Como si se tratara de un artilugio salido de la mente de Isaac Asimov, Álex de la Iglesia (Bilbao,1965) es una fuente de energía inagotable. Al menos así lo parece si atendemos a la infinidad de proyectos que se agolpan en su agenda. Este fin de semana presenta en el Festival de Sitges su nueva película, Veneciafrenia, un filme de terror ambientado en la ciudad italiana sobre un grupo de turistas españoles que inesperadamente se ven obligados a luchar por sus vidas, con Silvia Alonso e Ingrid García Jonsson como protagonistas. Pero esto es solo la punta del iceberg: ya ha finalizado el rodaje de El cuarto pasajero, una road movie que aborda los viajes en coche compartidos con Alberto San Juan y Blanca Suárez; está inmerso en los preparativos de la segunda temporada de 30 monedas; ejerce de productor en la nueva película de Eduardo Casanova, La piedad; reestrena en cines El día de la bestia el 15 de octubre y protagoniza desde septiembre en la Filmoteca Española una completa retrospectiva.
“En 'Veneciafrenia' era inevitable la correspondencia con cineastas que amo como Darío Argento, Mario Baba o Lucio Fulci”
Licenciado en Filosofía, De la Iglesia recurre a una locución latina para explicar esta efervescencia: Tempus fugit. “Tengo 55 años, me duele la espalda y me cuesta caminar y tengo la sensación de que ya se vislumbra el final del camino”, explica el director. “No tengo otra intención en la vida que rodar todo lo posible y al máximo. Como decía Truffaut, la habilidad de un director es saber matar los tiempos muertos entre películas y ahora, gracias a mi productora, estoy consiguiendo solapar la posproducción de un filme con la preproducción de otro. Y a veces escribo durante el rodaje. Y esto, a nivel de trabajo, es fabuloso. La mejor manera de pensar una película es sustituirla por otra en la cabeza de vez en cuando”.
Pero aún hay más, Veneciafrenia –que se estrena el 25 de noviembre– supone la puesta de largo de The Fear Collection, el nuevo sello cinematográfico creado por Sony Pictures y Pokeepsie Films, la productora del cineasta, en asociación con Amazon Prime Video. “La idea es crear un sello, salvando las distancias, en la línea de los grandes clásicos de la Hammer de los años 60. Queremos renovar el cine fantástico y de terror y vamos a producir a todos los que tengan ilusión y pasión por el género”. La siguiente referencia del sello será una película de Jaume Balagueró titulada Venus, pero De la Iglesia menciona a otros cineastas con los que le gustaría colaborar bajo este paraguas como Paula Ortiz, Koldo Serra, Javier Ruiz Caldera o la guionista Jelen Morales.
Sitges, puro disfrute
Sitges, sin duda, parece el lugar ideal como kilómetro 0 de esta aventura. “Casi todas mis películas han pasado por allí y la recepción siempre ha sido de cordialidad”, explica De la Iglesia. “En Sitges no hay tensión, no hay rivalidad. Todos tenemos los mismos gustos e intenciones y valoramos las películas desde el disfrute. No existe la crispación que sufres en Cannes, donde no todo el mundo coincide respecto a lo que es una buena película. Aquí nos sentimos parte de la misma familia”.
Pregunta. ¿La inclusión de Veneciafrenia en el sello le ha llevado hacia un terror canónico?
Respuesta. Sí, nunca había hecho un filme como este, de género puro y duro. Es un slasher y los adictos al terror identificarán perfectamente el concepto: un grupo de adolescentes que son atacados por una amenaza exterior y tienen que descubrir qué ocurre. Al desarrollarse en Venecia también tiene mucho de giallo, era inevitable la correspondencia con directores que amo como Dario Argento, Mario Baba o Lucio Fulci. Es colorista y sangrienta. Pero he aprovechado ese arquetipo de cine de terror para contar otras cosas.
P. ¿A qué se refiere?
R. Por ejemplo, ese momento en el que por amar algo llegamos a destruirlo. La belleza de Venecia va a terminar arrasada por el turismo masivo. Lo curioso es que nadie se considera turista, todos pensamos que formamos parte de un grupo selecto de personas que aman verdaderamente la ciudad. Pero con su sola presencia la van matando poco a poco. Y eso nos pasa en muchos ámbitos de la vida, también en la literatura o el cine.
P. ¿Cómo vivió el rodaje en plena pandemia?
R. Fue terrible, delirante. La ciudad estaba absolutamente cerrada y la gente estaba sufriendo mucho. Era también hipnótico pasear por Venecia como si fuese un set de rodaje vacío. Atravesar el Gran Canal o la Plaza de San Marco producía fascinación y terror.
P. Con The Fear Collection va a seguir ejerciendo de productor, propio y ajeno. ¿Disfruta de esa labor?
R. Enormemente. Es un nuevo mundo. Cuando te produces a ti mismo, el trabajo tiene un punto narcisista, egoísta, autoritario y neurótico muy violento. Hay que manipular, engañar y mentir para encauzar el trabajo del equipo hacia el camino que te interesa y que piensen que son sus propias ideas. Cuando produces a otro, es maravilloso ponerse al servicio de sus intenciones. Es como ser el coach de Stallone en Rocky. No soy un productor al uso: siempre que consigamos hacer las cosas dentro del presupuesto, intento acercarme al criterio del director aunque no coincida con el mío.
