La número uno: Mujeres y poder
Emmanuelle Devos rodeada de hombres en un momento de la película
Tonie Marshall estrena una película feminista y militante que sacrifica la complejidad y la profundidad en favor de la claridad expositiva.
Con tono elocuentemente didáctico, Marshall, una actriz medio francesa medio estadounidense con un largo recorrido en el audiovisual galo, no oculta sus cartas y en el filme es habitual que los personajes suelten reflexiones de calado como la que arranca esta crítica. Nada que objetar. La número uno es una película discursiva y militante en la que cobran importancia las reuniones de ese grupo, llamarlo lobby suena más feo pero es lo que es, de mujeres poderosas y con talento en la que se debate sobre cuestiones que no son poco importantes como el papel de los hombres en un cambio deseable en la sociedad o la forma en que las mujeres deben preservar su identidad y la solidaridad cuando alcanzan las altas esferas.
Todos hemos visto mil veces esas fotos de Angela Merkel rodeada de hombres en las reuniones de altos dignatarios internacionales o incluso en su propio país, con la cohorte de ministros, altos funcionarios y líderes alemanes, casi siempre hombres. Hasta cierto punto, esta Emmanuelle Blachey de La número uno, una mujer rodeada de hombres, casi siempre más mediocres que ella, hace justicia a esas pioneras que deben hacer una cosa muy difícil, despejar el camino, crear nueva formas y enfrentarse a un entorno que con frecuencia quiere marginar a las mujeres a la esquina de la historia. Es eso que llaman micromachismos y que la película trata de mostrar una y otra vez como en la visita a la plataforma petrolífera, en la que ese carácter heroico de la heroína, mujer fuerte en un mundo tan "macho" como el del petróleo, queda más claro.
Bien contada e interpretada por Devos, La número uno prefiere sacrificar la complejidad y la profundidad en favor de la claridad expositiva, lo que le da un tono de panfleto, y no es una crítica. Creada y ejecutada para remover conciencias, sin duda tiene la capacidad de plantear las preguntas necesarias para, aquí sí, apostar por respuestas más complejas.