La noticia saltó en mayo de 2020 en pleno confinamiento publicada por el diario Ara de Barcelona. Varias exalumnas del Aula de Teatro de Lleida, en el que mil jóvenes aprenden artes escénicas, denunciaron que el profesor y director del centro había abusado de ellas durante años.
En ese momento, Isabel Coixet (Sant Adrià del Besòs, 1960) supo que quería hacer una película. Le dolió que las chicas no aparecieran en fotos y se nombraran con sus iniciales porque hacía evidente el estigma que siguen arrastrando las víctimas de violación. Comenzó entonces la producción del documental, El techo amarillo, en el que dan la cara de manera valiente, y que supone un viaje al infierno.
Conocemos a Antonio Gómez, tipo carismático según todos los que lo conocen, manipulador astuto y violador en masa que mediante una mezcla de seducción, imposición, chantaje y un hábil mecanismo de castigos y recompensas logró que las pobres chicas callaran y se sintieran avergonzadas por actos a los que habían sido obligadas. Una de ella dice que no se trata del famoso "solo si es sí" porque la otra persona debe saber parar cuando nota que hay incomodidad. "No es tan difícil", dice Isabel Coixet.
Pregunta. ¿Cómo surge este documental?
Respuesta. Lo puse en marcha yo y lo he financiado yo. Cuando leí el reportaje fue una historia que me tocó mucho: las voces de las víctimas, la manera que tenían de contar lo que les había pasado. Me puso furiosa, el silencio del entorno, que la gente no las creyera… Contacté a los periodistas y luego a ellas. Al principio no sabía muy bien qué quería hacer, si una ficción o un documental. En el periódico no salían sus fotos, tan solo las iniciales, me dolió ver ese estigma de las mujeres que está todavía asociado a ser abusada. Eso pasó durante el momento álgido del confinamiento. Hice unos zoom con las chicas porque quería contar su historia con ellas, lo propuse, lo pensaron… han sido muy generosas regalándome sus historias, su presencia y su todo.
P. ¿El agresor, Antonio Gómez, es el perfecto "perverso narcisista", un tipo que consigue hacer un daño incalculable y al mismo tiempo conseguir respetabilidad social?
R. Sí, desde luego es exactamente ese tipo de personaje. La palabra que me rechina siempre es "carisma". Yo digo, dame cualquier persona anodina porque el carisma sería también ese killer que asesinó a 16 chicas y tenía mucho carisma. Parece que eso te da un pase para todo lo que pueda hacer. Esa una figura poco explorada en nuestro país, Aquí estamos hablando del director de un centro como el Aula de Teatro de Lleida con cientos de alumnos que en sus tiempos era un lugar muy vivo y muy activo. Todo el mundo te habla de él como del gurú de una secta. Luego vi esas imágenes en las que actúa literalmente como tal (organizaba ceremonias con hábitos, antorchas y salmos) y me quedó claro. Manipulaba a sus alumnos de una manera muy hábil, les decía que prácticamente eran de la misma generación aunque les doblaba la edad, les decía "yo soy uno de vosotros".
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P. Hay otro inculpado, Rubén Escartín, que fue denunciado y apartado mucho más rápidamente del centro. ¿Era un villano más patoso que Gómez?
R. Escartín fue despedido sin indemnización. Era más bruto, lo hacía más a lo bestia. Lo echaron rápido y Gómez estuvo veinte años. ¡Cuidado! Y cuando se le despidió fue con una indemnización de sesenta mil euros que es una bofetada en la cara de las víctimas. ¿Cómo es posible? Hay una trama de connivencia, de silencio, de aceptación, de mirar a otro lado muy grande.
P. Las víctimas se sintieron culpables mucho tiempo. ¿Ese es el mayor "triunfo" del agresor?
R. Una cosa que me subleva es que se exige a las víctimas que sean de una manera muy específica, les pedimos que sean perfectas. Aún hoy ponemos la responsabilidad en la víctima y no en el agresor, lo cual es alucinante. Yo he sido la primera que he dicho en alguna ocasión "bueno, deberías pasar página". He reflexionado mucho sobre ello y me doy cuenta de que lo he pensado y lo he visto. Ahora entiendo que la gente denuncia cuando puede y cuando se siente fuerte. Es injusto que alguien del exterior pida que te comportes como ella espera que seas, como se supone que se tiene que comportar una "víctima". Hemos pasado el documental en Francia y en Holanda, mucha gente que se sentía muy identificada con esta historia.
