Debut en la dirección de Pedro Collantes (Madrid, 1984) tras una nutrida trayectoria en el campo del cortometraje, estrena El arte de volver, presentada en la Mostra de Venezia. Es cine sensible, con momentos un poco cursis como las primeras escenas con el abuelo y otros brillantes como la pelea con la amiga artista, que deja buen sabor de boca y la sensación de que Collantes tiene algo que contar. Cuenta la historia de Noemí (Macarena García) una joven “no tan joven” que regresa a Madrid después de probar suerte como actriz en Nueva York. Es un regreso agridulce en un corazón ambiguo que no tiene muy claro qué quiere hacer. Por una parte, la tristeza al comprobar que en su ausencia las cosas no han permanecido quietas como irracionalmente todos tendemos a creer, por la otra, la necesidad de aventura y de retarse a sí misma.

Con ecos del cine de Jonás Trueba, claro referente de esta película delicada basada en miradas y en pequeños gestos, Collantes cuenta su historia a partir de varias escenas largas rodadas casi con plano secuencia en las que vemos los distintos reencuentros de la protagonista: el amigo y amante ocasional, el abuelo, la hermana, la amiga de toda la vida… No deja de ser curioso que el encuentro más significativo de todos acabe siendo con un chófer rumano de Cabify, un total desconocido. Por el camino, la actriz reflexiona sobre el personaje de una serie a cuyo cásting se quiere presentar.

EL ARTE DE VOLVER. Tráiler oficial.

El dilema del emigrante, que se debate entre la nostalgia y la satisfacción de la audacia, queda bien expresado en esta película. Con sensibilidad, vemos a una Macarena García desorientada en su propia ciudad que se convierte en un símbolo de su propia identidad, que también ha mudado en su ausencia mental y cuando se da cuenta no alcanza a comprenderla. Es en esa búsqueda de sus propios sentimientos, de su lugar en el mundo, es donde El arte de volver resulta más convincente y conmovedora.

@juansarda