El mundo de criados y señores de la Inglaterra del XIX y principios del XX ha encontrado en la televisión su medio ideal, quizá porque la coralidad propia del género y lo intrincado de las relaciones humanas que desarrolla se adapta mejor a la narrativa seriada que a la concreción que implican los habituales 120 minutos de metraje. De manera que la filmografía sobre el tema dista de ser tan rica y variada como lo es en el universo catódico.
Buena parte de la producción cinematográfica sobre aristócratas y vasallos tiene un origen literario, casi siempre en clave de drama romántico. Desde las múltiples adaptaciones de la novela Jane Eyre de Charlotte Brontë –de Alma rebelde (Robert Stevenson, 1943), con Orson Welles y Joan Fontaine, a las versiones de Franco Zeffirelli de 1996 o de Cory Joji Fukunaga en 2011–, pasando por la taquillera traslación a la gran pantalla de Expiación de Ian McEwan, rodada por Joe Wright en 2007, o los incontables filmes sobre Lady Chatterley, el célebre personaje de H. D. Lawrence, que por su contenido erótico han caldeado las salas de manera recurrente.
Sin embargo, por encima de cualquierotra adaptación, destaca la que James Ivory estrenó en 1993 de Lo que queda del día, la novela de Kazuo Ishiguro. En ella, un pletórico Anthony Hopkins da vida al obstinado Sr. Stevens, primer mayordomo de la mansión de un aristócrata destinado al derrumbe por su simpatía hacia el nazismo. Apegado a la vida cautiva, ordenada, metódica y servicial de su oficio, Stevens renuncia al amor de la señorita Kenton (Emma Thompson), nueva ama de llaves, en un filme que reluce como un sutil melodrama.
Nadie ha retratado la relación entre potentados y servicio con tanta mala baba e ironía como Robert Altman en la prodigiosa tragicomedia Gosford Park (2001), que curiosamente escribió Julian Followes, showruner de la serie Dowtown Abbey (que no hay que olvidar que cuenta con dos inanes secuelas cinematográficas, estrenadas en 2019 y 2022).
Valiéndose de una estructura típica del whodunit a lo Agatha Christie, Almant consigue dotar de entidad a cada uno de los personajes de un elenco interminable de estrellas del cine británico (Maggie Smith, Kristin ScottThomas, Michael Gambon, Clive Owen,Derek Jacobi, Emily Watson, StephenFry...) para hacer un retrato que no deja títere con cabeza y en el que las barreras entre uno y otro estrato se destruyen bajo las pasiones sicalípticas.
[La oscura historia de los sirvientes y sus amos]
Tampoco habría que olvidar que el cine de género también ha abordado esta temática, siendo inolvidables filmes como Rebeca (Alfred Hitchcock,1940) o El sirviente (Joshep Losey, 1963).