Hoy, 16 de julio, hace 50 años se inició la aventura que llevó al ser humano a conquistar la Luna. Un acontecimiento épico que paralizó el planeta durante un día consiguiendo el milagro de que la humanidad soñara al unísono. Neil Armstrong, Michael Collins y Buzz Aldrin fueron los tres astronautas que lograron el milagro de que pisáramos el misterioso astro y viéramos por primera vez la cara oculta. Para conmemorar ese importante aniversario, el cineasta Todd Douglas Miller, autor de otros documentales con tema científico como Dinosaur 13 (2014) se ha sumergido en el inmenso archivo de la NASA, guardado en el depósito nacional de Washington, donde ha encontrado decenas de horas de material que registraba desde todos los ángulos aquel día único en la historia de la humanidad. Sin recurrir a entrevistas actuales y partiendo solo del material de archivo, Miller traza en Apolo 11 el curso de los acontecimientos con sobriedad épica. Inspirándose en la obra del cineasta de vanguardia Francis Thompson, utiliza la multipantalla y el cinerama para desarrollar varias historias a la vez, que nos permiten ponernos en el lugar de los astronautas, de los nerviosos científicos de la NASA en Cabo Cañaveral o de los entusiasmados espectadores que acudieron a ver en directo cómo despegaba el Apollo 11.
P. ¿Cómo surge este proyecto?
R. Rodamos un corto sobre la última misión tripulada del Apolo 17 a la luna. Allí jugamos con la idea de contar esa historia solo con material de archivo y eso incluía rebuscar en los almacenes de la NASA. Fue allí cuando hicimos el contacto y se nos ocurrió la idea de que se acercaba el 50 aniversario de la llegada del hombre a la luna y podríamos hacer otra película. La sorpresa fue cuando descubrimos que en el archivo nacional de Washington había mucho material que apenas había sido utilizado. Suena extraño, pero estaba olvidado porque es un formato de película de 70 milímetros que es muy difícil de utilizar y la NASA también usó unas cámaras muy avanzadas. Estaba guardado en cámaras frigoríficas en perfectas condiciones. Los detalles y la calidad de la imagen eran espectaculares.
P. ¿Por qué le interesaba volver a contar este acontecimiento?
R. En un principio pensaba que sería un ejercicio apasionante de montaje. Eso era antes de saber que tenía ¡11 mil horas de audio y quinientos carretes con material audiovisual! Al final se convirtió en un gran ejercicio de montaje. Me inspiraban la estructura narrativa de las películas de finales de los 50 y principios de los 60. Vi muchas de esas películas, no solo Ben-Hur (William Wyler, 1959) o Lawrence de Arabia (David Lean, 1962), también filmes que se habían creado para la comunidad científica o para los museos que jugaban con la estructura del cine. Este proyecto era perfecto para usar esas técnicas porque necesitábamos una manera original de contarlo. Todo el mundo ha visto el Apolo 11, todo el mundo conoce a los astronautas y ha visto esas imágenes mil veces, así que era una ocasión ideal para experimentar.
P. ¿A qué películas de los 50 y 60 se refiere?
R. Me refiero a las películas de Francis Thompson, un cineasta de Nueva York que rodó un cine muy vanguardista. Mucho cinerama, tres cámaras, tres proyectores, en una sola pantalla… Jugaban con varias técnicas, como la narración fragmentada que seguía distintas líneas de la historia. Había una película llamada To Be Alive que fue presentada en la Exposición Universal de Nueva York de 1964. Allí utilizaba un formato de multipantalla que desarrollaban distintas narrativas. Esas películas tuvieron una gran influencia en el montaje y marcaron el lenguaje audiovisual que definió la era de Woodstock, por ejemplo.
P. ¿Fue aquel un tiempo más ingenuo e idealista que éste como hoy nos parece?
R. Hoy puede parecernos que vivimos en una sociedad más dividida y más fracturada que nunca, pero si miramos atrás veremos que esas divisiones han estado siempre. En 1969 en Estado Unidos tenías la guerra de Vietnam, madres que perdían a sus hijos allí, la lucha de los derechos civiles, una gran discriminación a las mujeres y la gente de color… No estoy seguro de que este sea un tiempo peor que ese. Lo que sí es cierto es que la llegada a la Luna tuvo un efecto galvanizador porque unió a toda la sociedad en una gesta común. Fue la demostración de que si nos juntamos podemos hacer grandes cosas. Es un testamento al genio humano, nos indica que podemos hacerlo, que podemos ser mejores.
P. ¿El hecho de ver nuestro planeta desde la Luna cambió nuestra percepción sobre nosotros mismos y nuestra condición humana?
R. Sin duda, dicen que tuvimos que ir a la Luna para descubrir la tierra. El ejemplo del movimiento ecologista empezó de verdad cuando ese astronauta hizo una foto de la tierra. Eso tuvo un impacto profundo en nuestra conciencia. Neil Armstrong lo dijo mejor que nadie en la revista TIME en la época, al final somos astronautas en nuestro planeta y estamos obligados a proteger nuestro ecosistema si queremos seguir sobreviviendo. Desde un punto de vista práctico, la Tierra no durará eternamente y no nos quedaremos aquí para siempre. Nadie sabe si pasará el año que viene o dentro de cien o un millón de años. No lo sabemos. Pero hoy sabemos que existe la posibilidad de sobrevivir como especie si dedicamos un pequeño porcentaje del presupuesto mundial a la exploración espacial en caso de que suceda una catástrofe. Mi última película trató sobre dinosaurios, pasé mucho tiempo con paleontólogos y tienden a pensar en incrementos geológicos muy grandes. Los dinosaurios no tuvieron la oportunidad de salvarse a sí mismos, pero nosotros somos la primera especie que tiene esa posibilidad. Es un sentimiento profundo saber que podemos hacer eso. En realidad, también sabemos ahora que podemos erradicar la pobreza si queremos y esa conciencia también nos transforma. Por eso este momento es tan importante porque estos extraordinarios avances tecnológicos significan un progreso que jamás habíamos visto.
P. ¿Está regresando a la agenda mundial la conquista del espacio como una prioridad después de años en los que ha estado olvidada?
R. Es cierto, vivimos un renovado interés. Ahora está más enfocado en el aspecto científico y no hay una carrera espacial entre Rusia y Estados Unidos por motivos políticos. Ahora mismo hay un gran auge de compañías privadas y otros países han ido a la luna como la India o Israel. Creo que esos países y esas nuevas compañías están empujando a la NASA y al gobierno americano a intensificar su actividad. Creo que es una cosa buena, hay mucho por explorar.
P. ¿Y qué pasa con las teorías conspiranoicas de que el hombre en realidad nunca llegó a la luna?
R. ¡Estaba esperando encontrar a Stanley Kubrick por algún lado! Por desgracia, no lo vi. Ese sí hubiera sido un buen documental.