El covid impidió a James Cameron acudir a la premiére de Avatar: el sentido del agua celebrada el pasado 12 de diciembre en Los Ángeles. Esto provocó que el productor Jon Landau (Nueva York, 1960) ejerciera de maestro de ceremonias y se colocara al frente del equipo.

Procedente de una familia judía de productores de Nueva York, Landau era ya a principios de los 90 vicepresidente ejecutivo de Twentieth Century Fox. De su mano han llegado filmes como Solaris (Stephen Soderberg, 2002) o Alita: Ángel de combate (Robert Rodríguez, 2019), aunque en su currículum destacan dos de los pelotazos más grandes de la historia del cine: Titanic (1997) y Avatar (2009), ambos de James Cameron.



Ahora regresa con el director de Mentiras arriesgadas (1994) con la primera de las tres secuelas sobre el planeta Pandora y sus habitantes, los Na’vi, de nuevo asediados por los humanos para arrebatarles un valioso mineral. Hablamos con el productor sobre las particularidades de Cameron como cineasta, sobre lo que aporta el 3D a la narrativa de una película y sobre el futuro de las salas de cine.

Pregunta. ¿Cual es su misión en una producción de estas características?

Respuesta. Mi misión es motivar al equipo para que se mantenga en la ruta marcada, que es la visión que tiene Jim (James Cameron) de la película, y así crear una obra que satisfaga las expectativas del público. Es complicado porque es un proceso muy largo y pueden surgir dudas. Pero trato de que todo el mundo se mantenga concentrado y se sienta como una parte importante de lo que estamos haciendo.

P. ¿Cómo es James Cameron como cineasta? ¿Qué le hace especial?

R. Jim hace sus películas para el público, y eso siempre lo tiene en mente. Además, él mismo escribe los guiones, y sigue trabajando en la escritura una vez que comienza el rodaje. Cuando trabaja con un actor, siempre intenta descifrar qué le puede aportar al personaje y se adapta, aunque nunca pierde de vista el sentido de cada escena. Y lo mismo ocurre durante la posproducción. Si algo no funciona como esperaba, está dispuesto a desecharlo o a ajustarlo. Su mayor fortaleza es saber identificar la meta, por muy lejos que se encuentre, y nunca perderla de vista.

P. ¿Por qué siempre ha afrontado proyectos tan ambiciosos desde el punto de vista técnico?

R. Jim siempre trata de ensanchar los límites del medio en cada proyecto que afronta. Es una tarea muy complicada que requiere de profesionales que estén dispuestos a arriesgarse. Con Terminator 2 puso el listón muy alto, y hemos seguido subiéndolo con Titanic, con Avatar… Jim siempre encuentra la manera de conseguir cosas de las personas que ni ellos mismos saben que pueden hacer. Y lo logra a través del liderazgo y dando ejemplo.

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P. ¿Por qué siguen apostando por el 3D?

R. No es que tengamos confianza en el 3D, es que pensamos que mejora nuestra narrativa. Cuando llegas a una sala, si el 3D está elaborado de la manera adecuada, la pantalla desaparece. Ya no estás en una sala, eres un voyeur en el mundo de la película, y esto crea una conexión muy poderosa con los personajes y una respuesta más visceral a la acción. Al final, el 3D es simplemente una herramienta que, en las manos adecuadas, puede mejorar la experiencia del público.

P. ¿Por qué cree que se fue apagando la tendencia del 3D tras el éxito de Avatar?

R. Muchos cometieron el error de pensar que el 3D podía hacer que una mala película fuera buena. Pero esto no funciona así. El 3D exacerba tanto lo bueno como lo malo. Además, en ese momento no había suficientes directores de fotografía que se sintieran cómodos con la tecnología. Tiempo atrás, había ocurrido algo parecido con los montadores o con los propios directores de fotografía, que se resistían a abandonar el celuloide y utilizar la tecnología digital. Sí que hubo directores que abrazaron el 3D para hacer grandes películas: Ang Lee y La vida de Pi (2012), Martin Scorsese y La invención de Hugo (2012), Tim Burton y Alicia en el país de las maravillas (2010)... Pero todavía hay cineastas que se sienten incómodos al utilizar este paquete de herramientas. Ojalá las secuelas de Avatar puedan cambiar esta tendencia. Al final, el 3D no es algo nuevo, solo requiere a los cineastas adecuados y a las historias adecuadas para que se convierta en una ventaja.

