Belén Funes: “La etiqueta de cine hecho por mujeres es totalmente estéril”
La directora ha firmado el debut del año. 'La hija de un ladrón' es un filme vibrante y complejo sobre una joven madre que lucha por salir de la marginalidad
26 noviembre, 2019 16:41No es habitual que una ópera prima se cuele en la sección oficial de San Sebastián, pero el palmarés del festival ya dejó claro que la presencia de La hija de un ladrón no era una excentricidad: la película, además del aplauso de la crítica, conquistaba el premio a la mejor actriz por el emocionante retrato que hace Greta Fernández de Sara, una joven madre que lucha por salir adelante en los ambientes marginales del extrarradio de Barcelona. La directora Belén Funes (Barcelona, 1984), procedente de la cantera de la ESCAC, sigue de cerca con la cámara a su protagonista, inmersa en una cruzada por encontrar un empleo que le permita salir de la casa de acogida en la que vive, al tiempo que lidia con la conflictiva relación que mantiene con un padre recientemente excarcelado (Eduard Fernández, progenitor en la vida real de la actriz). Sin caer en maniqueísmos ni excesos, con una propuesta estética cercana al documental e interpretaciones portentosas, Funes logra una radiografía vibrante y compleja de un personaje marcado por la ausencia de cariño.
Pregunta. ¿De dónde surge Sara, que se percibe tan real?
Respuesta. Sara es un crisol de personalidades que proceden de mujeres que he conocido, especialmente en mi adolescencia. Ese crisol lo enriquecimos con una investigación exhaustiva en centros de acogida, para conocer el camino que toman las mujeres cuando salen de allí al cumplir la mayoría de edad.
P. La Barcelona que retrata no es demasiado habitual en el cine.
R. Decidimos olvidarnos de la ciudad cosmopolita y moderna del Paseo de Gracia y de las olimpiadas y apostar por una Barcelona que también existe pero que no es tan atractiva. Rodamos dentro del cinturón metropolitano que rodea la urbe. Esos barrios los siento muy cercanos porque me crié en Ripollet, y he intentado recrear los colores y los ruidos de los lugares que han tenido que ver conmigo.
La verdad en los detalles
P. El filme parece sencillo en su narrativa, pero hay un mundo de detalles muy sugerentes, como los raquíticos bocadillos que comparten padre e hija.
R. Ese tipo de detalles son los que me emocionan cuando veo una película, porque ahí vive la verdad. Pusimos mucho énfasis en recrear cuestiones como el tipo de pan o la clase de embutidos que comen, la ropa que visten, los pisos tutelados en los que viven… Estos detalles reflejan un conocimiento profundo de lo que estás explicando, aportan humanidad y hacen que el espectador pueda sentir el filme mucho más real y accesible, que era básicamente lo que buscaba. Quería que la película pareciera en sus formas casi un documental, porque ligaba muy bien con el fondo de lo que estaba contando.
P. ¿Por eso ha rodado cámara en mano?
R. Sí, porque seguir al personaje, o acompañarlo, era la mejor táctica para que la pantalla fuera permeable a la realidad. Además, desde un punto de vista práctico, rodar así aporta inmediatez, que es algo que en el montaje potenciamos mediante la utilización de elipsis. Las secuencias no siempre empiezan y acaban, nos quedamos con un fragmento, y así parece que la película vive por delante y por detrás de ellas.
P. ¿Tenía referentes claros a la hora de enfocar el estilo?
R. Creo que hay uno que se ve muy fácil… Yo soy muy fan de los hermanos Dardenne, de lo que hacen y de cómo crean sus historias. Cada una de sus películas es el reflejo de una pequeña porción del mundo y eso es lo que busco como cineasta. Pero teníamos más referentes: Carlos Saura, Andrea Arnold, Pablo Trapero, Ken Loach… Mis directores de cabecera.
P. A Ken Loach o a los Dardenne a veces se les tacha de manipular al espectador con cierto maniqueísmo. ¿Le preocupaba caer en eso?
R. Yo lo que quería era mostrar el poder de Sara, que es una guerrera, en vez de remarcar que está en la mierda. De todas maneras, yo no estoy de acuerdo en que Ken Loach o los Dardenne traten a sus personajes de forma maniquea. Por ejemplo Rosetta, de los Dardenne, es un ejemplo de dignidad. Cuando tienes personajes en situaciones tan extremas de supervivencia es complicado encontrar el equilibrio entre mentir o decir la verdad y de qué forma. Te mueves constantemente entre dos aguas extrañas.
P. Si Sara es una guerrera, ¿Cuál es su lucha?
R. Quiere seguir existiendo y contando para alguien, que se preocupen y lloren por ella. En el fondo su lucha es como muy poca cosa, pero por distintas razones parece una quimera.
P. ¿Por qué decidió concederle el papel a Greta Fernández?
R. Ya habíamos trabajado juntas en mi cortometraje La inútil. Su rostro y su forma de mirar me dejaron impresionada. Hay algo en ella que es a la vez infantil y violento. Sara, de alguna manera, es igual. Y si Greta iba a ser Sara las cuentas eran sencillas para saber quién iba a interpretar al padre.
P. ¿Cómo fue dirigir a padre e hija?
R. Greta es muy intuitiva, mientras que a Eduard le gusta más que le dirijan. Muchas veces dicen que a los actores buenos no hace falta dirigirlos. Yo creo que más bien es al contrario porque a un actor malo poco le puedes sacar nada. Así que trabajé muchísimo con ellos, que son geniales, y fue un placer.
P. ¿Esta propuesta cinematográfica va a tener continuidad en futuros proyectos?
R. No hay nada que me pueda parecer más aburrido que estar toda la vida haciendo lo mismo, pero también es cierto que me encantan algunos directores que han hecho la misma película toda la vida, como Rohmer. Pero creo que voy a intentar probar nuevos territorios.
P. ¿Cuál es el secreto del éxito de la ESCAC, esa cantera tan potente de talento en el cine?
R. Su éxito consiste en que no paras de rodar. Se coge la cámara todos los días. No solo te enseñan el oficio, además te enseñan a amarlo y ese es el secreto.
P. ¿Qué le parece la etiqueta de cine hecho por mujeres?
R. Hay que acabar con una etiqueta tan estéril como esa, que solo ha servido para que nos tengan jugando en el patio de atrás. Yo prefiero hablar de mujeres haciendo cine. Hay que legislar para que las cosas cambien. Por ahora las ayudas selectivas del ICAA, que puntuan la presencia de mujeres, son las que mejor han funcionado.