Dice Lucía Alemany (Tortosa, 1985) que La inocencia, su debut, una de las grandes sorpresas del cine patrio de 2019, “solo la podía hacer indie” por falta de recursos, queda claro. Cineasta con una personalidad y talento que quedaba claro en ese contundente y a la vez cálido retrato de las glorias y miserias de la provincia valenciana, Alemany sorprende a propios y extraños con su nuevo filme, Mari(dos), un “encargo” de TeleCinco Cinema.
Dicho así, puede sonar mal, pero partiendo de un por momentos brillante guion de Pablo Alén y Breixo Corral, la directora logra que esta película sobre dos machos, uno mas machito que otro, enfrentados por el amor de una mujer posea frescura, gracia y originalidad.
La trama arranca cuando Toni (Paco León) y Emilio (Ernesto Alterio) viajan a un resort de esquí para ocuparse de su mujer en coma, la misteriosa Laura (Celia Freijeiro), víctima de un alud que ha matado a varias personas. La gracia del asunto es que los dos están casados con ella por supuesto sin saberlo.
Partiendo de un conflicto muy claro y clásico, la película narra la rivalidad, amorosa pero también de caracteres de los contendientes por el corazón de Laura. Ambos en los cuarenta, por una parte, Toni es un pijo de Barcelona que siempre va a la moda y se esfuerza por ser “inclusivo”, no caer en tics de la “masculinidad tóxica” y sofocar su agresividad. También tiene la irritante costumbre de hablar como una cotorra y tener arranques sentimentales.
Frente al moderno Toni, el mucho más huraño Emilio, un tipo que habla a voces y le suelta comentarios insolentes a sus hijos. Para colmo, el primero es catalán (León realiza un trabajo espléndido caricaturizando el acento sin ridiculizarlo) y el segundo, madrileño, aunque la película no se quiere meter en política. Mientras Laura sigue en coma, ambos hombres, distintos en todo, incluyendo también su posición económica, no tendrán más remedio que acabar entendiéndose y como dice la directora, que todo ”fluya”.
['La inocencia': Adiós a la infancia]
Pregunta. ¿Ha cambiado mucho el guión desde que lo leyó por primera vez hasta lo que vemos en pantalla?
Respuesta. Cuando me ofrecieron la película dije que sí pero puse como condición que me dejaran reescribir el guión con los guionistas. Ellos ya llevaban siete años con él y conocían muy bien a los personajes. Tiene la misma esencia pero creo que le di un punto de mayor profundidad, ternura y actualidad. Mi idea también era plantearlo como un western. Al principio tenía un punto más realista al estilo de los hermanos Farrelly o Will Ferrel pero yo quería crear un mundo aparte, nuevo. Jamás pensé que se nos iría tanto la olla.
P. ¿Por qué como un western?
R. El western tiene que ver con mi interpretación del guión. Vemos a estos dos hombres enfrentados y esas pequeñas cosas que van haciendo para deconstruir su masculinidad. Al principio juzgué a estos tíos, pero luego pensé que no debía juzgar e intentar ver las cosas buenas. En Emilio, por ejemplo, hay una masculinidad aprendida muy tóxica, pero ya en la primera noche conecta con el llanto. El western es el género macho por excelencia, uno tiene que ganar y salvar su “honor”. Aquí el honor está por los suelos. En vez de acabar a tiros con un ganador, al final se dan un abrazo. Hay un viaje a las emociones profundas, a aceptar la vulnerabilidad y reparar la familia.
"El western es el género macho por excelencia, uno tiene que ganar y salvar su 'honor'"
P. Toni es rico y Emilio pobre. ¿Marca la diferencia social?
R. Lo que me gusta de esta película es que lo principal es una trama de humor absurdo y disparatado. El contraste viene de que a su alrededor hay un montón de flecos que vamos abriendo y tocando. Hemos abierto tantas puertitas y no nos hemos quedado con ninguna especialmente. Laura es esposa y madre y necesita libertad, ahí surge el tema del género, hablamos también de las nuevas relaciones o la precariedad laboral. Vemos también que cuando cuidan y miman a su mujer, le baja el tumor. Lo que me gusta de haber hecho esta película es que se crea alrededor todo un tejido con las risas como conductor.
