Eric Khoo

Cuando se habla de interculturalidad, hay un aspecto en el que casi nunca hay problemas: la comida. Kebabs, pizzas, hamburguesas de dos pisos, sushi y poke hawaiano se han incorporado a nuestra dieta con bastantes menos dificultades de las que a veces aparecen cuando se produce la convivencia entre personas de distintas tradiciones y culturas. La comida, sin embargo, no es inocua y también puede estar cargada de significado político, o directamente traumático, como vemos en Una receta familiar, película del director de Singapur Eric Khoo (1965) en la que el popular y exquisito ramen se convierte en motivo de disputa geopolítica y en magdalena proustiana para sus protagonistas. Revivimos las penurias y dolores de las humillaciones japonesas a los habitantes de Singapur durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la invadieron y se convirtió en escenario de encarnizadas luchas contra los británicos.



Todo esto lo cuenta Khoo con una historia mucho más sencilla y menos dramática. El protagonista es Masato (Takumi Saito), un joven chef de ramen que vive en Japón y regresa a Singapur (un conjunto de pequeñas islas pegado a Malasia) para conocer a sus ancestros cuando su padre, un maestro culinario, fallece. En busca de esa "receta familiar" Masato se reencontrará con sus raíces pero también con un pasado oscuro que marca su origen y su presente. Claro que la buena cocina une mucho y Una receta familiar es una película sobre el perdón y la concordia.



Pregunta.- ¿Por qué a la gente le cuesta tanto llevarse bien pero es tan fácil aceptar platos deliciosos de culturas muy lejanas?

Respuesta.- El origen de esta película es que un productor quería hacer una coproducción entre Singapur y Japón que sirviera para establecer lazos entre ambos países y culturas. En seguida pensé que el punto de conexión tenía que ser la comida. Los habitantes de Singapur y los japoneses somos muy distintos pero en mi país siempre ha habido fascinación por la comida japonesa. La amamos. Es una isla muy pequeña, apenas somos cinco millones de personas, y hay más de mil restaurantes japoneses. Y todos los años, miles de personas viajan a Japón a comer sashimi y vuelven cargadas de comida porque en Singapur es mucho más caro.



Takumi Saito (izquierda) protagoniza Una receta familiar, de Eric Khoo

P.- En la película muestra las heridas abiertas que hay en Singapur respecto a Japón, ¿sigue existiendo un gran rencor por las humillaciones sufridas durante la segunda guerra mundial?

R.- En la generación de personas mayores no quieren ni oír hablar de Japón. Los recuerdos de la guerra siguen muy vivos en su memoria. Para los jóvenes, es algo que sucedió hace mucho tiempo y no existe ese rencor. Nadie piensa en ello. En la película mostramos ese museo de los horrores de la guerra y cuando lo vi me quedé traumatizado. En el guión dice "Masato visita el museo" y cuando yo mismo fui, me quedé helado. En la escuela no nos hablaron de las atrocidades de los japoneses. En Alemania saben qué pasó durante la II Guerra Mundial pero nosotros no. Y en las escuelas japonesas los niños tampoco aprenden las barbaridades que hicieron en esos años. De todos modos, el principal mensaje de esta película no es hurgar en esas heridas sino proyectar una idea de perdón.



P.- ¿Por qué a los japoneses les cuesta tanto reconocer esas atrocidades cometidas en Singapur y China durante la guerra?

R.- Los japoneses nunca hablan de ello. Para un hombre de Singapur como yo, la cultura japonesa es muy distinta. Cuando a un japonés le dices algo que no le gusta, simplemente no te contesta. Lo que sí notas es una desconexión a partir de ese momento. El guión lo escribimos en inglés y al hacer la traducción al japonés para los personajes japoneses vimos que había muchas cosas que había que reescribir para adecuarnos a su carácter. Les pedí a los actores de ese país que usaran su propia manera de expresarse más que la literalidad de los diálogos. Cuando el protagonista, que es nipón, conoce a su tío de Singapur es como si dos mundos completamente distintos se encontraran. La cultura china me resulta mucho más cercana.







P.- Hablemos del protagonista, Masato. ¿Lo ve como un joven romántico e idealista?

R.- Sí, desde luego. Quería trabajar con una trama sencilla. Es un viaje de descubrimiento de las raíces. Y ese viaje se estructura a través de la búsqueda de las recetas de su madre. La película está inspirada en mi propia madre porque la echo mucho de menos y ella era una gran cocinera. Nunca me dejó apuntadas las recetas y ahora me da mucha rabia porque extraño esos sabores. La comida, como la música, tiene la capacidad de evocar muchos recuerdos.



P.- ¿Nos puede contar cómo se forma esa identidad de Singapur?

R.- Los habitantes de Singapur venimos de Malasia, China, India… El hecho de que seamos una isla tan pequeña y al mismo tiempo tengamos una procedencia tan diversa crea un "melting pot" (crisol de culturas) muy interesante. La gastronomía de Singapur es una de las mejores del mundo y no se encuentra ni en Hong Kong ni en ningún lugar de China. Puedes comer de maravilla por tres euros y por trescientos euros. Al mismo tiempo, fuimos dominados durante mucho tiempo por los británicos y no ganamos nuestra independencia hasta los años 60 del siglo pasado. Nuestro idioma nacional es el inglés. En este sentido, somos también un país joven con una cultura muy anglosajona y abierta al mundo.



P.- Singapur se ha hecho famosa por su éxito económico, ¿es un buen país para vivir?

R.- Hay un buen sistema económico y una democracia muy débil. Cuando comencé a hacer películas me tuve que enfrentar a muchos problemas con la censura. La libertad de expresión no está garantizada. Pero eso precisamente nos da a los artistas más motivos para empujar los límites y ser creativos. En Singapur se hace un cine muy interesante y muy valiente.



@juansarda