A los 104 años de edad falleció este sábado la célebre actriz británica-estadounidense Olivia de Havilland, una de las estrellas más destacadas del Hollywood dorado de los años 40 y del star-system. Ganadora de dos premios Óscar a la mejor actriz protagonista por La vida íntima de Julia Norris (1946) y La heredera (1949), fue nominada también al Óscar a la mejor actriz de reparto por su interpretación del personaje Melanie Hamilton en Lo que el viento se llevó (1939) y era la última superviviente del reparto estelar de la película, una de las más recordadas de la historia del cine.
Lisa Goldberg, abogada de la actriz, fue quien anunció al mundo la noticia de su muerte, ocurrida, según explicó, por causas naturales en su casa de París, donde vivía desde los años 50.
Olivia de Havilland, de padres británicos, nació en 1916 en Tokio, donde su padre, Walter de Havilland, ejercía su profesión de abogado. Su madre, Lillian Ruse, era actriz, y de ella heredaron la vocación tanto Olivia como su hermana, Joan Fontaine, que eligió el apellido del segundo marido de su madre como nombre artístico. Tras la separación de sus padres, la madre y las dos hijas se trasladaron a California. Allí Olivia y Joan cursaron sus estudios de interpretación y se abrieron paso en Hollywood a la vez que se fueron distanciando, hasta el punto de cortar toda relación durante décadas. De hecho, Joan Fontaine falleció también a una edad longeva, con 96 años, en 2013, sin que llegaran a reconciliarse tras casi 40 años sin hablarse. Su mala relación quedó patente ya en 1941, cuando se convirtieron en la primera pareja de hermanos que compitieron por un Óscar. En aquella ocasión fue Joan Fontaine quien se llevó el galardón y al recogerlo rechazó las palabras de felicitación de su hermana.
De adolescente, Olivia de Havilland fue una buena estudiante y quería convertirse en profesora de inglés, pero el teatro se cruzó en su vida. Tras participar en varias obras escolares, un asistente del director austriaco Max Reindhart se fijó en ella en 1934 mientras interpretaba El sueño de una noche de verano, obra que el director austriaco estaba montando. Reindhart le ofreció ser actriz suplente para el papel de Hermia y De Havilland tuvo la suerte de que las actrices principales abandonaran el proyecto. Impresionado por su talento, Reindhart le ofreció el mismo papel para la versión cinematográfica que iba a dirigir, y así fue como De Havilland firmó un contrato con una de las principales majors de Hollywood: Warner Bros.
En sus primeros años de carrera cinematográfica, formó terna artística con el actor Errol Flynn y con el director Michael Curtiz. Con Errol Flynn rodó siete películas, entre ellas Robin de los bosques (1938) y Murieron con las botas puestas (1941).
En 1945 la actriz denunció a Warner Bros. y con ello marcó un antes y un después en el esclavizante star-system, por el cual las grandes compañías ofrecían draconianos contratos de exclusividad a los actores a cambio de tomar el ascensor hasta la fama, aunque podían cederlos puntualmente a otros estudios, como fue el caso de De Havilland, cedida a MGM para rodar Lo que el viento se llevó. Cuando De Havilland protestó por el escaso valor artístico de los últimos papeles que le habían concedido, Warner Bros. la castigó dejando de encargarle papel alguno durante seis meses. Cuando por fin acabó su contrato de siete años con la Warner y la actriz pensaba que ya era libre, la compañía alegó que esos siete años eran laborales y no naturales, es decir, que las temporadas de descanso entre rodajes no contaban. Entonces la actriz decidió denunciar a Warner Bros. y ganó el juicio.
En los años 50, De Havilland se casó con un periodista de la revista Paris Match, Pierre Galante. Desde entonces dejó en un segundo plano su carrera interpretativa y espació mucho sus apariciones en cine, teatro y televisión. Durante aquella década y la siguiente, sus papeles más importantes fueron para las películas No serás un extraño, La noche es mi enemiga y Canción de cuna para un cadáver. Después abandonó casi por completo el cine y solo participó en algunas obras de teatro y series de televisión, como Norte y Sur (1986).
Ya en el siglo XXI, las últimas de sus apariciones públicas más importantes fueron como presentadora de uno de los premios de los Óscar de 2003 o en el funeral de Charlton Heston en 2008. Ese mismo año recibió la Medalla de las Artes del Congreso de los Estados Unidos, en 2010 recibió la Orden Nacional de la Legión de Honor de Francia y en 2017, a los 100 años de edad, fue nombrada Dama del Imperio Británico por la reina de Inglaterra Isabel II, convirtiéndose en la persona más longeva que ha recibido esta distinción.