Es difícil imaginar un mundo sin luz eléctrica pero no hace tanto que la célebre bombilla existe. Fue en 1882 cuando, por primera vez, una ciudad, Nueva York, fue iluminada por un inventor genial como Thomas Alva Edison. En La guerra de las corrientes, nueva película del director de Estados Unidos de origen mexicano Alfonso Gómez-Rejón (Yo, él y Raquel) vemos la desbordante creatividad e inteligencia del inventor de la bombilla pero también su lado oscuro cuando se enzarza en una agria competición con el industrial George Westinghouse por imponer su sistema de electricidad como estándar en Estados Unidos. Del espíritu pacifista y visionario, teñido de un retorcido espíritu burlón, al hombre enloquecido dispuesto a todo para vencer a su rival comercial, Benedict Cumberbatch le da una especial intensidad a ese Edison oscuro del filme. En el otro lado, Westinghouse (Michael Shannon), uno de esos míticos grandes industriales y financieros estadounidenses del siglo XIX con el instinto para aliarse con Nikola Tesla (el personaje que sale peor parado) e imponer su “corriente alterna” a la “corriente continua” de Edison gracias a su mano izquierda. Utilizando de manera sabia esa estética futurista de una época optimista en la que el ser humano pensaba que la ciencia y el progreso salvarían el mundo, Gómez-Rejón convierte a Edison en un héroe trágico que, como el rey Lear, acaba destruido por sus propias criaturas, en este caso esos inventos que cambiaron el mundo pero también se convirtieron en una obsesión destructiva.

Pregunta. ¿Cuál era mejor, la corriente alterna de Westinghouse o la continua de Edison?

Respuesta. Pues la de Westinghouse ganó por alguna razón. En esta batalla entre el ego y la humildad, ganó la humildad. Edison acabó pensando que había ganado su guerra contra la naturaleza, que la había atrapado y la había cazado. Consiguió preservar la luz y el sonido pero le seguía ganando la naturaleza. Es posible que se diera cuenta de que no tenía la mejor versión y no lo pudiera soportar, muchísimo del problema de Edison fue de ego.

P. ¿Gana la vieja sensatez y buen juicio frente a la “locura” del genio?

R. La diferencia entre Westinghouse y Edison es que las invenciones del segundo son proactivas, sin ninguna necesidad. Edison es un inventor y Westinghouse sabe cómo mejorar las cosas, presentarlas y darles un contexto. Siempre hay una tensión entre lo comercial y lo creativo y lo ético porque al final quieres dejar un mundo mejor. Esa tensión también se da entre el ego y la humildad. Como creador quieres hacer algo que dure pero existe un contexto en el que todo se produce.

Alfonso Gómez-Rejón

P. ¿En qué momento se volvió loco Edison?

R. Todo se tuerce a partir de que muere la esposa porque entonces la ambición y el ego se apoderan de él. Se pierde sin ella. Creo que Benedict (Cumberbatch) ha hecho un gran trabajo a la hora de mostrar su lado oscuro. Cuando inventó la electricidad él sabía que eso cambiaría el mundo. Era un momento de gran efervescencia en el que por todo el mundo rondaban ideas y patentes revolucionarios. De todos modos no quería una lección de historia victoriana, me interesaba contar la historia de un hombre que piensa que puede derrotar a la naturaleza y pierde pero por el camino transforma el mundo. El último gran legado de Edison fue la cinematografía.

P. ¿Cómo pasa Edison de pacifista militante a competir por ser el proveedor de electricidad de la silla eléctrica?

R. Todos los inventos nacen con buenas intenciones pero después se descubren sus efectos perversos. Edison nunca pensó que la electricidad pudiera servir para matar a gente en una silla del mismo modo que los creadores de Facebook tampoco pensaron que acabaría siendo un instrumento para manipular unas elecciones en contra de los demócratas. La tecnología es fantástica pero debemos pensar también en invertir en inteligencia emocional. Al final Edison nos plantea la pregunta de cuál es la verdadera naturaleza de ganar. Cuando su esposa vive es un pacifista, cree en cambiar el mundo para mejor pero cuando fallece es capaz de cualquier cosa por ganar su guerra contra Westinghouse. Ese lado oscuro del personaje era el que para mí era importante desarrollar.

P. Westinghouse también era un gran ególatra, ¿lo disimulaba mejor?

R. Desde luego, era más hábil. Él estaba obsesionado con que su nombre pasara a la posteridad. Nadie se acuerda de quién era Samuel Insull (un rico industrial que contribuyó decisivamente a la implantación de la red eléctrica), el personaje que interpreta Tom Holland, pero todo el mundo conoce el nombre de Westinghouse porque sigue siendo una corporación muy conocida. Edison perdió pero al final vemos cómo continuó creando y nos dejó el cinematógrafo. En realidad, toda la película trata sobre la idea del futuro.

La guerra de las corrientes - Trailer español (HD)

P. ¿De qué manera utiliza esa iconografía de la época, una suerte de futurismo optimista?

R. No es una película del pasado, es una película del futuro. Quería retratar el pasado tal y como se veía en ese momento, ellos se veían a sí mismos como modernos, no como seres acartonados de la antigüedad. Era un momento muy emocionante, de gran emoción y vibrante, y así es como lo quería transmitir.

P. ¿Fue ese final del siglo XIX el momento en el que todo cambió para siempre?

R. Es una visión de cambios tan enormes que transformaron nuestras vidas por completo en todos los aspectos: cambia la cultura, aparece bombilla eléctrica, la penicilina… En el caso de Estados Unidos es muy fascinante porque es ese mundo de las grandes familias como los Rockefeller, los Morgan o el propio Westinghouse que se convierten en grandes mecenas como los Medici.

P. El pobre Nikola Tesla es el gran perdedor de esta historia, ¿Cómo lo ve?

R. Todo el mundo que ve la película me dice que quiere más Tesla porque es un personaje trágico y fascinante. Gracias a él pudo ganar Westinghouse y luego no se llevó el mérito ni el dinero que le correspondían. Era alguien único, una persona capaz de vivir cien años en el futuro.

@juansarda