Image: Como nuestros padres: Ibsen de telenovela

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Cine

Como nuestros padres: Ibsen de telenovela

La película dirigida por Laíz Bodanzky es una suerte de canto a la liberación femenina

10 agosto, 2018 02:00

Maria Ribeiro en Como nuestros padres

Quizá hay quien lee este titular e interpreta que se trata de una burla de Como nuestros padres. No lo es. Ya ha teorizado Mario Vargas Llosa largo y tendido sobre las virtudes del folletín o culebrón como género literario. Y si hay un país en el mundo en el que dominan la telenovela es Brasil, productor masivo de lo que ellos llaman 'novelas' a secas, con esas tramas complicadísimas en las que no faltan amores malditos y rocambolescos asuntos de filiación. La película brasileña Como nuestros padres, dirigida por Laís Bodanzky, que se hizo famosa en su país haciendo cine social, es una suerte de canto a la liberación femenina con algunos momentos notables y otros menos inspirados que nos remiten a lo mejor, pero también a lo peor, del folletín como estructura dramática.

Cuenta la historia de una mujer de 38 años, Rosa (Maria Ribeiro), madre de dos niños y entregada a una vida doméstica que no la satisface y un trabajo como copy publicitaria que está lejos de sus aspiraciones. Casada con un activista medioambiental bienintencionado pero ausente que no sabe comprender sus anhelos, Rosa se siente identificada con la Nora de Casa de muñecas de Ibsen, ese personaje que desde entonces representa la liberación femenina en la cultura occidental. De clase alta, el desencadenante de la crisis es la noticia de que el hombre que siempre que ha pensado que es su padre, un tal Homero, un anciano de carácter bohemio, no lo es y que es producto de una aventura juvenil de su madre con un señor que ahora es ministro y figura muy poderosa del país.



Nada que objetar, como he dicho, al elemento 'telenovelero' del asunto. El colombiano Rodrigo García, hijo de García Márquez, ha dirigido bonitas películas con enrevesadas tramas como Madres e hijas (2009) y su propio padre incorporó con gran éxito artístico elementos del folletín a sus historias. El problema de Como nuestros padres, que tiene un buen arranque y construye buenos personajes gracias a unas interpretaciones primorosas, es que lo discursivo acaba teniendo más peso que lo emocional y lo real y por momentos tenemos la impresión de estar viendo un cursillo acelerado de liberación femenina en tres actos.

De esta manera, los aciertos, como el personaje de la madre de la protagonista (Clarisse Abujamra) o, sobre todo, el retrato de la progresiva desconexión del matrimonio, abocado a la incomunicación a pesar del verdadero afecto que los une, se ven oscurecidos por otros momentos menos logrados en los que la película parece un capítulo de una teleserie. Del mismo modo que tampoco se acaba de entender, salvo para darle mayor enjundia al asunto de forma bastante innecesaria, que el verdadero padre de la protagonista sea uno de los hombres más importantes de Brasil. Entretenida y de fácil digestión, el final ambiguo se corresponde con la sensación agridulce de una película cuyos momentos de gran viveza e intensidad dramática dan la impresión de que podría haber llegado más lejos.

@juansarda