La lista de nominados de los Goya se podría tejer en su 35 edición con varios hilos invisibles. Uno de ellos, conectaría películas que vuelven la mirada a una época trascendental para nuestra democracia como fueron los años 90 (Las niñas, Ane y El año del descubrimiento), una década que hasta la fecha no había sido muy explotada por el cine español. Otro hilo invisible enlaza a Cesc Gay (Sentimental), Iciar Bollain (La boda de Rosa), Juanma Bajo Ulloa (Baby), Isabel Coixet (Nieva en Benidorm) y Javier Fesser (Historias lamentables): todos ellos nacieron en los 60 y ya fueron premiados por la Academia. Una generación de cineastas que ha buscado (y logrado) a lo largo de los años desarrollar una voz propia dentro de la industria, a pesar de las dificultades.
Los Goya de este año son también de provincias y, además, multilingües: Ane y Akelarre están rodadas en euskera; La boda de Rosa, en valenciano, y Nieva en Benidorm, en inglés. Y merece la pena detenerse en la categoría de mejor documental, que incluye las dos mejores películas de 2020 para los críticos de El Cultural: El año del descubrimiento, de Luis López Carrasco, y My Mexican Bretzel, de Nuria Giménez Lorang, dos obras que ponen de manifiesto las desdibujadas fronteras entre realidad y ficción en el cine contemporáneo y que bien merecerían estar entre las cinco nominadas a mejor película.
Pero si por algo destaca la cosecha de 2020 es porque la gran mayoría de los filmes pasarían con nota el Test de Bechdel, creado por la historietista estadounidense Alison Bechdel para explorar la brecha de género en las películas, y que utiliza como baremo el que aparezcan al menos dos personajes femeninos en el filme, que hablen entre ellas y que lo hagan sobre algo distinto a un hombre. Valga esto para remarcar la preponderancia entre las nominaciones a los Goya de películas con protagonistas femeninos y temas relacionados con lo que significa ser mujer antes y ahora.
Las huellas del franquismo
Parte como favorita con nueve nominaciones, tras presentarse entre aplausos en la Berlinale e imponerse en el Festival de Málaga y los premios Forqué, Las niñas. La ópera prima de Pilar Palomero viaja a 1992 para hablarnos del paso de la infancia a la adolescencia de Celia. La película, hermosa y conmovedora, rastrea las huellas del franquismo, de la mojigatería y el clericalismo en una democracia todavía en pañales. Y lo hace desde un punto de vista intimista. “Quería mostrar todos esos ritos iniciáticos, el primer cigarrillo, maquillarte con tus amigas, descubrir ese mundo que va más allá de tu casa y tu colegio…”, explica Palomero. “Es una edad en la que las amigas tienen un impacto muy grande en lo que eres y en lo que vas a ser. En cualquier caso, no es una película con mensaje, lo importante es entender a Celia y producir esos sentimientos en quien lo vea. Y quería también que se entendiera a la madre. Es una mujer que lo ha pasado mal, una luchadora”.
La madre coraje interpretada por Natalia de Molina en Las niñas guarda ciertos paralelismos con Lide, la protagonista de Ane (cinco nominaciones). El personaje interpretado por Patricia López Arnaiz, una mujer excesiva, lenguaraz, inclemente e impulsiva, también quiere un futuro universitario para su adolescente hija Ane (Jone Laspiur), pero entre ambas se interponen los alargados tentáculos de la kale borroka. El debutante David Pérez Sañudo se interna en el conflicto vasco en 1994 desde los códigos del thriller, pero el fondo de la historia no es más que el disparador de un intenso drama de mujeres. “Queríamos profundizar en las relaciones de poder y en la idea de autoridad que se da dentro de una familia y ver qué ocurre cuando los comportamientos que están normativizados se rompen”, explica a El Cultural el director. “Se espera que los hijos sean el producto de los padres y cuando eso no se produce de la forma habitual, los señalamos. Ane no deja de ser un viaje hacia la madurez de una madre que no ha sabido serlo”.
Rosa también ha tenido hijos, pero en su caso traza el camino inverso al de Lide: se trata de liberarse de las ataduras de la familia y empezar una nueva vida. De ahí la idea que se le ocurre de casarse consigo misma. “Sobre todo cuando tienes un carácter generoso como el de Rosa te echas a las espaldas más de lo que deberías”, asegura Iciar Bollain, que opta al Goya a la mejor película por La boda de Rosa (ocho nominaciones). “A todos nos cuesta poner límites. Laboralmente está mal visto y este problema lo sufren especialmente las mujeres porque se les exige que siempre estén disponibles para cuidar. Llega un punto en el que tú misma te autoexplotas. Dejar el trabajo tampoco es una cosa fácil, es el acto máximo de rebeldía”.
