El cine español se rearma en la Berlinale con Carla Simón e Isaki Lacuesta
Hace más de 20 años que no aparecían dos películas españolas en la sección oficial del festival de Berlín. Simón, con 'Alcarràs', y Lacuesta, con 'Un año, una noche', aspiran al Oso de Oro
14 febrero, 2022 02:54En los últimos años las secciones oficiales de los tres grandes festivales europeos, Berlín, Cannes y Venecia, han sido territorio vedado para los directores españoles, con la excepción de Almodóvar e Isabel Coixet. Por eso, nuestro cine celebra estos días que Carla Simón (Barcelona, 1986) e Isaki Lacuesta (Gerona, 1975) vayan a competir por el Oso de Oro. Aunque ‘competir’ es un verbo que no acaba de convencerles. “No tiene mucho sentido en el mundo del cine”, dice Lacuesta. “Cuando yo empezaba, Marc Recha me enseñó que en los festivales no se compite, se comparte”.
“Yo, desde luego, no pienso en el Oso de Oro”, responde Simón, cuya carrera está íntimamente ligada a la Berlinale, que define como su “casa del cine”. El proyecto de Verano 1993 se cocinó durante dos años allí, en el programa Script Station y en el Talents, y posteriormente recibió el premio a la mejor ópera prima de todo el festival cuando se presentó en 2017. Este fue el punto de inflexión para la película, que posteriormente conquistó la Biznaga de Oro en Málaga y le brindó a la cineasta el Goya a la mejor dirección novel. Alcarràs, su segundo filme, que lleva ahora a la capital alemana, también pasó por el Co-Production Market del festival, donde ganó un premio de desarrollo. “Nos han cuidado mucho”, asegura Simón. “Siempre que vamos allí pasan cosas bonitas”.
"¿Cómo puede ser que Espíritu Sagrado no aparezca en los premios Goya?”
Isaki Lacuesta, en cambio, es ya todo un veterano del cine español que cuenta con dos Conchas de Oro del Festival de San Sebastián, por Los pasos dobles (2011) y Entre dos aguas (2018). Con Un año, una noche, película que aborda los atentados de Bataclan, en París, viaja por primera vez a la Berlinale. “Es el lugar ideal para presentar la película, queremos volver a sentir la adrenalina de estar con el público”, asegura. “Además, me emociona estar en la sección oficial junto a directores a los que admiro como Claire Denis o Rithy Panh, que me dieron clases”.
“Para mí Claire Denis es dios”, contesta Simón. “He estudiado sus películas y he pensado mucho cómo rueda ycómo trata a sus personajes. Pero me hace especial ilusión compartir sección oficial con Isaki, porque para toda mi generación es un referente. Con La leyenda del tiempo (2006) tuve una revelación, nunca había visto ese tono de actuación en el cine español. Aunque ha rodado filmes muy diversos, es alguien que abrió una puerta a un tipo de película que cabalga entre el documental y la ficción, y ahora hay muchos directores que siguen el mismo camino”.
“Si Sorrentino puede hacer un cine personal con medios, ¿por qué aquí no?"
¿Se siente cómodo Lacuesta con la etiqueta de referente? “Como mínimo me emociona mucho, porque admiro lo que están haciendo los jóvenes como Carla, Chema García Ibarra, María Pérez Sanz, Ainhoa Rodríguez, Miguel Ángel Blanca, Elena Martín, Clara Roquet... Y me hace pensar también en directores como Agnès Varda, José Luis Guerín, Joaquim Jordá, Marc Recha o Agustí Villaronga, que yo sentí que me abrían el camino. Siempre hemos aprendido mucho unos de otros”.
Un vínculo real
Como hiciera Lacuesta en La leyenda del tiempo o en Entre dos aguas, Carla Simón ha recurrido a actores no profesionales para dar vida a la familia de agricultores del melocotón que protagoniza Alcarràs. Los personajes se enfrentan a la última recogida de la cosecha, ya que el dueño de la finca quiere poner allí placas solares. “Quería que los intérpretes tuvieran un vínculo muy real con la tierra, que la sintieran”, explica Simón. “Me parecía importante que fueran agricultores porque en su piel se percibe el trabajo en el campo y saben cómo se recoge un melocotón o cómo se conduce un tractor. Creo que es algo que aporta verdad. Además, quería que hablaran el catalán de Lleida, que no ha sido muy retratado en el cine y me parece muy hermoso”.
Lacuesta ha afrontado en Un año, una noche su proyecto más ambicioso en términos de producción, en el que ha contado con actores internacionales como el argentino Nahuel Pérez Biscayart (120 latidos por minuto) y la francesa Noémie Merlant (Retrato de una mujer en llamas). “Una de las claves del proyecto era precisamente poder trabajar con unos medios a los que no había tenido acceso hasta ahora”, explica el director. “Es algo que creo que nos va a permitir llegar a más gente y que ha hecho posible acercarme a imaginarios que siempre había tenido, pero que todavía no había podido plasmar en pantalla. Además, ha sido un lujazo contar con Nahuel y Noémie, son dos ferraris. Y, después, Natalia de Molina, Enric Auquer y C. Tangana han sido muy generosos al aceptar papeles pequeños, pero importantes”.
