo y los roces étnicos son heridas abiertas y recurrentes en la filmografía de Fatih Akin. Por eso, En la sombra, su nueva película que se estrena el próximo 23, reflexiona sobre el extremismo y la radicalización de la sociedad. Protagonizada por Diane Kruger, Denis Moschitto y Numan Acar, la historia reúne drama familiar, thriller e intriga judicial.
Pregunta.- El germen de esta película está en la muerte de nueve inmigrantes y una policía a manos del NSU. ¿Por qué ha decidido fijar su atención en un familiar de las víctimas?
Respuesta.- El punto de vista de los asesinos no me interesaba. En esta película, lo importante no es saber quién cometió el atentado, sino conocer el contexto político y asistir a la congoja y a la evolución emocional de la protagonista. Cuando se producen estos ataques se suele detallar de inmediato la identidad de los terroristas, dónde nacieron y crecieron, pero casi nunca se informa sobre las víctimas. Se convierten en fríos números de la crónica de sucesos, y todavía se presta menos atención a aquellos que quedan atrás, los que años después todavía están llorando.
P.- Tengo entendido que su hermano conocía a una de las personas que murieron en los ataques. ¿Vivió muy de cerca el caso?
R.- Sí. De hecho, en 2013 acudí a Múnich junto a mi coguionista, Hark Bohm, para seguir un juicio contra el NSU. Durante años, los investigadores de estos crímenes pensaron que los asesinos eran criminales turcos, porque eran las víctimas, y los parientes pidieron en vano explorar los círculos neonazis. Cuando la verdad fue revelada por pura casualidad, comprendí cuán arraigado estaba el racismo en la sociedad, en la prensa y en la policía. Y la ira que sentí se convirtió en el guión de esta película.
Numan Acar, en un momento de En la sombra
Entre oriente y occidente
P.- ¿Qué temores propios deseaba explorar?R.- Yo mismo también podría haberme encontrado entre las víctimas de la NSU porque soy moreno y mis padres nacieron en Turquía. Al igual que mis hijos. Siempre tengo miedo de que les pase algo malo, y esta historia es una forma de lidiar con mis preocupaciones. Hay grupos de personas en el mundo a quienes les gustaría matarme porque soy occidental y otros que harían otro tanto porque soy musulmán. Es una incertidumbre que se puede extrapolar a cualquiera, y no sólo porque todos podamos ser víctimas de un atentado terrorista, sino también porque cada día se producen casos de criminales que no reciben la pena que merecen.
P.- El deseo de venganza planea sobre toda la película.
R.- El extremismo está creciendo. Alemania no es inmune a las sombras. Y yo quiero contribuir a crear una discusión sobre el tema, preguntarle a los espectadores qué harían en el lugar de la protagonista. La idea del ojo por ojo está en el origen del hombre. Todos pensamos que recurriríamos a la venganza si viviéramos una injusticia, pero creo que al vivirlo, la cuestión se muestra más complicada. ¿Qué haría yo? Mi tarea como artista no es dar respuestas, sino plantear dudas.
P.- ¿Confía en la justicia?
R.- La justicia administrada por el Estado a veces falla, y es algo que puedo aceptar, porque en ocasiones resulta ser una prueba de democracia. Pero esta circunstancia no coincide con los sentimientos individuales. En mi opinión hay un choque palpable entre las personas y la justicia que genera un drama. Y donde hay un drama siempre encuentro una película.
Desde su ópera prima, Contra la pared, Oso de Oro en la Berlinale 2004, Akin ha sido un certero diseccionador de los conflictos de la inmigración. Las fricciones y el malestar que la mezcla de culturas provoca en Alemania han permeado la vida del director germano-turco y, por extensión, sus películas. La redención, la culpa, el racismo y los roces étnicos y generacionales son heridas abiertas recurrentes en su filmografía. Al otro lado, un viaje emocional en pos del perdón y la identidad, lo convalidaba como cineasta de su tiempo y le procuraba el premio al Mejor Guión en Cannes 2007. En 2009, para reconciliarse con la vida después de encadenar varios dramas en su cine, se regaló el rodaje de una comedia, Soul Kitchen, pero pronto volvió por sus fueros fatalistas. De nuevo una mirada a la comunidad, pero esta vez en formato documental. En Polluting Paradise mostró cómo el gobierno turco ha convertido en un vertedero el pueblo de sus abuelos. Su nueva ficción reincide en la exploración del dolor individual y las dudas colectivas en este mundo globalizado. Para darle verdad ha contado con la desgarrada actuación de Diane Kruger en su primer papel en alemán y con la banda sonora del líder de la banda Queens of the Stone Age, Josh Homme, que con la melancolía y la agresividad de su música acentúa el ánimo autodestructivo de la protagonista. Fatih ha estructurado En la sombra en tres actos. Arranca como drama familiar, continúa como filme judicial y remata como thriller.
P.- Para el papel principal ha elegido a la modelo Diane Kruger, ¿por qué?Me gustaría trabajar en Hollywood pero todos los proyectos que me han ofrecido son basura. No quiero rodar películas para que solo se vean en los aviones"
R.- Cuando me decanté por ella, porque me encantó en Adiós a la reina (Benoît Jacquot, 2012), mucha gente me criticó diciendo que era una actriz muy mala. Había quien ni siquiera sabía que era alemana. Creo que este papel es un punto de inflexión en su carrera. Y los elogios y los premios a su actuación son un rotundo ‘a la mierda' para todos los críticos que la han menospreciado en el pasado.
P.- La película le supuso la Palma de Oro a la Mejor Actriz en Cannes. ¿Qué le debe su éxito a su labor como director de actores?
R.- No tengo ningún truco para que los actores actúen bien, solo trato de darles espacio y confianza. A Diane le sugerí que no se contuviera al expresar su dolor. Le advertí que no estábamos en una película estadounidense donde incluso el sufrimiento está constreñido. Tenía el deber de parecer devastada, porque es una madre que ha perdido a su hijo.
P.- ¿Le tienta rodar en Hollywood?
R.- Me gustaría trabajar allí, pero los proyectos que me han ofrecido son basura. Hay muchos directores alemanes que ruedan grandes películas, luego van a Hollywood y filman productos que solo se ven en los aviones. Eso no es para mí.
P.- ¿Va a seguir explorando sus raíces?
R.- Ser turco me da una perspectiva alternativa sobre la realidad, pero los países y las sociedades están cambiando con la globalización, así como las guerras. De modo que he decidido que debo distanciarme. Ya he analizado suficientemente mi país de origen.
P.- ¿En qué sentido son distintas hoy las guerras?
R.- Vivimos en guerra, pero es una nueva modalidad en la que ya no hay tanques. Es un conflicto asimétrico, cuyas armas, objetivos y moralidad son diferentes. Todo está conectado: el conflicto sirio crea refugiados que llegan a Europa, los ciudadanos comienzan a sentir miedo del diferente, los políticos se sirven de esos temores y surgen grupos de extrema derecha que atentan contra las mezquitas. Pero el problema que vivimos no solo está vinculado a los neonazis. Es general, el racismo existe tanto en Alemania como en España.
@BegoDonat