Los Globos de Oro han afrontado en 2021 su edición más desnaturalizada. Si habitualmente la gala es más parecida a un banquete de bodas en la que los invitados se mezclan en las mesas circulares y se ríen de los chistes de los presentadores, encantados todos de haberse conocido, esta noche el protagonismo recayó en esas pantallas de ordenador desde las que los premiados agradecían sus galardones, ya que no estaban invitados al Berverly Hilton de Los Ángeles por los rigores de la pandemia. Incluso las presentadoras se encontraban separadas por 4.000 kilómetros: mientras Amy Poehler soltaba chascarrillos en el mencionado teatro de la ciudad de las estrellas, Tina Fey le daba la réplica desde el Rainbow Room de Nueva York, aunque la distancia no deslució el sentido del humor y la complicidad entre ambas, amigas y compañeras desde sus años en Saturday Night Live.
Fue, sin duda, la noche de una Chloé Zhao que se convirtió en la segunda mujer en ganar el premio a mejor director. La única que había logrado llevarse el gato al agua en esta categoría anteriormente fue Barbra Streisand por Yentl en 1983. Nomadland, la película de Zhao, ya se impuso en el Festival de Venecia y sigue la senda de su estupendo filme The rider para elaborar un bello y melancólico viaje por la America profunda de la mano de una mujer que, tras perderlo todo en la crisis económica, decide embarcarse con su camioneta en una nueva vida, nómada y libre. Una película con grandes virtudes en su puesta en escena y en la construcción de los personajes, aunque quizá sea la interpretación de una enorme Frances McDormand lo más destacado. Y es por ahí, por el olvido de la Asociación de la Prensa Extranjera a la hora de premiar a la actriz, por donde estos Globos de Oro han entrado de lleno en el terreno de una polémica que llevaban arrastrando algún tiempo.
Porque, tras destaparse que los organizadores llevan desde 2003 sin tener entre sus filas a ninguna persona negra, en esta 78 edición, ha habido varias sorpresas en las categorías interpretativas que nos hacen sospechar de las intenciones de los votantes: Andra Day conquistaba el galardón a mejor actriz por Los Estados Unidos contra Billie Holliday, imponiéndose a McDormand y a los buenos trabajos de Vanessa Kirby o Carey Mulligan, y el recientemente fallecido (esto suele ayudar también) Chadwick Boseman obtenía un premio póstumo a mejor actor por La madre del blues, cuando cualquiera de la interpretaciones de sus contrincantes era mas meritoria: como mínimo la de Anthony Hopkins en El padre. David Kaluuya se convirtió en el mejor actor de reparto por Judas y el mesías negro y Jodie Foster en su homóloga femenina por The Mauritanian.
Aaron Sorkin estuvo a punto de irse de vacío con El juicio de los 7 de Chicago pero al final se llevó el premio que le corresponde y al que está más acostumbrado, el de mejor guión. El que sí se fue de vacío fue David Fincher, el gran derrotado de la noche, ya que las opciones de Mank se fueron deshinchando con el paso del tiempo y las tibias críticas. Soul, la película de Pixar, ganó el premio a la mejor película de animación y a la mejor banda sonora y la italiana Laura Pausini se llevó el premio a la mejor canción con Lo sì del filme La vida por delante. La gran excentricidad quizá sea haberle entregado el premio a la mejor película de idioma extranjero a la producción estadounidense Minari, eso sí, con más del 50 % de los diálogos en coreano.
Además, Sacha Baron Cohen se convirtió en uno de los grandes triunfadores de la noche con Borat, película film secuela, por la que recibió el premio a la mejor comedia o musical y el premio al mejor actor en ese mismo apartado, aunque Rosamund Pike le birló a la descacharrante Maria Bakalova (que protagoniza en el filme de Baron Cohen uno de las escenas del año con el colaborador de Donald Trump y ex alcalde de Nueva York Rudy Giuliani, aunque este participe en ella de manera involuntaria) el premio a la mejor actriz de comedia por I Care a Lot, privándole a Borat del pleno.
La noche de The Crown y Gambito de dama
Aunque fue una mala noche para Netflix en materia cinematográfica, la empresa de Red Hasting se desquitó en el apartado destinado a las series. The Crown volvió a arrasar y se llevó los premios a mejor serie dramática, mejor actor (Josh O'Connor), mejor actriz (Emma Corrin) y mejor actriz de reparto (Gilliam Anderson). Tan solo se le escapó el de mejor actor de reparto, que fue a parar a manos de John Boyega por su participación Small Axe, la miniserie de Steve McQueen. Pero The Crown no fue la única producción de Netflix que acumuló galardones ya que Gambito de dama triunfó como mejor serie limitada y Ana Taylor-Joy, su protagonista, consiguió el premio a la mejor actriz en este apartado. Mark Ruffalo logró el premio al mejor actor de serie limitada por interpretar a los gemelos de La innegable verdad (HBO).
En cuanto a comedia, tras el triunfo del año pasado, volvió a ganar Schitt's Creek y su protagonista femenina, Catherine O'Hara, volvió a imponerse en su categoría. Mientras, Jason Sudekis se convirtió en el mejor actor de serie de comedia por Ted Lasso, el personaje que más buen rollo consiguió trasmitir al espectador durante los momentos más duros de la pandemia.