La bulliciosa cafetería londinense Abu Nawass, regentada por dos iraquíes que partieron al exilio por su oposición a la tiranía de Saddam Hussein, destaca como centro de reunión de los miembros más liberales de esa comunidad. El cineasta Samir (Bagdad, 1955), hijo de madre suiza y padre iraquí, residente en el país helvético, retrata en My Beautiful Baghdad la forma en que los personajes tratan de huir de la violencia de sus países para encontrarla en Inglaterra.
La película está protagonizada por Taufiq (Haitham Abdel-Razzaq), un antiguo comunista que también huyó de la dictadura. Está enfrentado a su sobrino, Nasseer (Shervin Alenabi), un chaval huérfano que vive con él cada día más próximo al terrorismo yihadista. Los otros vértices son un joven homosexual que soporta el escarnio de los fundamentalistas mientras oculta su relación con un británico o una chica que ve peligrar su duramente conquistado camino hacia el bienestar en Londres cuando aparece un ex marido que le chantajea.
Con un pie en Europa y otro en Oriente Medio, Samir nos explica la frustración de su adolescencia en Suiza, cuando se sentía marginado por el color de su piel. A lo largo de su filmografía, el cineasta ha tratado de tender puentes entre un mundo y otro en documentales como Forget Baghdad: Jews and Arabs (2002), en la que retrata a la comunidad judía en Irak, o Iraqi Oddyssey (2014), en la que retrata a la comunidad iraquí dispersa por el mundo, formada por entre cuatro y cinco millones de personas. En My Beautiful Baghdad el cineasta rinde homenaje a la cultura milenaria de su país y a la lucha de unos emigrantes que deben superar unos prejuicios que los aprisionan.
Pregunta. En la película los personajes tratan de huir de los problemas en Irak pero se los vuelven a encontrar en Londres. ¿No se puede escapar del pasado?
Respuesta. Al principio la película se iba a llamar Bagdad es mi sombra, porque la sombra siempre esta allí, no la puedes evitar, siempre te acompaña. Es muy difícil escapar de tu pasado aunque vayas a otro lugar. Al mismo tiempo quiero retratar la emigración como la normalidad porque en el mundo contemporáneo vivimos en comunidades mucho más diversas. Las migraciones y la comunicaciones os abocan a un mundo más mezclado. Yo quiero mostrar que nuestros problemas ya no pueden ser locales o nacionales, lo que pasa en cualquier parte del mundo afecta a otros. Cuando visité España me di cuenta de que el país se enfrenta a problemas similares a los nuestros porque para todos los países es complicado dejar atrás un pasado de violencia.
P. La idea de la mítica Mesopotamia del imperio de Babilonia está presente en el filme como un símbolo mítico. ¿Quería rendir homenaje a esa tradición milenaria?
R. La película empieza en el Museo Británico, lo cual es muy simbólico. Vemos a un guardia de seguridad nocturno mirando las ruinas de un templo de los tiempos del imperio que fue robado por los ingleses. Eso es un símbolo muy importante para mi. El Museo no nos dejó rodar la escena y les pregunté si conocían el concepto de "restitución" y si eran conscientes de a quien pertenece esa herencia. Al mismo tiempo que los ingleses robaron esos tesoros los protagonistas se encuentran en un país al que parece que no le importa su cultura. Esas paradojas son interesantes para mostrarlas en una película. Vemos también relieves de los tiempos de Babilonia y son escenas violentas, guerreros, leones… Ese pasado fue muy sanguinario.
P. Vemos el choque generacional de una manera distinta a lo que estamos acostumbrados en Occidente. Los mayores fueron comunistas y son mucho más liberales, y es la juventud la que abraza el radicalismo islámico. ¿Se da con frecuencia ese choque?
R. Hay un momento en el que la policía le pregunta a Taufiq si cree que su sobrino se convirtió en un yihadista porque fue atacado por los skinheads. El contesta que no sabe la razón. Es demasiado simple acusar al racismo de los países de acogida de la radicalización de estos jóvenes. Yo crecí en Suiza y solo me relacionaba con inmigrantes porque la sociedad suiza me rechazaba, aunque yo hablara un alemán perfecto. Yo sabía mucho más sobre su cultura de la que ellos conocían. Me convertí en radical como consecuencia de ese rechazo, por eso comprendo emocionalmente lo que le pasa a Nasseer. Para mí el arte ha sido una forma de reponerme al odio y el rencor que me generaba esa situación. Lo que quiero mostrar es que si rechazamos a los jóvenes inmigrantes puedes crear ese caldo de cultivo. Luego, cada individuo por supuesto es responsable por sus actos.
P. Vemos a un imán radical que es un hombre carismático y muy elocuente. ¿Cómo cree que deberíamos actuar ante discursos como el suyo?
R. Todo lo que está en contra de la ley debe ser perseguido, por supuesto. Al mismo tiempo, no se trata solo de prohibir y castigar esos comportamientos. La sociedad occidental debe apoyar también los esfuerzos de la sociedad civil árabe por modernizarse y no lo hace. Soy optimista porque lo que veo cuando viajo a estos países árabes es que los radicales están perdiendo apoyos. Las nuevas generaciones son más conscientes de que existen las democracias y su derecho a expresarse como quieran. Lo mejor que podemos hacer en Europa frente a este radicalismo islámico es apoyar a los que no son así. Los países occidentales deben aceptar que la inmigración también los cambia a ellos. Vivimos en sociedades diversas y eso no va a cambiar. No son solo los inmigrantes quienes deben cambiar para adaptarse. En la película he querido que todos los personajes tengan alguna conexión con el mundo de los ingleses. Taufiq es amigo de una editora, el chico gay tiene un novio británico… Al final siempre se produce esa mezcla porque vivimos juntos. Por mucho que una comunidad ponga un muro, saldrán grietas.
P. En la película se posiciona claramente del lado de los iraquíes laicistas y liberales y trata temas aún tabú en esas sociedades como la homosexualidad. ¿Cree que puede haber musulmanes que se lo reprochen?
R. Me doy cuenta de que mi película se comprende más fácilmente en Europa, precisamente por tratar esos temas con naturalidad. El café no se llama casualmente Abu Nawass. Fue un artista que hablaba de alcohol y homosexualidad en el siglo VIII y es el Cervantes de la cultura árabe. Hablaba con toda tranquilidad sobre chicos jóvenes y su deseo por ellos. Además, en Bagdad el lugar para salir por la noche se llama Abu Nawass. El nombre tiene todo el sentido porque la homosexualidad ha formado parte de la cultura árabe como de cualquier otra.
P. ¿Se ha consolidado la democracia en Irak después del derrocamiento de Saddam Hussein?
R. Una democracia sin ley ni Estado no funciona. Lo único que hay es corrupción, si llamas a la policía nadie viene, no hay electricidad en las casas… La gente se pregunta qué clase de democracia es esa. En Irak el problema es que la influencia de los iraníes, Estados Unidos y Arabia Saudí trasladan al país su rivalidad y su conflicto.