P. ¿Es Toni el bueno y Emilio el malo en este duelo?
R. Emilio está desconectado de sus emociones, tiene esa coraza. Hay una desconexión porque pone el ego por encima de todo. Yo he pasado por allí y no ves nada. El autoengaño es constante en estas situaciones, no te salen ni las lágrimas de lo desconectada que estás. Él tiene que entender que se haya ido con otro y a la vez lidiar con un tipo que le parece insoportable. Nos identificamos con él, aunque lo detestemos. Es un antipático pero también al final, ¿entre el gruñón y el “bienqueda”, con cuál te quedas? Quizá me quedo con Emilio en vez de aguantar a Toni.
P. ¿Toni representa ese hombre moderno que se esfuerza por no ser machista?
R. Es un tío que se ha trabajado mucho a sí mismo, el que dice “respiro y me centro”. La agresividad es algo que nos han enseñado como normal pero él a base mucho esfuerzo ha conseguido currarse la humildad. Es alguien que de no haberse aprendido a controlar le nacería otra reacción.
"Los guionistas son así, no respetan nada y se la suda todo"
P. Apenas explota el conflicto Madrid y Barcelona. ¿No quería meterse en política?
R. No quería entrar en eso. El acento catalán es un plus a la comedia. En ese personaje vemos esa cosa típica de la gente de clase alta que siempre quieren quedar bien con todos. Hay algo de la película La extraña pareja (Howard W. Koch, 1968), en la que Jack Lemmon y Walter Matthau también encarnan ese conflicto entre el rol masculino y el femenino. Veo mucho más eso que el conflicto político que no me interesa.
P. Hay muchos detalles políticamente incorrectos como los chistes sobre la mujer desfigurada o el niño adoptado que quieren devolver. ¿Quería ser canalla?
R. Yo soy de clase baja pero en esto me identifico más con Toni, no me gusta ofender. Los guionistas son así, no respetan nada y se la suda todo. A mí me daba terror y ese fue uno de los motivos por los cuales decidí apartarlo un poco de la realidad en un universo paralelo que no es realista. Sentía que así dolería menos. También me han llegado a decir que es una comedia muy blanca. Yo creo que se puede ser políticamente incorrecto y no ofender. Caer en el chiste fácil también significa que no te estás tomando en serio lo que haces. Eso de devolver al hijo, por cierto, también me lo decía mi madre.
P. También hay risas a costa de ese niño trans de siete años. ¿Cómo quería abordar este tema?
R. Queríamos tratarlo desde esa cotidianeidad y que no fuera el centro de la película. Es algo que podemos tomar sin tanta seriedad, eso hace que nos acerquemos desde otro lugar que creo que es interesante. Me gusta el momento en el que Toni dice que “solo te pide que le llamemos Luis y le corten el pelo, nada más”. No sabemos si dentro de tres años va a querer esto, es como... a ver. Para no meter la pata busqué a una persona trans que conoce a fondo el tema y me tutorizó. La idea que ha calado es que tienes que ser hombre o mujer, pero con ella descubrí que existe lo no binario, que no significa necesariamente cambiarse de sexo. Me gusta una frase de [David] Bowie cuando le preguntaron por qué llevaba zapatos de mujer y dijo: “Son solo unos zapatos”.
"Caer en el chiste fácil también significa que no te estás tomando en serio lo que haces"
P. ¿Cómo crea ese universo paralelo?
R. La combinación era de Wes Anderson con Twin Peaks, eso marcaba la estética. Luego está rodado como un western. A los productores les dije que la veía como Kill Bill de Tarantino y se quedaron flipando. Siempre insistía en que fuera atemporal. Me gusta que si es realista, el realismo sea extremo, al estilo Ken Loach, pero no una realidad estilizada. Me gusta sacar de la realidad lo que es más peculiar y que los chistes sucedan en un espacio que no pudieras identificar. Eso también nos ayudaba a meter todos los chistes que queramos. También hay mucho de los hermanos Coen.
P. Los dos machotes aprenden a tolerar. ¿Al final la vida nunca es como una esperaba y hay que llevarlo lo mejor posible?
R. Ojalá la gente vea una apología al fluir. Todo el proceso de levantar esta película ha sido eso: se te cae una cosa y te sale otra. Creo mucho en la idea de que hay que dejarse llevar con la confianza de que el universo ya sabe lo que está haciendo. Si miras atrás, hay cosas que parecían terribles y no lo han sido tanto. En la vida te vas a equivocar y no debes fustigarte por ello porque todos aprendemos a base de errores. Lo único seguro es que nos moriremos y hemos venido a jugar. Todo lo demás nos hace rígidos y le quita toda capacidad de sorpresa a la vida.