Hace cuatro años, Black Panther arrasaba en las taquillas y rompía uno de los tabúes de Hollywood. No fue la primera vez que la gran industria producía una película de alto presupuesto protagonizada casi exclusivamente por negros, pero sí marcó un hito por cuanto se convirtió en la segunda producción más taquillera del año en todo el mundo con más de mil trescientos millones de euros recaudados.
Antes ya lo habían intentado dos popes como Spielberg y George Lucas y no les fue tan bien. El drama histórico El color púrpura (1985), dirigida por el primero, y la película bélica Red Tails (2012), producida y codirigida por el segundo, no fueron fracasos estrepitosos pero se quedaron lejos de sus grandes éxitos.
A pesar del fulgor de superestrellas afroamericanas como el hoy cuestionado Will Smith o Denzel Washington y el prestigio de grandes actores como Morgan Freeman, lo evidente es que los afroamericanos suelen aparecer en películas donde todos los demás son blancos y su negritud es secundaria.
Un estudio reciente de McKinsey&Company revelaba que mientras ha mejorado la presencia de actores negros en películas y series, su participación en puestos de poder (productores, directores y guionistas) sigue siendo del 6%, menos de la mitad de su porcentaje en la sociedad estadounidense. O sea, las historias siguen siendo "blancas" por mucho que ahora haya más toques de "color".
En el subsuelo de Wakanda
Black Panther llegó para arrasar con los prejuicios. Con un carismático Chadwick Boseman al frente, la superproducción creaba un verdadero héroe africano y proponía un espectáculo visual espléndido en el que el poderío de la industria americana encontraba en el imaginario de la cultura negra una excelente vía de expresión.
Sobre la ola del éxito del hip hop de nuevo cuño simbolizado por Kendrick Lamar, compositor de la banda sonora, la película lograba ser políticamente significativa y al mismo tiempo ofrecer toda la diversión y aventura que en los mejores casos brillan en este tipo de superproducciones.
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Y eso que resulta discutible su premisa de que Wakanda, el reino imaginario africano en el que sucede, esconda en el subsuelo una tecnología avanzadísima mientras "engaña" al mundo simulando una pobreza que le resulta ventajosa para pasar inadvertida y moverse a sigilo. Al final, como chivo expiatorio no deja de poner en valor los propios éxitos de Estados Unidos y Silicon Valley en un esquema netamente neoliberal por el cual las sociedades se juzgan por su desarrollo tecnológico.
El de los pies alados
La secuela de Black Panther ya se adivinaba en la primera película, lo que nadie podía prever era que el protagonista fallecería a los 43 años de cáncer. La tragedia, lógicamente, lo cambió todo y no lo tenia fácil el director, Ryan Coogler para encontrar un nuevo "black panther" con la misma fuerza de Boseman.
Ya en la primera secuencia de la secuela se refleja la angustia de su hermana, la princesa Shuri (Letitia Wright), una avezada científica, por no ser capaz de salvarle la vida. El protagonismo recae en ella misma y su madre, Ramonda (Angela Bassett derrochando carisma), la nueva reina de Wakanda desaparecido el rey. Ambas tendrán que lidiar con la codicia de las grandes potencias, con Estados Unidos al frente, por controlar sus reservas de vibranium, un poderoso metal que puede ser utilizado como fuente de energía pero también para fabricar bombas atómicas.
Las referencias a la mitología clásica siempre han sido frecuentes en las películas de superhéroes y en este caso se alude directamente a Aquiles, el de los pies alados, héroe de la guerra de Troya en la Ilíada de Homero.
En este caso, el de los "pies alados" es el villano, Namor (Tenoch Huerta), rey de una tribu desconocida de seres acuáticos que habitan en el fondo del Océano. Tras pasar desapercibidos a lo largo de los siglos, el gobierno de Estados Unidos detecta su presencia no buscándolos a ellos sino al famoso vibranium, que como sucede en muchos países africanos ricos en recursos minerales y en conflictos, es al mismo tiempo un tesoro y una maldición.
Mandela vs Mugabe
Durante unos meses que viví en Sudáfrica, una de mis mayores sorpresas fue que Mandela, venerado en Occidente, no era tan popular en su país de origen. Hablé con muchos negros que le reprochaban haber sido demasiado blando con los colonizadores blancos después del atroz apartheid. Frente a su figura, muchos ensalzaban a Mugabe, presidente y cacique de la vecina Zimbawue, quien a pesar de su corrupción y crueldad también había expulsado a numerosos colonos blancos de sus tierras.
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Como ya sucedía en la primera parte, Wakanda Forever plantea un conflicto, la codicia depredadora de las grandes potencias en Africa, y también dos formas de enfrentarse a él. Por una parte, esa Ramonda/Mandela que trata de proteger a los suyos frente a Namor/Mugabe (que es una abreviación de "no amor"), aún resentido con los conquistadores españoles del siglo XVI que expulsaron a sus ancestros de sus tierras y los condenaron a tener que vivir debajo del mar. Mientras la primera apuesta por la contención, el segundo aboga directamente por la destrucción del enemigo sin contemplaciones.
Shakespare en Africa
Los aires shakesperianos de la película original se mantienen. Black Panther es una película de superhéroes con espectaculares escenas de acción y tipos con formidables poderes, pero también pretende ser una gran metáfora sobre el colonialismo y la lucha de poder.
Más dramática que la primera, y también más larga, dura casi tres horas que son excesivas, no tiene nada de malo que las películas de superhéroes traten de ser algo más que un mero blockbuster para pasar el rato, pero por momentos es todo demasiado denso y al mismo tiempo un tanto elemental dando una cierta sensación de pedantería innecesaria.
Se entiende perfectamente el "mensaje": frente al odio vengativo de Namor triunfará la visión pacifista y conciliadora de Ramonda, pero ya lo hemos visto mil veces, toda La guerra de las galaxias va de eso, y no da la impresión de que Coogler tenga nada nuevo que aportar al asunto.
Tras toda una historia del cine americano en la que los héroes eran hombres blancos heterosexuales, hace bien Hollywood al apostar por una diversidad que no deja de ser también un reflejo más justo de la sociedad actual.
Las imágenes de Wakanda Forever siguen siendo seductoras e impresionantes, y aunque la película es demasiado larga contiene suficientes golpes y giros para mantenernos atentos. El problema es que detrás de tanta grandilocuencia al final tienes la impresión de que la trama está excesivamente forzada para llegar a una conclusión prevista.