Después del éxito de taquilla de Embarazados (2016), Juana Macías (Madrid, 1971) regresa a los cines con otra comedia como Bajo el mismo techo, en la que vuelve a tratar el tema de la crisis de pareja con un tono más sarcástico y oscuro. La película cuenta lo que acontece a un matrimonio maduro (Silvia Abril y Jordi Sánchez) cuando se separaran pero, en plena crisis, no pueden vender la casa que compraron por una fortuna y por la que les ofrecen la mitad. Condenados a vivir juntos y en ausencia de su hija viajera, el matrimonio vivirá un verdadero calvario en el que la inevitable proximidad se convierte en motivo de disputa. Hay ecos de La guerra de los Rose (Danny DeVito, 1990), película que se cita textualmente en un momento del filme, en esta historia sobre dos personas buenas que descubren un monstruo en su interior cuando las cosas se ponen feas.

P.- En un momento dado se menciona a La guerra de los Rose. ¿Fue un referente?

R.- Hay una referencia icónica a esa película, pero Bajo el mismo techo está mucho más inspirada en el aquí y ahora. Quiero hablar de la ruptura de una relación de pareja, pero también de las dificultades para empezar una nueva vida a partir de cierta edad. Además, las dificultades económicas te lo hacen más complicado. Eso que pone de "basado en hechos reales" es cierto porque tanto los guionistas (Daniel Corpas, Juan Moreno y Anna R. Costa) como yo conocemos a parejas que han tenido que seguir conviviendo después de romper.

P.- ¿Cuál es el papel simbólico y real de la casa?

R.- El tercer protagonista, tras el matrimonio, es la casa. Efectivamente, una casa es un hogar o debería serlo. Es donde proyectas tus expectativas y tu futuro. Cuando esa casa te atrapa o se convierte en una cárcel, como ocurre aquí, es una metáfora de lo que te está pasando. En el caso de la película, el viaje es muy gráfico. Comienza cuando compran la casa y cada uno proyecta ahí sus expectativas de felicidad e ilusión, pero poco a poco se va deteriorando y oscureciendo. Y acaba destrozada como su relación.

P.- ¿La casa refleja quiénes somos y quiénes queremos ser?

R.- Hay una apuesta aspiracional de la pareja protagonista con la compra de esta casa porque se endeudan a tope y de repente la cosa les sale mal a todo los niveles. Su proyecto vital les sale mal. A mí lo que me gusta mucho es ir a localizar. Buscar la casa para esta película fue lo más complicado porque quería que tuviera un poco aspecto de cuento, como de casa ideal. Te tenías que creer que viven allí, que es su casa, porque la lucha de poder se dirime allí. Ese proceso también de búsqueda fue fantástico porque ver las casas de los demás es como ver un libro abierto. La casa también es un reflejo del estado de ánimo, cuando estás mal y tu vida es un caos, la casa también.

P.- ¿En la vida solo hay dos temas, amor y dinero, como decía Jane Austen?

R.- Los condicionantes económicos en una ruptura son determinantes. En este caso tienen un hándicap. Se han embarcado en una hipoteca que les atrapa. Eso es lo macro. Pero luego está lo pequeño: los libros, los muebles, el jamón serrano… Ese condicionante está muy presente. Toda esta parte del mal rollo que hay en la película tiene que ver con el dinero. El dinero es lo que te permite vivir y puede parecer que la felicidad solo se la pueden permitir algunos. El elemento económico condiciona tu estado de ánimo y el equilibrio.

P.- ¿Podemos descubrir cosas horribles de nosotros mismos en situaciones de crisis?

R.- Esto lo resume la mujer ecuatoriana cuando dice eso de que "a las personas se las conoce en los malos momentos". Cuando las cosas van mal es cuando se revela si eres lo racional, tolerante o civilizado que pensabas. Cuando de repente en una ruptura salen los celos y todo lo que has aguantado, es como una olla a presión. Ellos sacan lo peor que tienen dentro, pero luego ¿qué? Hay un viaje en el que cosas que pensabas que no harías las haces y descubres que eres alguien que no eras, pero hay que seguir. Una vez pasado el Apocalipsis, la vida sigue. Un poco de lo que habla la película es que las circunstancias determinan tu estado de ánimo, pero al final lo más importante en si eres o no feliz es tu actitud. A la hora de revelar el carácter los niños también son muy reveladores. Piensas que eres paciente hasta que no puedes dormir en toda la noche y te lo replanteas.

Silvia Abril en la película

P.- ¿Actúan los secundarios como espejo de su desquiciamiento?

R.- Un momento importante es cuando reaparece la hija y les pregunta si se han vuelto locos. Es ese momento en el que te bajas de la espiral de locura en el que te has embarcado y caes es un momento de caída bastante heavy. La hija sirve como espejo. Los amigos son importantes pero, en este caso, ese caradura con principios (Daniel Guzmán) es el clásico que con buena intención te da los peores consejos. Y en el caso de ella es la amiga que te dice las cosas como son y te da buenos consejos que no sigues.

P.- ¿Son los personajes víctimas de una sociedad codiciosa?

R.- Todo a tu alrededor te incita a consumir y endeudarte. Eso lo puedes mantener si todo sigue igual, pero si tus circunstancias cambian porque te separas o porque te echan del trabajo de repente eso no es sostenible. Hay un punto de falta de reflexión, de contacto con la tierra y la realidad, de tener claras las prioridades. Desde el primer momento ya está claro que es una inversión muy elevada. Todos los mensajes de la sociedad te inducen a pensar a corto plazo. Tienes que pensar en las próximas vacaciones pero proyectar más allá requiere un trabajo de reflexión que muchas veces no hacemos.

P.- ¿La "juventud eterna" es otro mito como el progreso eterno?

R.- También estamos en un momento en el que se lanzan todos esos mensajes de que los 50 son los nuevos 40, de que puedes emprender siempre que quieras, si te lo curras puedes estar joven. Esta película también habla de los perdedores y para ser feliz a veces tienes que adaptarte a las circunstancias o romper la relación y cambiar. Puedes evolucionar. Pero no se puede tener todo en todo momento. Tenemos poca capacidad de frustración y las nuevas generaciones menos. Es esta cosa de la inmediatez y la rapidez en la que vivimos. El reto de la película es darle un barniz de humor a través de la distancia o incluso la exageración en algunos momentos que te permita reírte de ello, aunque en realidad sea muy dramático lo que está contando. El éxito está sobrevalorado.

@juansarda