Eva Vila. Foto: D'A Film Festival

El mito de Ulises siempre intrigó a la cineasta Eva Vila (Barcelona, 1975) pero también le hizo reflexionar sobre lo que le faltaba a la fábula creada por Homero. Mientras el bardo se explaya con el héroe, apenas nos cuenta cosas sobre esa Penélope que teje y desteje esperando su regreso. Una espera que como defiende Vilà, no tuvo nada de pasiva ya que la esposa del rey se encargó de mantener su trono a salvo de usurpadores. Todo esto lo cuenta la directora con una película sencilla y bella titulada simplemente Penélope, que se convierte aquí en la verdadera heroína. Aunque no teje y desteje en la antigua Grecia sino que se convierte en una señora de un pueblo que está en las faldas de la montaña de Montserrat, en plena Cataluña central. Allí, esa anciana (Carme Tarté), después de años de esperar en vano a su pareja, "siente" su regreso. Mientras, ese Ulises contemporáneo merodea por el pueblo en una "historia paralela" en la que las cosas suceden en el alma pero no en la realidad. La cineasta, que ha destacado hasta la fecha con documentales musicales como B-Side (2008), El espacio de uno mismo (2009) y Bajari (2011), también es la coordinadora del prestigioso máster en Documental de Creación de la Pompeu Fabra de Barcelona. Vilá nos cuenta por qué hoy es más importante que nunca reivindicar la espera como una forma activa de estar en un mundo actual obsesionado con la inmediatez y el resultado.



Pregunta.- ¿Quería contar con este filme la cara B del mito de Ulises que todos conocemos?

Respuesta.- La épica siempre se ha interpretado del lado de Ulises, el guerrero que sale a recorrer el mundo y tiene cincuenta mil amantes. Cuando volvemos a ese relato regresamos a las fuentes universales. Sabemos mucho de Ulises y sus aventuras y batallas pero solo podemos intuir lo que hacía Penélope, que no era poco. La historia del telar que tejía y destejía era un ardid muy hábil para mantener el poder a salvo de usurpadores mientras siempre se ha interpretado que la "pobre" cosía por tristeza. Me gusta retratar esa espera de Penélope, que mantiene el trono, como una forma de resistencia, de lucha.



P.- ¿Tendemos a considerar esa espera como algo inactivo, sin interés?

R.- En música tenemos los tiempos de espera y son esenciales para la propia música. Muchos jóvenes, cuando aprenden, se impacientan pero la música, como la vida, está llena de esperas. Y esas esperas no están vacías, no están muertas, están llenas en sí mismas porque es cuando recapacitas. Comprender que la espera es un fin en sí mismo me ha ayudado mucho a andar por la vida porque al final, todos esperamos cosas, desde que no explote el planeta a pagar el recibo de la luz.







P.- ¿Es la espera más revolucionario en la era de Instagram y del "estar arriba" constante?

R.- La tendencia es esa, que no quede un segundo libre, hay que llenarlo todo de notas, pero es en esasesperas cuando construyes. Estamos en un mundo tan loco que tenemos que buscar coartadas para esperar porque todo es frenesí. Angelopoulos siempre decía que cuando era más feliz era en los medios de transporte. Yo llamo cineastas de la espera a esos directores como Tarkovski, Béla Tarr o Erice, que respetan los tiempos.



P.- Es una versión muy libre del mito también porque la ambienta en el mundo rural y moderno. ¿Cómo se plantea la plasmación de sus ideas?

R.- En primer lugar, llevarlo al mundo moderno. Después, he tenido la suerte de contar con un equipo de lujo, me atrevo a decir que los mejores de España. Cuando te rodeas tan bien puedes plantearte un rodaje más activo en el que todo el mundo está pendiente de qué es lo que pasa. Se trata de generar esa sensación de sorpresa en el rodaje porque si te sorprendes tú, se sorprenderá el espectador. Al final, eso también está relacionado con la propia idea de espera porque el chispazo acaba sucediendo pero ese "mientras" adquiere todo el valor.



P.- ¿Por qué decidió que su Penélope fuera una anciana?

R.- A la sociedad del consumo no le interesa la vejez y la oculta. Se produce la paradoja de que la vida se alarga cada vez más pero al mismo tiempo los medios solo reflejan la parte más corta que es la juventud. Me gusta poner en el centro a esa mujer porque sus arrugas nos hablan de generaciones anteriores. Para que yo pueda hacer esta película muchas mujeres han tenido que trabajar antes y yo quiero hacer un elogio del paso del tiempo y de esa etapa final de la vida. Cada imagen que vemos contiene el pasado, un bosque son también todos los bosques que han existido antes. Esa Cataluña profunda y rural también está hecha de fantasmas.



P.- ¿Es muy atrevido cambiar el final como hace usted?

R.- El final de Homero es ridículo, nadie se lo cree. ¿Tú crees que alguien vuelve a casa después de tantos años y es como una novela romántica? No es una historia de verdad entre dos personas adultas. Vemos a una señora en esa espera constructiva y a un señor que vuelve a su lugar de origen, son movimientos universales. Creo que son más importantes las cosas que hemos sentido que las que pasan en realidad.



@juansarda