Creador prolífico donde los haya, François Ozon (París, 1967) suele entregar un filme por año. Verano del 85, su nueva creación, presentada en el último Festival de San Sebastián, es una de sus películas más personales. No solo porque cuenta una historia protagonizada por dos chavales gays en los 80, la época en la que él mismo fue consciente de su homosexualidad, también por regresar a asuntos que forman parte de la esencia de su filmografía: el duelo y la muerte que ya trató en Bajo la arena (2000), la relación entre un alumno y su profesor como vimos en En la casa (2012) o el travestismo de Una nueva amiga (2014).
Basándose en un relato del escritor británico Aidan Chambers, en Verano del 85 Ozon refleja la historia de amor adolescente entre dos jóvenes muy distintos. Por una parte, Alexis (Félix Lefebvre), protagonista y narrador de la historia, un chico sensible y aniñado que a sus 16 años se debate entre la infancia y la madurez. Por la otra, David (Benjamin Volsin), dos años mayor, mucho más maduro y conocedor de los misterios de la carne. Al principio del filme nos enteramos de que David ha muerto en un accidente de moto y de que Alex es culpable de algo, aunque no sabemos qué. Poco a poco, a modo de puzzle y con toques de thriller, Ozon confronta la idealización romántica del soñador Alex con la cruda realidad.
Pregunta. ¿Por qué quería adaptar el relato de Aidan Chambers Bailar sobre mi tumba?
Respuesta. Cuando leí la historia en los años 80 me impactó profundamente. Quise hacer esta adaptación más joven pero por cosas de la vida no sucedió y ahora sentía que había llegado el momento. Habla de la homosexualidad de una manera universal, es una historia de amor muy sobria, muy ligera y que puede entenderla todo mundo. Los 80 fueron una época muy dura para los gays con la aparición del SIDA, todo lo que se leía entonces sobre el colectivo era terrible. Por eso también me gustó el relato, ofrecía una versión insólita por luminosa.
P. ¿Y por qué volver ahora a esta historia de la adolescencia?
R. Yo ahora soy un señor mayor, la adolescencia me queda cada vez más lejos. Siento que es el momento de tener la suficiente perspectiva para mirar atrás a esa época. Quería hacer algo sexy y ligero y cuando releí el relato me di cuenta de que era justo lo que buscaba. Siento que muchas escenas que vemos en Verano del 85 ya las he rodado antes, como si me fuera preparando. En Una nueva amiga trataba el travestismo, en En la casa las relaciones entre un alumno y su profesor y la idea del duelo y la muerte aparece en muchas de mis películas como Bajo la arena.
P. ¿Diría que es una película cargada de nostalgia?
R. Creo que esa nostalgia también la percibe la gente porque después de la pandemia el mundo de ayer parece un paraíso perdido. Vemos con melancolía ese tiempo en el que no debíamos andar con mascarilla y podíamos bailar y abrazarnos. Hay también una nostalgia de la juventud, sin duda, que he querido reflejar a través de las canciones. Yo fui joven en los años 80 y todos los temas que aparecen han tenido un significado para mí. Por eso cambié el contexto de la novela, que sucede en los 60. Buscaba esa conexión emocional con mi propia juventud a través de la música.
P. ¿Verano del 85 pretende ser realista o es una visión idealizada desde el punto de vista del protagonista?
R. Creo que Alex espera que aparezca un príncipe azul y al final se acaba dando cuenta de que no existen. El verdadero amor no es una idealización, es una realidad. Lo que de verdad siente es la experiencia de la pasión, de los celos. El mismo lo dice, “cuando estoy con él tampoco es suficiente”. La pasión es destructora y lleva a la muerte. Es así como lo descubrimos. Hay mucho gozo también en el sufrimiento del amor porque nos hace sentir vivos. La película también está relacionada con nuestras emociones en la adolescencia: un día pensamos que es el mejor de nuestra vida y al siguiente nos queremos morir. Se viven emociones muy extremas. Al final creo que el protagonista ha aprendido alguna cosa y también ha encontrado su vocación.
P. Hay algo de fatalidad en la película con ese David adolescente que pronostica su propia muerte, ¿Lo ve como un personaje trágico?
R. Es un ángel del destino, como decimos en francés, un personaje revelador. Hay incluso una pregunta que nos podemos hacer: ¿es un personaje que existe realmente o es Alexis quien se lo inventa? Cuando llegan los momentos de felicidad resumimos seis semanas en 45 minutos y solo vemos los ratos buenos. Como historia de amor es casi un cliché: los paseos en barco, la playa, la moto… Si viéramos la película desde el punto de vista de David sería muy distinta. Al final, hay un reencuentro con la realidad.
P. Eric Rohmer rodó muchas películas sobre amores veraniegos, ¿ha sido un referente?
R. Rohmer fue mi profesor en la escuela de cine. ¿Qué te voy a decir? En el cine francés hay una pequeña tradición de películas al borde del mar y la mía forma parte de ello. De todos modos, mi mayor influencia han sido las producciones americanas sobre adolescentes como Mi Idaho privado (Gus Van Sant, 1991), Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1986) o Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955), con James Dean.
P. Aunque los 80 eran tiempos más homófobos que ahora no se plantea la sexualidad como un conflicto. ¿Por qué?
R. En esa época la gente no salía del armario, eso es una cosa de ahora. Los padres no se enteraban porque no querían ver, no se hablaba del asunto.
P. ¿Y cree que han cambiado mucho las cosas desde entonces?
R. El cambio es enorme. Yo he hecho esta película para los jóvenes de hoy. Lo ves con los actores. Los chavales protagonistas no tenían ningún problema en hacer de gays o darse besos. Con los actores de una generación anterior era mucho más difícil. La película ha sido un gran éxito en Francia y eso es revelador también de los grandes cambios que ha habido en estos 30 años. Ahora la aceptación es mucho mayor. A las chicas adolescentes por ejemplo les ha encantado, se han quedado enamoradas de ellos. Eso antes no pasaba. Creo que los jóvenes de hoy son capaces de verlo como una historia de amor sin más.
P. ¿Por qué plantea su película como un thriller?
R. ¡Hay espectadores que creen que Alex ha matado a David! El relato ya estaba estructurado como un puzle en el que poco a poco vamos encajando las piezas. Me gusta plantear este juego con el espectador al contarle pequeñas historias para que se vaya armando su propia historia. Me atraen los misterios porque la vida es misteriosa y porque cuando hago una película quiero pensar en el espectador. Aprecio que la gente se haga preguntas al acabar la proyección, pero también quiero que sientan placer al ver la película y salgan felices de la sala.
P. ¿Después de la pandemia se pondrá a hacer películas para Netflix?
R. Verano del 85 se tenía que haber estrenado en plena pandemia y decidimos esperar. Todo el mundo la quería: Netflix, Amazon… De momento, voy a seguir haciendo películas para las salas. El problema que tenemos ahora en Francia es que el cine se financia con los blockbusters americanos y como no los hay, vamos a tener dificultades.