Edward Berger convierte el cónclave papal en un 'thriller': "Todo consiste en manipular para obtener poder"
- El director de 'Sin novedad en el frente' estrena 'Cónclave', donde se adentra en la trastienda de uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo, con Ralph Fiennes de protagonista.
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Más allá de adentrarse en la trastienda de uno de los rituales más secretos y antiguos del mundo, el cónclave papal, en su primera película tras alzarse con cuatro premios Oscar por Sin novedad en el frente, al director Edward Berger lo que le atraía era la noción del cadáver del papa en una bolsa de plástico.
“Me intrigaba mucho la naturaleza arcaica de la Iglesia católica, que es el patriarcado más antiguo del mundo, pero en el que se integran hombres como nosotros, que fuman, vapean, se envían whatsapp, yerran y a su muerte acaban dando tumbos en la parte trasera de una ambulancia”, describía el realizador alemán en el pasado Festival de San Sebastián, donde su thriller político Cónclave participaba a concurso en la sección oficial.
Como la novela homónima publicada por Robert Harris en 2016 en la que se inspira, el filme especula con la burocracia, la tensión y las intrigas que suceden tras las puertas cerradas de la Capilla Sixtina cuando los líderes más poderosos de la institución eclesiástica se reúnen en el Vaticano para elegir al Sumo Pontífice. La película, cuyo estreno está previsto este viernes, 20 de diciembre, se postula de nuevo a los premios de la Academia tras ser la más nominada en los Critics' Choice Awards y optar a seis Globos de Oro.
Pregunta. ¿Cómo ha conseguido volver tan entretenido un largometraje sobre la curia romana?
Respuesta. La manera en que me aproximo a todas mis películas pasa por elegir a un personaje que me interesa, seguirlo en cada paso que da y comprenderlo. Y Ralph Fiennes es un actor capaz de darnos acceso a su alma: a través de sus ojos puedes ver lo que está pensando. A lo largo de Cónclave nos mantiene cerca de su cardenal, lo que permite vivir el visionado como una experiencia humana.
P. ¿En qué medida se halla en deuda con la serie de Paolo Sorrentino El joven papa para que la audiencia sea más abierta a su propuesta?
R. Me encanta la serie. Ha habido otras películas sobre papas, como Habemus Papam (Nanni Moretti, 2011) y Los dos Papas (Fernando Meirelles, 2019), que es buenísima y muy diferente de la nuestra, pero El joven papa ha sido, seguramente, la que ha popularizado el género. Entre todas han despertado el interés del público por saber qué es lo que sucede cuando el Colegio Cardenalicio se reúne para elegir un nuevo papa.
P. ¿Era eso mismo lo que le interesaba a usted?
R. Me interesaban los juegos de poder en las elecciones más secretas para la posición más poderosa del mundo. Mucha gente se siente tentada por la ambición para convertirse en esa persona.
P. ¿Tuvo alguna ayuda por parte de la Iglesia católica, algún tipo de asesoramiento?
R. La Iglesia católica no se involucra en películas. Creo que han tenido malas experiencias en el pasado y han decidido mantenerse al margen. De hecho, hay una gruesa línea en la plaza de San Pedro para prevenir de que a partir de ese punto no están permitidas las cámaras. De todas formas, tampoco quería que nos condicionaran. Pero contamos con profesores de religión y teólogos como asesores. Además, visitamos a un cardenal y le hicimos algunas preguntas, pero no fue una visita oficial. El autor del libro ya había llevado a cabo un profundo proceso de documentación.
P. ¿De dónde surgió el humor en la amalgama de géneros que conforman Cónclave?
R. Cónclave, efectivamente, no es materia para una comedia. La Iglesia católica es oscura y taciturna, aborda temas muy serios, como el propósito en la vida. En lo personal, me resulta arduo ir a misa en Navidad. Así que no quería darle esa gravedad a la película, sino que fuera un poco divertida. Me he percatado de que siempre que hago una película y hay una sonrisa o una carcajada, eso me facilita la edición, porque me procura una distensión.
