La idea del reflejo es cercana al universo de Marc Crehuet (Barcelona, 1978). En El rey tuerto (2016), exitosa obra de teatro y posterior película, veíamos el insólito encuentro entre un policía antidisturbios y un antisistema al que una pelota de goma lanzada por este mismo le arrancó un ojo. En aquella fábula política, de manera insospechada, ambos extremos se acababan convirtiendo en la proyección de los miedos y las inseguridades del otro. Ahora, en Espejo, espejo la metáfora sigue más que presente con esos personajes atormentados que se confrontan a su propio reflejo en esta parábola sobre la identidad en tiempos modernos.
El propio director la define como un "drama de oficina" rodado como una comedia en una de esas oficinas que sirven como "microcosmos del mundo". La trama gira alrededor de una empresa de cosmética en crisis. El personaje disruptivo es Paula (Natalia de Molina), la nueva community manager que lo pone todo patas arriba con un vídeo para la fiesta del 50 aniversario en el que aparecen transgénero, se habla de "todes" y lo más chocante para su jefe, el vanidoso Álvaro (Santi Millán) es que salen "gordos".
Con un reparto coral en el que también destaca Carlos Areces como tipo acomplejado por su físico o Malena Alterio como hombre transexual en potencia, en Espejo, espejo el director reflexiona sobre la forma en que todos nos debatimos entre quién somos, quien nos gustaría ser, el que vemos y el que ven los demás. Ya lo decía Whitman, todos somos "multitud".
Pregunta. ¿Ese reflejo en el espejo es la persona que queremos ocultar a los demás y solo dejamos revelarse en nuestra intimidad?
Respuesta. No solo se lo ocultamos a los demás, tengo la impresión de que también a nosotros mismos. De alguna manera todos interpretamos un papel, a veces varios en un mismo día, y hay partes que quedan un poco más escondidas y no nos gusta enfrentarnos con ellas. ¿Qué pasa cuando tenemos un diálogo abierto con estas partes que se contradicen en esencia con lo que queremos ser o queremos proyectar? La metáfora del espejo se ha utilizado mucho en literatura pero muy poco en cine.
P. ¿Es muy complicado percibirse a uno mismo tal cual es con las fortalezas y debilidades de manera totalmente realista?
R. Es muy complicado verse. Un mismo día puedes hacerlo de maneras distintas y no puedes verte de una manera pura porque aquello siempre está deformado, tanto lo que ves de los demás como lo que ves de ti mismo. La mirada sobre uno mismo es muy difícil que sea objetiva aunque en realidad tienes más elementos que nadie. Es muy difícil aceptarse.
P. ¿Todos somos una multitud, como decía Walt Whitman?
R. Planteamos una dualidad cuando hay más aspectos de la personalidad que entran en juego. Hay varios reflejos con los que te puedes identificar. Lo hemos simplificado en varios aspectos como ese "castigador" que interpreta Carlos Areces con el que yo me identifico mucho. Somos más crueles que nadie. Ese momento en el que se mira en el espejo y dice eso de "eres un puto callo" yo no me hubiera atrevido a escribirlo. Uno puede ser mucho más cruel consigo mismo que nadie cuando en cambio solemos tener más miedo de lo que digan los demás. La gran paradoja es que al mismo tiempo no tenemos más remedio que ser nuestros mejores amigos.
P. Esa inscripción del tempo de Apolo en Delfos: "Conócete a ti mismo", ¿sigue siendo tan válida como entonces?
R. El drama es que no nos acabamos de conocer nunca del todo a nosotros mismos. Luego creo que no hay una esencia, no soy esencialista para nada. Somos cambiantes. El cuerpo cambia de manera constante. Conocerse es una quimera. Lo que vemos en la película es como en función de las circunstancias gana uno de los aspectos de nuestra personalidad. Una cosa que nos enseñan los culebrones es cómo la gente cambia, empiezan de una manera y acaban de otra porque no puedes mantener el mismo personaje tanto tiempo. Hay varios personajes, cada uno de ellos con una subtrama, en el que surge un conflicto entre el personaje y su reflejo. Al final hay una resolución y se impone una de las partes, al menos de manera temporal. Luego todos conocemos a personas que se aferran hasta las últimas consecuencias a uno de estos "miniyos", a estos roles que nos creamos. Yo admiro la facilidad de la gente que se cree su papel, es más fácil la vida.
P. ¿Esa mirada en el espejo puede ser difícil moralmente cuando sentimos que nos traicionamos?
R. A todos nos ha pasado, pensar que tienes unas ideas muy claras, que eres un idealista, pero hay una voz allí que te dice que lo que quieres es sobrevivir. ¿Qué queremos en el fondo? Vemos en el personaje de Santi Millán, que se desmorona primero lo externo y luego lo interno. Cuando se le cae la máscara ya no sabe quién es. Hay mucha gente que no ha llegado a conocerse y se encuentra perdida cuando le falla el personaje.
P. ¿La identidad es el gran tema de nuestro tiempo?
R. Estamos en un momento en el que nos miramos mucho al ombligo, muy narcisista. Al mismo tiempo, la cuestión de la identidad es más relevante que nunca, empezando por las identidades de género. Creo que los cambios que plantean las nuevas generaciones son positivos. Cuando eres un hombre cis heterosexual de más de 40 años puede ser difícil pero la intención es loable. Para la película he tenido un comité LGTBI asesorándome.
P. ¿Qué papel juega el inconsciente en esa forma de percibirnos?
R. Hay un extrañamiento de uno mismo, te miras las manos y te parecen raras. En este caso utilizamos la metáfora del espejo pero eso también sucede cuando observamos nuestro cuerpo. Esa parte inconsciente también sucede en la escritura del guion. Hay cosas inconscientes al escribir que ni siquiera sabes que estás expresando.
P. Vemos también ese "drama generacional" del personaje de Millán, el tipo pagado de sí mismo que a los 50 se da cuenta de que ha dejado de ser moderno y no comprende el nuevo escenario. ¿El capitalismo obliga a la renovación constante?
R. En el fondo es un "drama de oficina" visto como una comedia. La oficina da mucho juego porque ahí están todos los conflictos humanos: las traiciones, el amor, el desamor… Estéticamente jugamos con estos colores azul y rosa, tan binarios, para que veamos esa empresa de cosmética decadente. La experiencia puede darte también la sabiduría de saber que las modas cambian, entiendes que es una moda. La novedad por ser novedad no es buena, es algo que no siempre está tan claro. Yo soy el primero que me impresiono con las novedades. Hay algo que piensas que es esencial conocerlo y luego te das cuenta de que no era tan esencial. Hay una necesidad de distraerse y verlo todo de otra manera.