Image: Lucha de gigantes: la maldición del hambre

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Cine

Lucha de gigantes: la maldición del hambre

Hernán Zin retrata el hambre en Filipinas, Nigeria, Líbano y Madrid a través de unos protagonistas que se graban a sí mismos

11 octubre, 2018 02:00

Lucha de gigantes

Cuenta el escritor Martín Caparrós, autor de El hambre y uno de los participantes en esta película documental que trata ese mismo tema, que todos los años se mueren por culpa de no comer o comer mal nueve millones de personas. Ya no es como antes. La gente no pierde la vida en aquellas grandes hambrunas casi bíblicas que asolaron África el siglo pasado. El fatal desenlace llega cuando aparece cualquier enfermedad y debido a la malnutrición los pacientes no tienen la fuerza para superarla. Ya nadie, o casi nadie, se muere directamente de hambre, sino de una gripe, una gastroenteritis o un resfriado. Y todo ello sucede todos los días, todo el rato, en todas las partes del mundo.

Con una sobresaliente trayectoria profesional a sus espaldas como documentalista en países en zonas de conflicto o graves problemas sociales, Hernán Zin (Buenos Aires, 1971) nos ha brindado películas importantes para entender el mundo en el que vivimos como aquella primera Villas miseria (2009), con muchos puntos en común con esta Lucha de gigantes, o la última y premiada Nacido en Siria (2017), sobre la crisis de refugiados. En esta Lucha de gigantes, producida por Emilio Aragón, el realizador se centra en el problema del hambre y lo retrata de una manera original ya que son los protagonistas de la película quienes se graban a sí mismos o registran imágenes con un móvil.

Quizá lo más sorprendente de la película es que además de las historias que vemos en Filipinas, Nigeria o un campo de refugiados de Líbano, también aparece una historia ambientada en Madrid, porque en nuestro país también hay hambre. Es cierto, como se señala en el filme, que los avances de las últimas décadas en esta lacra han sido enormes pero también lo es que en un planeta que tira a la basura casi la mitad de comida que produce, hay de sobra para alimentar a todo el mundo e incluso para que siga sobrando. Son historias sencillas contadas con sencillez, un bebé malnutrido en África, una madre siria contando lo que siente cuando sus hijos le piden comida y otra aterrorizada porque casó a su hija con un desconocido para que los pequeños puedan comer y ahora ya no sabe nada de ella.



@juansarda