"Aún hay un estigma de vergüenza que está asociado a haber sido sometido a abusos"
P. En un momento dado una de las chicas dice que no se trata solo de "sí es sí", que la otra persona debe ser consciente de hasta dónde puede llegar. ¿Qué opina?
R. Se trata de saber ver las señales de las cosas. Yo he rodado muchas escenas de sexo y a la menor señal he parado. No es tan difícil darse cuenta de lo que le pasa a la otra persona. Ellas han pasado mucho tiempo sintiéndose culpables, ¡cuando el malo es el otro, coño! Las mujeres en eso tenemos una tendencia tremenda a sentirnos mal. Yo misma tengo un sentimiento de culpabilidad eterno sobre cualquier cosa que pasa a nuestro alrededor. La vergüenza la debería tener el tipo, es él.
P. Antonio Gómez utiliza en muchas ocasiones el argumento de que en el "mundo del teatro" al trabajar con emociones cosas como "tocarse o besarse" surgen de manera espontánea. ¿Arrastra el mundo de las artes el estigma de ser un mundo "demasiado" liberal?
R. Él se aprovecha de todo lo que se dice del teatro y las artes escénicas. En Sevilla se acaba de destapar algo parecido y en Francia acaban de acusar a otro profesor que ha colaborado con Gómez. Uno de los aspectos más asombrosos de este caso es esa indemnización tan abultada que le dan al violador. ¿Cómo es posible que se considerara su despido improcedente cuando había habido una investigación oficial? Que los hechos prescribieran no significa que no hubieran sucedido. El propio tribunal reconoció su veracidad. Es muy raro todo, detrás de estos abusos hay una conspiración muy extraña en esa actitud de mirar a otro lado y no querer creer. Otra cosa que es paradójica, las chicas me han dicho muchas veces que si en el Aula de Teatro les hubieran dicho simplemente, "la cagamos, lo sentimos, perdón", no hubieran hecho este documental. A veces querer ocultar y tapar es peor.
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P. ¿No habrá justicia para las víctimas?
R. Por una vez espero que sí. En este momento la fiscalía está utilizando como prueba el documental, hay testimonios de las nuevas generaciones. El ayuntamiento tomó cartas en el asunto y se está reabriendo el caso, algún tipo de justicia habrá. Una de las cosas que me halaga es que ahora la gente las cree. Cuando las conocí a ellas mucha gente no las creía y eso me fastidiaba mucho. En parte es triste que se tenga que hacer un documental para que la gente comience a escucharlas.
P. En el documental vemos un vídeo de Antonio Gómez en Brasil. ¿Se ha fugado?
R. Nosotros terminamos el montaje hace seis meses. En ese momento encontramos su presencia en dos escuelas en Brasil. Se ha borrado de todas las redes sociales y ahora hay rumores de que está en Madrid. No he querido investigar más. Mi responsabilidad termina haciendo el documental, hay gente que le ha visto en Tinder pero no sabemos dónde está. Los periodistas que destaparon el caso se intentaron poner en contacto con él muchas veces. A mí me hubiera gustado que saliera. Si quiere explicarse, justificarse, estaba dispuesta a escucharle porque es mi deber. Él sigue negando que esto existió, que esto pasó, dice que todo son malentendidos.
"Yo misma tengo un sentimiento de culpabilidad eterno sobre cualquier cosa que pasa a nuestro alrededor"
P. ¿El #MeToo ha cambiado la forma en que se perciben estos casos y ha dado fuerza a las mujeres?
R. Aún hay un estigma de vergüenza que está asociado a haber sido sometido a abusos. Estamos en un momento en el que las nuevas generaciones y las viejas aprenden a identificar las cosas que les pasaron, empiezan a ponerles nombre. Eso es muy importante. No sé si es el #MeToo o es otra cosa. Dos de ellas, están yendo a institutos a enseñar el documental y hablar con los chicos. Ahora comenzamos a ser conscientes de que hay cosas que no hay que tolerar nunca. Espero que haya un cambio social no solo en las mujeres, las nuevas generaciones de chicos deben entender que hay cosas que no están bien. No están bien para ellos ni para nadie.
P. ¿Cuál es su próximo proyecto?
R. Un documental sobre un cerdo en un pueblo de Salamanca llamado La Alberca. Todos los años sueltan un cerdo para que ande libre y la gente lo cuide y lo alimente, llevo un año con eso. Acabaremos en enero. Es un animal muy sensible, yo le digo a Antón que venga cuando rodamos, y viene.