De las ansiedades de la maternidad también da buena cuenta Baby (dos nominaciones), aunque con un tono mucho más oscuro. Se trata de una fábula sobre la feminidad por la que Juanma Bajo Ulloa podría recibir el premio al mejor director. Un macabro y grotesco cuento de hadas narrado sin diálogos que sigue los pasos de una joven bailarina drogadicta y alcohólica que decide vender al hijo que ha dado a luz sola en su apartamento para poder seguir sufragándose sus vicios. “Al igual que ocurre en la vida real, este viaje simbólico de la protagonista se realiza a través del suspense, la emoción, y la incertidumbre, elementos que conforman el cine de género”, relata Bajo Ulloa a El Cultural. “Baby es una metáfora sobre la vida, la belleza y la segunda oportunidad, hoy no existe mayor acto de rebeldía que hablar de amor”.
Un relato diabólico
Por las turbias aguas del fantástico también navega Akelarre, película dirigida por el argentino Pablo Agüero que ha logrado nueve nominaciones. El filme narra el proceso que inicia la Inquisición en el País Vasco del siglo XVII contra seis jóvenes acusadas de brujería. Tras sufrir torturas, Ana (Amaia Aberasturi, nominada a mejor actriz), cual Sherezade, decide confesar para ganar tiempo y se inventa su propio relato sobre el sabbat, el ritual de adoración al diablo. Temas como el nacionalismo, la represión o el feminismo asoman por las imágenes del filme. “No he buscado reflejar la actualidad sino que fue un periodo histórico en el que se establecieron parámetros morales y de obediencia que hoy se reproducen”, asegura Agüero. “Me parece genial que el filme pueda proporcionar símbolos para que el espectador se apropie de ellos”.
La comedia, además de con La boda de Rosa, vuelve a hacer acto de presencia en los Goya con El inconveniente, película basada en una obra de teatro de Juan Carlos Rubio que ha recibido las nominaciones a mejor director novel para Bernabé Rico y a mejor actriz y mejor actriz de reparto para Kiti Mánver y Juana Acosta, respectivamente. El inconveniente al que hace referencia el título es Lola (Mánver), la descarada e incorregible septuagenaria que vende su casa a la fría y calculadora Sara (Acosta) con la condición de que le deje vivir allí hasta el día de su muerte. Aunque la edad y el carácter de una y otra debería provocar un continuo enfrentamiento, pronto comienza a establecerse una relación de sororidad entre ambas en una película que reflexiona sobre la soledad a la que están condenados nuestros mayores. “El inconveniente trata desde la comedia un drama universal personificado en dos mujeres que protagonizan una historia de emociones y sentimientos; de amistades y soledades; de lo que nos ocurre mientras nos ocupamos en hacer otros planes; en definitiva, de eso que llamamos vida”, comenta Rico.
La sutil agudeza de Vivian
Pero, con permiso de la Lola de El inconveniente, la Celia de Las niñas y la Lide de Ane, quizás sea Vivian Barret el gran personaje femenino de estos Premios Goya. La protagonista de My Mexican Bretzel (dos nominaciones), de la debutante Nuria Giménez Lorang, nos conquista por la sutil agudeza de sus reflexiones sobre el deseo, la decepción, el miedo o el paso del tiempo. La película funciona como su diario íntimo aunque todo sea un trampantojo: el personaje está creado a partir de decenas de latas de celuloide que la directora encontró hace unos años de manera inesperada en casa de su abuelo y a las que ha dado un nuevo sentido gracias a la magia del cine. Accedemos así al mundo interior de una mujer de clase acomodada que viaja por todo el planeta entre los años 40 y 60 del siglo pasado, mientras su marido la graba sin percatarse de las dudas y flaquezas que la atormentan. “A medida que fui descubriendo las maravillas que allí había, tenía cada vez más claro que iba a hacer algo con esas imágenes”, explica Giménez Lorang. “Intuía que en algún lugar de ese material se ocultaba una historia de varias capas, aunque desconocía qué forma final iban a adoptar. Pensé que el mejor modo de descubrirlo era dejarme llevar por las imágenes y disfrutar la libertad de trabajar que he tenido”.
Certezas y enigmas
En unos Premios Goya más inciertos que de costumbre, con posibilidades tanto de que arrasen Las niñas como de que se repartan los galardones entre varias películas, tenemos ya un ganador seguro: La gallina turuleca, de Eduardo Gondell y Víctor Monigote, será la película premiada en la categoría de animación, ya que es la única nominada. Además, Ángela Molina recibirá un más que merecido Goya de Honor por una carrera plagada de grandes papeles.
Por su parte, Salvador Calvo llega a la gala con Adú, la película más nominada: aspira a 13 cabezones. Este filme coral y caleidoscópico, aborda el drama de la inmigración de africanos a Europa a partir de tres historias que se cruzan. Una película intensa que observa sin juzgar y evita el maniqueísmo, pero que, a pesar de sus virtudes y de sus 13 nominaciones, no ha logrado la condición de favorita indiscutible.
Cesc Gay, después de triunfar en los Goya en 2015 con Truman, vuelve a competir por los galardones a mejor película y mejor dirección con Sentimental, aunque su victoria con esta alocada comedia que adapta su propia obra teatral sería toda una sorpresa. Isabel Coixet, nominada a mejor directora por Nieva en Benidorm, y Javier Fesser, que pugnará por el Goya a mejor guion por Historias lamentables, tampoco lo tendrán fácil para reverdecer viejos laureles. El éxito reciente de una y otro con La librería y Campeones hace complicado pensar que se lleven el gato al agua.