P. ¿Cuál es la secuencia con la que espera esa misma distensión en el público?
R. La que protagoniza Isabella Rossellini. Tienes a su personaje de la monja, a cuyo lado has estado todo el tiempo, pensando en que no tiene ningún poder entre ese grupo de hombres que lo determinan todo y, de repente, asistes a su contraataque. Eso regocija.
P. Cuando la película se estrenó en septiembre en el Festival de Toronto, la designación de Kamala Harris como candidata demócrata a las elecciones presidenciales en Estados Unidos provocó que la prensa hallara paralelismos entre el personaje de Ralph Fiennes y Nancy Pelosi. ¿Usted también los aprecia?
R. La actualidad política se cruzó con la película, pero podría haber sido la actualidad empresarial, como la expulsión de Sam Altman de Open AI hace un año y como, de repente, hubo un drama en la sala de juntas que derivó en que volviera a asumir la dirección ejecutiva, con más poder que nunca.
P. ¿Se acercó, por tanto, a la trama de una manera universal?
R. Al 100 por cien. Hay unas fotos del cónclave en el que se eligió al Papa Benedicto XVI que recuerdan al senado de la antigua Roma: puedes ver a los cardenales fumando y escribiendo en sus móviles, intrigando sobre quién va a ser su próximo jefe. Parece que van a sacar el cuchillo y clavárselo al otro en la espalda. Así que todo se remonta a un proceso arcaico que consiste en manipular para obtener poder, ya sea en la Iglesia católica, en un periódico, en el set de una película o en una gran compañía donde se está decidiendo quién a va ser el próximo CEO.
P. El personaje de Ralph Fiennes, el cardenal Lawrence, no quiere saber lo que está pasando fuera del Vaticano. ¿Es una metáfora de la desconexión de la Iglesia con el exterior?
R. Le dejo la interpretación al público. Solo puedo hablar de lo que yo pienso. Por definición, el cónclave se celebra a puerta cerrada, así que cierran todas las ventanas y accesos. Nosotros diseñamos los sets de modo que transmitieran una sensación claustrofóbica. Cuando se cierran las puertas, el sonido cambia, porque campa el silencio. De modo que sí, en cierto modo, te aíslas de la realidad y la sensación es opresiva, porque dejas fuera el aire, la luz y el ruido. Pasas a estar en otro planeta. En cierto modo, señala el distanciamiento de la institución con respecto al mundo.
P. El rodaje de la película coincidió con la campaña en los Oscar por Sin novedad en el frente. ¿Influyó de alguna manera en el ánimo en el set?
R. He estado desarrollando Cónclave durante cinco años, así que no me afectó en absoluto. Seguí con los planes tal cual, pero es cierto que tenía que volar a Los Ángeles a menudo para promoverla. Me apenó no poder disfrutar de la experiencia, porque tenía que rodar. Pero luego me di cuenta de que había sido una bendición, porque rebajó la presión. Supuso dejar de preocuparme por el futuro.
P. Aunque no tienen nada que ver entre sí, ambas abordan la guerra y la acción es conducida por un solo personaje masculino.
R. Estoy absolutamente de acuerdo con la existencia de paralelismos. Me gusta servirme de un personaje para tomar a la audiencia de la mano y acompañarla en un viaje febril de ensoñaciones y dudas. En este caso, a Lawrence le asalta la indecisión de si mantenerse como cardenal o dedicarse a otra cosa. Estoy seguro de que usted ha vivido momentos de zozobra en su trabajo, como yo mismo. Otro rasgo que me gusta en mis protagonistas es que vivan una batalla interna. Así les sucede tanto a Ralph como a Felix (Kammerer) en Sin novedad en el frente. Al final ambos viven una sensación de alivio, porque han vivido una situación de crisis de la que se han sobrepuesto. Eso es liberador.