Con Ant-Man y la Avispa: Quantumanía, que se estrena este viernes 17, arranca la fase 5 del Universo Cinematográfico de Marvel, que contará con seis películas y ocho temporadas de series, entre producciones nuevas y renovadas. Un auténtico empacho que Disney está convencida que el público va a deglutir con diligencia y buen ánimo. La indigestión, sin embargo, acecha a la vuelta de la esquina.
El rentable negocio de esta saga infinita ha ido perdiendo encanto paulatinamente, en parte porque algunos de los Vengadores originales, aquellos con más carisma, como el Iron Man de Robert Downey Jr. y el Capitán América de Chris Evans, han desaparecido de la ecuación. Pero también por la ausencia de cualquier tipo de riesgo a la hora de pensar y producir las películas, hasta el punto de que el sello de directores tan personales como Chloé Zhao o Sam Raimi queda reducido a la mínima expresión cuando entran en la cadena de montaje.
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Bien es cierto que como cine de evasión moderno, ese que se ve mirando el móvil y se olvida a los cinco minutos de que se enciendan las luces, pocos peros se le puede poner. Además, cada película funciona con las reglas de la teleficción, siendo un episodio más de un plan narrativo maestro que recompensa a los fieles. Pero ¿con eso será suficiente para que los espectadores no pierdan el interés?
Ant-Man y la Avispa: Quantumanía sirve de presentación del personaje de Kang, el villano principal de las próximas entregas de la saga, tomando el relevo del Thanos de Josh Brolin. Jonathan Majors se esfuerza por dotarlo de intensidad y fiereza, aunque nos faltan unas motivaciones más definidas para entender sus ansias de destrucción. Veremos si en el futuro el personaje se convierte en alguien realmente temible y memorable.
Por su parte, Paul Rudd vuelve a ponerse el traje que tan bien le sienta del hombre hormiga (ya lleva tres películas como protagonista) en un filme que, ¡sorpresa!, quiere hablar de la familia (aunque en realidad no diga nada sobre el asunto). Así, el meollo de la historia está en la relación del protagonista con su hija Cassie (Kathryn Newton), una adolescente con grandes dotes para la ciencia y para meterse en problemas.
El caso es que padre e hija, así como la Avispa (Evangeline Lilly), Hank Pym (Michael Douglas) y Janet Van Dyne (Michelle Pfeiffer), acaban de manera involuntaria en el Reino Cuántico para vivir una aventura que fusila la space-opera de Star Wars sin contemplaciones. Ambos, claro está, acabarán conociéndose un poco mejor.
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Lo cierto es que a nadie le pasará nada demasiado malo (ni bueno) viendo Ant-Man y la Avispa: Quantumanía. Una aventura supuestamente épica, con chascarrillos supuestamente hilarantes, con unos efectos digitales que supuestamente son la leche y una estética supuestamente visionaria. Y con uno de esos clímax ampulosos y acelerados marca de la casa.
Pero en realidad estamos ante una película que no es más que la enésima fotocopia en una saga con signos de agotamiento, muy justa además de emoción y de interés. O algo cambia en Marvel, o su universo va a terminar siendo café para muy cafeteros.