“Isaki es un referente. Con 'La leyenda del tiempo' tuve una revelación”
Un año, una noche adapta el libro Paz, amor y death metal, en el que Ramón González cuenta su experiencia como superviviente del atentado en la Sala Bataclan de París, donde 90 personas fueron asesinadas. “Lo más delicado fue rodar el atentado, que me parecía imprescindible”, comenta Lacuesta. “Evitarlo hubiese sido la típica coartada de autor para dejar fuera lo más importante por miedo a representarlo. La pregunta era cómo plasmarlo de forma adecuada sin que fuera austero y cómo ser fiel a lo que han vivido estas personas, algo que les ha marcado tanto”.
La dureza del campo
Simón partía de sus propias experiencias, como ya hizo en Verano 1993, ya que su familia cultiva melocotones en Alcarràs. “Quería explorar ese oficio, muy bonito pero muy duro, y que me parece que está en peligro de extinción en España. La idea de la película surge de esas ganas de retratar la resistencia de estas familias de agricultores y, por otro lado, de hacer un relato coral. Es un filme más construido que Verano 1993 por el hecho de que tiene varios puntos de vista, pero el tono es parecido. Tiene mucha luz a la hora de reflejar las relaciones familiares”.
Carla Simón sufrió un importante varapalo cuando se vió obligada a posponer el rodaje de Alcarràs un año por culpa de la pandemia. Con el primer confinamiento estaba a dos meses de comenzar a grabar y no pudo dejarlo para otoño porque el melocotón se recoge en verano. “Cerramos el proyecto y me puse a escribir otra cosa”, comenta la directora. “No sé hasta qué punto hubiese sido distinta si la hubiésemos hecho cuando tocaba”.
"Una de las claves del filme era contar con unos medios que nunca había tenido”
“Para nosotros”, explica Lacuesta, “en un proyecto que emocionalmente ya está muy arriba por todos los extremos, tanto el de euforia como el dedesgarro, se sumó la experiencia de estar recreando un concierto en plena pandemia, en un momento en el que no podían existir en la vida cotidiana real. Pero queríamos que la película tuviera algo propositivo y que no solo estuviera en la lista de quejas. La idea es que no queremos renunciar a experiencias como el rock, el cine o el teatro, a esas cosas que nos emocionan cuando estamos juntos. La sociedad nos lleva cada vez más a estar aislados y timoratos. Desde el sentimiento queríamos apostar sin cinismo por el amor”.
Si para Isaki Lacuesta el mayor reto era no traicionar la memoria de las personas que vivieron los atentados de París, algunos de los cuales les acompañaron en la escritura, en los ensayos y durante el rodaje, para Carla Simón la mayor preocupación era estar a la altura del éxito de Verano 1993. “Sentí esa presión en el momento de ponerme a escribir, pero al final no puedes controlar las expectativas de la gente”, asegura. “Lo importante era que el proyecto nos planteara retos que nos obligaran a aprender y a crecer como cineastas. Y creo que lo hemos logrado. Es una película más compleja que Verano 1993”.
Un momento dulce
Ambos cineastas se muestran muy optimistas con el presente del cine español. “Estamos en un momento muy dulce, en el que hay toda una generación de cineastas experimentando y probando cosas”, apunta Simón. Sin embargo, Isaki Lacuesta cree que es necesario un cambio en la industria. “El cine en España se ha quedado muy polarizado entre películas comerciales y un cine de autor pequeñito, con una mirada potente pero hecho con unos medios asfixiantes”, opina. “Si Sorrentino puede hacer un cine personal con medios, ¿por qué aquí no?”.
Simón cree que hay poco apoyo institucional. “¿Cómo puede ser que Espíritu sagrado, Destello bravío o Seis días corrientes no aparezcan por ningún lado en los Goya?”, se pregunta. “Es importante que no pensemos en el cine como compartimentos separados”, añade Lacuesta. “Para mí estas películas son tan importantes como las que hagan Bayona o Sorogoyen. Mi vocación es la de intentar que estos mundos que mucha gente ha percibido como antagónicos sean afines”.
Amor y odio por el codiciado Oso
Desde 1954, año de su primera edición, hasta 2005, la Berlinale casi siempre contó con un filme español en su sección oficial. De hecho, es el festival que hemos ganado en más ocasiones de los tres grandes europeos (Berlín, Cannes y Venecia). El primer Oso de Oro lo logró en 1960 César Fernández Ardavín por El lazarillo de Tormes, pero la etapa más exitosa tuvo lugar en los primeros años de democracia. En 1978, en una edición histórica para nuestro cine, recibieron ex aequo el galardón Las truchas (José Luis García Sánchez) y Las palabras de Max (Emilio Martínez-Lázaro). Y Ascensor (Tomás Muñoz) ganó el máximo premio en el apartado de cortos. Carlos Saura se llevaría los honores con Deprisa, deprisa en 1980 y Mario Camus conquistaría el último plantígrado dorado para nuestro cine en 1983 por La Colmena. Desde entonces, ningún director español ha logrado imponerse en un festival que parece que ha ido perdiendo paulatinamente el interés por nuestra cinematografía, que tocó fondo cuando se pasó siete años consecutivos sin competir por el gran galardón (de 2005 a 2011). Tan solo Isabel Coixet ha conseguido mantener una relación estable con el certamen en los últimos años, presentando allí tres películas a concurso. Desde el 2000, con José Luis Garci por You’re the One y Agustí Villaronga por El mar, no aparecían dos españoles en la sección oficial, como ha ocurrido este año. Además de con Lacuesta y Simón, habrá otras opciones de conquistar premios con los cortos El sembrador de estrellas, de Lois Patiño, y Agrilogistics, de Gerard Ortín, y con el debut en la dirección de Alauda Ruiz de Azúa, Cinco lobitos, presente en la sección Panorama.