Entrar en twitter
P. ¿Disfruta también de la retrospectiva que le dedica Filmoteca?
R. Me hace pensar en lo mayor que estoy. Por otro lado, intento no tener presente las películas que he hecho, solo las veo una vez, pero durante la retrospectiva han proyectado algunos vídeos que reunían secuencias de muchas de mis películas y me ha resultado perturbador. Es terrible descubrir cómo caes siempre en los mismos errores o, para no ser tan pesimista, cómo incides en las mismas ideas una y otra vez. Es casi una enfermedad: esa obsesión que desconoces en cuestión de encuadres, de planos, de intenciones, en la narrativa, en el lenguaje que utilizas…
“'Los vengadores' me parece un prodigio y no consiento que se diga que no es cine. Por supuesto que es cine, un cine fabuloso”
P. ¿No vio nada positivo?
R. Soy bastante pesimista a ese nivel. Me interesa solo mirar hacia el futuro. El pasado es un cadáver y suele ser muy feo. Sí que conviene tenerlo de vez en cuando presente para descubrir que en algunos momentos pudiste ser mejor de lo que eres ahora.
P. Sitges, en cambio, sí que mira al pasado con la proyección de El día de la bestia, que también vuelve a los cines…
R. Es maravilloso que una película tenga esa oportunidad, te da la medida de lo vigente que puede ser lo que has hecho y es muy emocionante porque han pasado muchos años. Las películas no siempre son extrapolables a otras épocas, pero esta parece que sí lo es. Ha logrado mantenerse como en una burbuja temporal, me da la sensación de que es como una de esas películas de Navidad a la que siempre vuelves, como La gran familia o ¡Qué bello es vivir!, aunque no es mi intención compararme con Capra, claro.
P. Es un filme que se mete en muchos jardines. ¿Cree que hoy generaría más polémica?
R. No voy a entrar ahí ni a decir que hoy no se podría hacer porque en Twitter me crujen. Ahora tenemos el cine que nos merecemos.
P. En cualquier caso, ¿le preocupa el tema de la corrección política?
R. Todo influye. Una persona que está cercana a Twitter como yo comprende hasta qué punto lo que uno hace o dice puede ser malinterpretado, tergiversado o sacado de contexto. Pero eso tampoco te puede detener, cada uno tenemos que decir lo que buenamente creamos. Por otro lado, lo maravilloso de Twitter es que, por primera vez en la historia de la comunicación, tenemos acceso a la opinión real de todo el mundo. Y, efectivamente, la gente está muy contrariada, deseando saltar y responder. Y es bueno saber que es así.
P. Cuando fue presidente de la Academia afrontó temas como la piratería o el modelo de exhibición. ¿Cree que el tiempo ha ido dando la razón a sus planteamientos?
R. Creo que es evidente. Hace 15 años ya estábamos planteando lo que ahora es una realidad. Cuando dimití, todavía durante un tiempo se siguió negando que internet era el presente y se perdió la oportunidad de adelantarnos a Netflix o HBO con nuestras propias plataformas, que era lo que se planteaba. Pero los cambios de formato duelen mucho a la industria más solidificada. Las plataformas, en cualquier caso, han dado una nueva vida a la industria. Ahora se rueda más que nunca, hasta unos niveles inconcebibles hace años, porque la oferta es enorme. Y no se dice lo suficiente. Es fabuloso.
“Se negó que internet era el presente y se perdió la oportunidad de adelantarnos a Netflix o Hbo con nuestras plataformas”
P. ¿Diría que existe entonces la disputa entre salas y plataformas?
R. Los que lideran en este momento el mercado saben que una lucha entre ventanas de exhibición es un error, hay que saber compatibilizarlas. Toda crisis genera tensiones, pero es el momento de grandes cambios. El que entienda cómo funcionan ahora las relaciones entre las nuevas ventanas de exhibición es el que conseguirá triunfar. Y muchos cines ya han entendido que tienen que ofrecer algo más.
Marvel vs. Scorsese
P. ¿Qué opina un amante de los cómics como usted de las palabras de Scorsese sobre las películas de Marvel, que decía que no eran realmente cine?
R. Para mí Martin Scorsese es el cineasta más joven, más creativo, más inteligente y más talentoso del momento y entiendo que tenga sus gustos y que le repugne Marvel. A mí, en cambio, me encanta. Los vengadores me parece un prodigio y no consiento que se diga que no es cine. Por su puesto que es cine, un cine fabuloso, hecho extraordinariamente bien, con una experiencia alucinante y con unos técnicos sorprendentes. En cualquier caso, no veo el problema para que las películas de Scorsese y de Marvel convivan. Hay espacio para ambas.
P. ¿Para un director siempre interesado en reflejar cómo somos los españoles, qué es lo que más le preocupa del momento que vivimos?
R. Somos un país de extremos y ahora hay una gran polarización de ideas. Me parece excluyente y alarmante. Tenemos que entender que las soluciones se componen de dos elementos que resultan aceptables para dos personas, pero que no es la opinión de ninguna de ellas. Ahora se llama diálogo a quítate tú para ponerme yo.