Apichatpong Weerasethakul

El cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul, ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes en 2010 por El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, atiende a El Cultural en el marco del Spain Moving Images Festival, que se celebra hasta el 30 de junio en Madrid.

El cineasta tailandés Apichatpong Weerasethakul (Bangkok, 1970) se ha atrevido a explorar vías ignotas con sus películas, renunciando por el camino a cualquier fórmula preestablecida. Su obra rompe de hecho con la narrativa tradicional, dando lugar a un universo en el que la realidad y la fantasía, el sueño y la pesadilla, se hibridan para levantar una metáfora sobre la propia naturaleza del cine. Un universo plagado de mitos, de transformaciones y de fantasmas que habitan en los pliegues del espacio y tiempo y que apelan a las emociones primarias del ser humano. Ganador en 2010 de la Palma de Oro del Festival de Cannes con El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas, el director se encuentra estos días en Madrid, donde participa en el Spain Moving Images Festival -certamen de creación audiovisual, cine y videoarte asiático que se celebra en Madrid hasta el 30 de junio-, que le dedica su tercera edición, y para inaugurar en la Galería Elba Benítez Fiction, una exposición con parte de su trabajo en el campo de las artes visuales. Hablamos con él de la coproducción europea de sus películas, de cine español, del carácter tanto local como universal de sus películas y de sus nuevos proyectos.



Pregunta.- Spain Moving Images Festival intenta potenciar la colaboración entre el cine asiático y el cine español y latinoamericano. ¿Cree que es importante estrechar esos lazos?

Respuesta.- Siempre he pensado que el cine es universal y como ocurre con otros intercambios culturales, o incluso materiales, genera empatía. Ya sean cortometrajes, largometrajes o formatos aún más personales, el cine permite ponerse en la piel de otra persona a través de imágenes, lo que rebasa los límites del lenguaje y aumenta el valor de la vida. Y por eso estrechar los lazos entre el cine asiático y el de cualquier otra parte del mundo es muy importante.



P.- El tio Boonmee…, que ganó la Palma de Oro del Festival de Cannes, estuvo co-producida por la productora española Eddie Saeta, proyecto muy personal y heterodoxo de Luis Miñarro que lamentablemente pasó a mejor vida por culpa de la crisis. ¿Qué recuerda de aquella experiencia?

R.- Trabajar con Luis era como trabajar en familia. Me dio total libertad para crear mi mundo sin ningún tipo de control en términos artísticos. Luís y otros productores que tuvimos para la película pelearon de hecho para que fuera una experiencia singular, auténtica.



P.- ¿Cree que esa colaboración marca el camino de la manera en la que el resto del mundo debe coproducir en Asia?

R.- Sin duda. Yo ruedo casi siempre en Tailandia, pero por ejemplo en mi última película, Cemetery of Splendour (2016), trabajé con el director de fotografía mexicano Diego García. En esta colaboración sentí que había unas barreras muy finas entre él y yo porque hablábamos el mismo lenguaje basado en imágenes. Y él sentía lo mismo, que teníamos un vocabulario común. De hecho, creo que cada vez es más fácil trabajar con personas de otros lugares del planeta. En Cemetery of Splendour había involucradas hasta 11 nacionalidades en la coproducción. Sin embargo, cuando vas a Cannes a veces sientes que es una competición como la Copa del Mundo y es algo que realmente no me gusta. No me siento nacionalista y creo que no se corresponde con la realidad del cine. Cada vez importa menos de donde procede una película.



P.- Sus películas son muy personales y al mismo tiempo muy locales, muy ligadas a Tailandia, pero cuentan con el reconocimiento crítico en todo el mundo. ¿Cómo cree que ha conseguido conectar con un público que no está familiarizado con su cultura?

R.- Todo está relacionado con el lenguaje cinematográfico. Ruedo en Tailandia y los diálogos están plagados de términos locales y hay muchas palabras y matices que no se pueden traducir con subtítulos. Por tanto hay, por ejemplo, salidas humorísticas que se pierden por el camino. Pero sí tenemos una memoria compartida relacionadas con ideas y conceptos sobre qué es el cine y cuál es su estructura. Y quizá también todos estamos familiarizados con representaciones como las de los fantasmas… Yo estoy muy vinculado a mis recuerdos de adolescente y en aquella época consumía productos de los grandes estudios. Veíamos películas de Spielberg y también cine más antiguo y me fijaba ya en ciertos trucos como en la iluminación de películas de fantasmas.



P.- ¿En su filmografía los recuerdos, los mitos y los fantasmas tienen una gran importancia?

R.- Es un factor bastante único de los países en vías de desarrollo como Tailandia. Soy consciente de que las creencias de la gente están cambiando, pero todavía conviven con ideas como la vida después de la muerte. En un choque importante. Y también está la cuestión de que hemos crecido con la propaganda del gobierno, que convierten los hechos en ficción. Todo esto es relevante en lo que estoy explorando en mis películas. Los fantasmas son una metáfora de la transformación de la realidad en ficción.



P.- La galería Elba Benítez exhibe estos días una exposición de su trabajo artístico titulada Fiction. ¿De qué trata exactamente?

R.- Indaga precisamente en cuestiones como qué es un hecho y qué es una ficción y sobre cómo registramos y manipulamos los sueños. Cuando soñamos accedemos a una ficción, pero a una ficción real porque hemos sido testigos de ella. De alguna manera es como lo que hace Hollywood, que también documenta a personas fingiendo cosas. Todo lo que se expone es muy personal y esta ese juego de tratar de recordar y después reinterpretar los sueños.



P.- ¿Cómo se relaciona su trabajo artístico con su filmografía?

R.- Ambas facetas están al mismo nivel aunque son distintas expresiones. Las artes visuales están más abiertas a que el público rellene los vacíos de significado. En el cine el público es más pasivo y requiere que yo proporcione mucha más información. Pero las personas que siguen mi trabajo suelen estar atentos a ambas facetas para ver cómo interactúan entre ellas.



P.- ¿Qué nos puede contar de su próxima película?

R.- Estoy desarrollando una película en Colombia. Es la primera vez que no parto de mi memoria sino de la de otros. Pero sí he incorporado ciertos aspectos de mi experiencia en Colombia, sobre todo relacionadas con alucinaciones.



P.- ¿Le interesa el cine español?

R.- Bueno, tengo que admitir que no he visto demasiadas películas españolas. En cualquier caso, me gusta mucho Pedro Almodóvar. Aunque su cine no se parece al que hago yo, siempre me emociona. El espíritu de la colmena, de Víctor Erice es una película que me encanta. Y, por supuesto, Luis Buñuel.



P.- ¿Cuáles son los retos a los que se enfrenta Tailandia en el futuro próximo?

R.- Llevamos cuatro años bajo una dictadura militar y siempre estamos igual. El ejército siempre acaba interviniendo en política cuando tenemos democracia. Muchas personas se han vuelto muy sumisas y obedientes y creo que eso es muy preocupante, porque renuncian a su alma y se vuelven xenófobos, nacionalistas y muy extremistas en el proceso. De alguna manera es el lado negativo del animismo, que crea una sumisión a las leyes del karma. Esto propaga la idea de que la gente no es igual y favorece el abuso.



@JavierYusteTosi