En 2008 se estrenó Déjame entrar (Thomas Alfredson), la historia de un inadaptado de 12 años que entabla una intensa amistad con una enigmática niña que se muda al piso de al lado y que tiene la particularidad de ser un vampiro con varios siglos de existencia. Esta premisa, que en otras manos podría haber dado lugar al típico filme de género, resultaba una cautivadora y sensible historia de aprendizaje que buceaba en la fragilidad emocional durante la infancia, en el acoso escolar y en el despertar del amor adolescente. Pero su impacto emanaba de un guion elaborado por el escritor sueco John Ajvide Lindqvist, a partir de su primera novela, que establecía una apuesta narrativa ciertamente ambigua y tremendamente original, a medio camino entre el realismo social, la reflexión metafísica y la fábula de terror vampírico.

A pesar de que la película fue un enorme éxito internacional -consiguió una nominación al Óscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa y Matt Reeves firmó en 2010 un remake hollywodense de la historia-, el cine sueco no había vuelto aprovechar el filón del imaginario de Lindqvist, cuyas obras siempre tienden un puente entre la realidad y la fantásía para indagar en la naturaleza del ser humano. Sin embargo, el estreno de Border, la segunda película del director iraní afincado en Suecia Ali Abbasi (1981), llega este viernes a las salas españolas para paliar esta situación.

Pornografía y contrabando

El filme traduce a imágenes un relato corto del novelista sueco sobre una agente de aduanas de estrafalario aspecto llamada Tina (Eva Melander) que posee un extraordinario olfato con el que detecta la culpa de las personas que, llegadas a Suecia en ferry, pretenden introducir artículos de contrabando en el país. Su sexto sentido es tan afilado que puede incluso detectar una tarjeta de memoria cargada de pornografía infantil escondida en la carcasa del móvil de un hombre de negocios.

“Mi primer contacto con la obra de John fue precisamente a través de la película Déjame entrar”, explica Abbasi. “Después empecé a sumergirme en sus libros y me gustó mucho que su escritura fuera muy asequible para el gran público, pero que al mismo tiempo tuviera un tremenda carga de profundidad. De alguna manera llegué a Border y enseguida entendí que allí había algo, en la línea de Déjame entrar, en lo que me interesaba trabajar. Sobre todo por los personajes, atractivos y complejos pero al mismo tiempo extraños, como de otro mundo”.

El director contactó con Lindqvist y, tras mantener largas conversaciones con él, éste le proporcionó un borrador más cinematográfico del relato y plena autorización para modificarlo. Junto a Isabella Eklöf, Abbasi empezó a introducir cambios. “Queríamos que la película tuviera un cariz más oscuro”, asegura. “Toda la subtrama de la investigación sobre la pornografía infantil es nueva y se añadió a la historia original, pero creo que hemos sido fieles a la esencia original del texto”.

La historia realmente arranca cuando un día el olfato de Tina es puesto a prueba con Vore (Eero Milonoff), un hombre con un aspecto igual de estrafalario que pasa ante su puesto de aduanas. Tina sabe que Vore esconde algo que ella no puede identificar y, al mismo tiempo, se siente terriblemente atraída por él. Poco a poco se irá creando un vínculo muy especial entre ambos y Tina se verá obligada a enfrentarse a terribles secretos sobre su propia identidad, emergiendo el relato -plagado de impactantes giros de guion- como una oda de amor al extraño, al freak y al diferente. “Aunque no estoy muy implicado en debates raciales, desde niño sé lo que significa ser una minoría”, comenta el director. “Para mí la minoría no significa un color diferente sino, y eso es lo que más importa, una persona distinta. Soy una minoría tanto en Irán como en Copenhague”.

Igual que en Déjame entrar, la película de Abbasi -que recibió el prestigioso premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes- ofrece una potente mezcla de géneros que da lugar a un filme mestizo en el que tiene cabida tanto el romance, como el cine negro, el realismo social o el terror sobrenatural. “Nunca me interesó explicar historias sino más bien romper fronteras”, explica Abbasi. “Lo que me apasiona es estudiar la sociedad a través del prisma de un universo paralelo y hacer películas de género es el mejor vehículo para conseguirlo, ya que te separas de las exigencias de la realidad y de los códigos normales del drama narrativo”.

Tanto Eva Melander como Eero Milonoff tuvieron que someterse a duras sesiones de maquillaje cada día para interpretar a los protagonistas. “Creo que las máscaras, y el hecho de que tuvieran que engordar unos 20 kilos cada uno, hizo que tanto Eva como Eero crearan personajes e identidades completamente nuevos”, finaliza el director.

@JavierYusteTosi