'Amigo' y 'Los inocentes': en torno a la fragilidad de la amistad
Los directores Óscar Martín y Guillermo Benet reflexionan sobre la vulnerabilidad de nuestros afectos desde el terror y el drama íntimo
12 marzo, 2021 19:08Presentada con éxito en el último Festival de Sitges, se estrena en Filmin Amigo, una película de terror psicológico dirigida por Óscar Martín sobre dos amigos (Javier Botet y David Pareja) encerrados en una casona de pueblo que entablan un juego perverso en el que nunca está muy claro quién es el agresor y quién la víctima. Botet interpreta a un hombre paralizado por un accidente y Pareja a su amigo, en principio las simpatías recaen en el segundo, abnegado, mientras el discapacitado suscita nuestro rechazo con sus constantes exigencias y sus modos tiránicos, simbolizados por una campanilla que utiliza para llamar la atención de su cuidador cuando la necesita.
Después descubrimos que la relación entre ambos es más complicada de lo que parece y mientras el primero alberga rencor el segundo, hartazgo por el sentido de culpa. Ambientada en los ochenta, ese ambiente rural castellano tirando a burgués recuerda a las películas de Saura. El director utiliza de manera constante, a veces demasiado, imágenes de la televisión de la época para contar lo que sucede entre los personajes de manera simbólica. Hay un homenaje claro y explícito a Chicho Ibáñez Serrador y aquellas Historias para no dormir que lograban aterrorizarnos con historias sencillas pero efectivas de serie B.
Las buenas interpretaciones de los actores favorecen a una película a la que le falta un cierto desarrollo dramático, nunca queda muy claro qué ha pasado entre los personajes ni su historia en común, pero que logra enganchar con su constante cambio de punto de vista en el que nunca sabemos a quién debemos temer. Hay en la película una interesante reflexión sobre los lazos de afecto e incluso necesidad que nos unen con los demás, pero también sobre la forma en que esos afectos nos generan obligaciones que nos pueden resultar demasiado onerosas.
En tiempos en que la cuestión de dónde comienzan los abusos policiales está sobre la mesa a raíz de las violentas manifestaciones de Barcelona, el debutante Guillermo Benet cuenta en Los inocentes la historia de unos antisistema que después de una carga policial matan sin querer a un policía con un ladrillo. Todos los movimientos radicales se plantean en algún momento el dilema entre el sacrificio y la escalada de violencia, un proceso que Benet retrata desde la intimidad de sus personajes.
Con formato cuadrado, como si estuviera grabando con un móvil para acentuar esa sensación de proximidad con los personajes, el director nos cuenta cómo la unidad aparentemente inquebrantable de esos “soñadores” comienza a quebrarse cuando se cierne sobre ellos el sentido de culpa por haber arrebatado una vida y la amenaza de una condena de cárcel. A modo de caleidoscopio, vemos la misma historia desde cuatro puntos de vista distintos, desde quien se derrumba por la pena hasta quien piensa que lo tienen merecido por el acoso al que son sometidos. Nada une más a los seres humanos que compartir un secreto culposo, pero nada tampoco, ya se sabe, los vuelve más hostiles los unos contra los otros. A la película le sobre un poco de intensidad y le falta un poco de furia pero Benet nos acerca de manera convincente a un mundo poco conocido e interesante.