P. ¿Por qué la película ahonda en el tema de la familia?

R. En las películas de Jim siempre es más importante el tema que el género, y no hay tema más grande que la familia. Incluso filmes de acción como Aliens o Terminator 2 son historias de amor de una madre y un hijo, siempre toca estos temas de manera singular. Además, la familia, en el sentido más amplio de la palabra, es muy importante en la actualidad y Jim ha sabido identificarlo. La familia, tanto biológica como la que elegimos, es muy importante para la supervivencia de la humanidad, y más aún después de la pandemia.

P. ¿Le preocupa la situación actual de la exhibición y de las salas?

R. En realidad, estoy emocionado. La industria ha probado que cuando ofrece contenido que merece ser visto en una pantalla grande, el público responde. Hemos tenido un verano muy exitoso en taquilla. Con Avatar: el sentido del agua tenemos la oportunidad de recordar a los espectadores lo que significa compartir la experiencia de ver una película en una sala. Sin embargo, hay que decir que la gente lleva años hablando de la muerte de la industria del cine. El New York Times publicó un artículo con un titular que decía algo así como “El entretenimiento llega al hogar y el negocio del cine va a morir tal y como lo conocemos”. ¿Sabe cuándo se publicó? En 1983. Y sacaron uno igual en 1996. La industria del cine está aquí para quedarse. Pero los cineasta y los exhibidores tenemos que seguir ofreciendo contenidos que no se puedan disfrutar en casa.

Una imagen de 'Avatar: el sentido del agua'

P. ¿Qué requisitos requiere la proyección de Avatar: el sentido del agua en una sala?

R. Nosotros no lo vemos como requisitos sino como metas. Nuestra idea es que la película sea accesible en todo el mundo, y no solo para las comunidades que cuenten con cines que puedan proyectar a un determinado nivel de luz o que cuenten con pantallas laterales. La primera Avatar pudo verse en pantallas grandes, en pequeñas, en 2D, en 3D… Y queremos que El sentido del agua y sus secuelas funcionen de la misma manera. Eso sí, también queremos empujar a la exhibición, en aquellos lugares donde sea posible, para que la proyecten a los niveles adecuados de brillo u otros parámetros técnicos. En definitiva, no haces la película para que luzca el 3D, sino porque es un gran guion que quieres contar.

P. ¿Desde un punto de vista técnico, qué ha sido lo más complicado de rodar?

R. Desearía que lo complicado solo hubiese sido una cosa. Pero diría que la integración de personajes humanos y personajes creados por ordenador en una escena, porque están en escalas diferentes. Por mucho que lo interprete un actor, un Na’vi mide casi tres metros y en los mismos pasos puede recorrer el triple de distancia que un ser humano. Entonces, un simple paseo de un Na’vi y un ser humano es muy complicado de coordinar y de hacerlo sentir natural. Seguramente, muchos espectadores no entenderán cuando vean la película que las escenas que parecen más sencillas eran en realidad las más difíciles de rodar.

P. ¿Fue también complicado para los actores?

R. Hemos intentado crear un nuevo paradigma para que los actores pudieran sentir su actuación, porque si las interpretaciones fallan no importa lo que hagas en el apartado visual. Entonces, hemos creado por ejemplo un sistema de cables, parecido al de las cámaras arañas de los partidos de fútbol, solo que en vez de una cámara lleva un monitor en el que el actor ve la interpretación del personaje de CGI para que pueda seguirlo.

P. ¿Tradicionalmente los actores se quejaban de interpretar en una pantalla verde?

R. Tuve una conversación con Sigourney Weaver, Sam Worthington y Zoe Saldaña en la que me dijeron que nuestro proceso para capturar las interpretaciones está más centrado en la relación actor-director que en muchas de las películas de acción real en las que han trabajado. Lo comparaban con la caja negra teatral.

P. ¿Qué es de lo que se siente más orgulloso con Avatar:el sentido del agua?

R. Que el reparto sienta que sus actuaciones están en la pantalla y que no es un animador el que crea al personaje ni que hace una interpretación de sus trabajos. Que Sigourney sienta haya sentido que esa es la lágrima corriendo por su mejilla o esa es su sonrisa en su cara o esa es la inseguridad que intentaba transmitir.