Fares Fares y Ania Amar en El Cairo confidencial

El director sueco Tarik Saleh estrena el miércoles 28 de marzo El Cairo confidencial, ganadora de la Espiga de Oro en la Seminci. Una película de cine negro de corte clásico que, ambientada en la Primavera árabe, desprende grandes dosis de pesimismo y amargura.

El Cairo confidencial, del director sueco Tarik Saleh (Estocolmo, 1972), transcurre en los días previos a la Revolución egipcia de 2011. Sin embargo, la película está lejos de ser la crónica del levantamiento popular que convirtió la plaza de Tahir en un símbolo de la lucha por la libertad y por la dignidad del ser humano. Digamos que no hay épica en el filme y sí, en cambio, toneladas de pesimismo y amargura. Seguimos los pasos de Noredin, interpretado por el actor sueco de origen libanés Fares Fares (Rogue One: Una historia de Star Wars), un trasnochado agente de policía de El Cairo al que le encargan la investigación del asesinato de una famosa cantante en una habitación del hotel Nile Hilton, mientras la tensión aumenta en las calles. "Noredin es nuestro guía, un príncipe de la ciudad", explica Saleh. "Nos enseña el arte del soborno y los códigos sociales de saludarse o dirigirse a la gente según su estatus social. Hay apretones de manos, cambios de dinero, pequeños gestos... Se escenifica la belleza y atracción del poder y la fealdad de la verdad".



La élite del régimen

Lo que parece un crimen común pronto empieza a establecer implicaciones que apuntan a la élite del régimen de Hosni Mubarak y Noredin, hasta entonces un policía que se aprovecha de su posición con pequeños chanchullos, empezará una cruzada por encontrar una verdad que no le importa a nadie y una justicia que se antoja inalcanzable e incómoda para sus superiores. Se trata por tanto de que la película establezca la obscena corrupción de todas las instituciones egipcias, la inviolabilidad de un establishment que se siente por encima del bien y del mal y las brutales maneras con las que la policía desempeña su trabajo. El Cairo confidencial es, por tanto, cine político, pero no hay que desestimar su impecable ejercicio de estilo.



La película posee todos los ingredientes clásicos del cine negro. Tenemos al policía decadente, con su propio código moral, en busca de la redención mientras le persiguen sus demonios personales, al compañero inexperto y algo inocente, a la arrebatadora femme fatale y a un buen surtido de personajes secundarios que van desde delincuentes de poca monta a empresarios de guante blanco. Aunque quizá sea la ciudad de El Cairo el personaje más vivo de todo el conjunto: sucia, ruidosa, oscura e implacable. "Es realmente una película sobre El Cairo", asegura el director. "Sobre el pasado y el futuro en el caos y sobre la gente que quedó aplastada en medio. No quiero contar una historia, sino que el espectador haga un viaje conmigo. No es uno de esos itinerarios en los que no te bajas del autobús, aquí hacemos paradas de verdad, nos alimentamos y nos ponemos enfermos. No es sobre ver qué pasa, sino sobre ver cómo pasa".



A pesar de la gran verdad que transmite la ambientación de la película, no es El Cairo lo que vemos en pantalla. "Tres días antes de empezar el rodaje, la Seguridad de Estado Egipcio nos denegó la entrada y tuvimos que llevarnos la producción a Casablanca", rememora Saleh, nacido en Estocolmo pero de ascendencia egipcia. "Estaba devastado. Entonces pensé en Fellini y Amarcord. La gente de Rimini, su lugar de nacimiento, podía jurar que reconocía calles y casas en la película, aunque estaba todo rodado en Cinecittá. Me di cuenta de que se podía hacer, pero para recrear una ciudad tienes que capturar su alma. Quería recrear la gloria distópica de El Cairo. Altos contrastes en amarillo y negro, no blanco y negro".



Anclado en la realidad

Tarik Saleh, autor de los largometrajes de ficción Metropía (2009) y Tommy (2014) -inéditas en nuestro país-, también ha practicado el periodismo y ha rodado documentales como Sacrificio: Quién traicionó al Che Guevara (2001) o Gitmo - Nuevas reglas de la guerra (2005). En El Cairo confidencial sigue anclando su discurso a la realidad y se inspira en un caso que tuvo tanta resonancia en Egipto como el de O. J. Simpson en Estados Unidos. En 2008 la famosa cantante libanesa Suzanne Tamin fue brutalmente asesinada y las pesquisas apuntaron a un hombre de negocios que dirigía en la capital egipcia un proyecto de construcción inmobiliaria. Este hombre pertenecía al denominado grupo de "los intocables" del presidente Mubarak y estaba protegido por inmunidad parlamentaria. Sin embargo, fue desprovisto de esa protección y acabó condenado a muerte. "¡Aquello fue increíble y extrañísimo!", asegura el director. "Las cuestiones de sexo y chantaje existen en Egipto desde los tiempos de los faraones y lo mismo vale probablemente para otros países, pero en Egipto está totalmente arraigado en el sistema".



Tras aparcar un tiempo el guion desarrollado en 2009, la Primavera árabe vino a entregar el contexto ideal para acabar de pulir el desarrollo de la película, que ganó la Espiga de Oro en la Seminci y que también levantó el Gran Premio del Jurado de la competición World Cinema-Dramatic del festival de Sundance. El levantamiento del 25 de enero sirve además el clímax de la película. Un clímax pesimista que anticipa la inutilidad de la revolución que arranca y que, como buen filme de género, establece la idea lampedusiana de que todo debe cambiar para que, en realidad, nada cambie. "Me gusta la idea de las tragedias griegas de un personaje que desafía a los dioses -explica Saleh-. Evidentemente, nunca ganará, pero siempre es magnífico ver cómo fracasa".



@JavierYusteTosi