Con todo aquello de especulativo que tenga cualquier comentario sobre una selección de películas que aún no han visto la luz, la primera radiografía de la 76 edición del festival de Cannes (16-27 de mayo), aparte de haber añadido dos jornadas más a su exhausto calendario, es que sus películas a concurso corrigen en cierto modo las críticas del año pasado, cuya competición estuvo marcada por el exceso de cine francés (irrelevante) y el déficit de directoras. Por no hablar del Palmarés, que fue terrible.
En esta ocasión, ocho de las veintidós películas en la sección principal están dirigidas por mujeres, si bien una de ellas, la francesa Maïween, lo hace fuera de concurso inaugurando la cita con Jeanne du Barry, relato de alcobas monárquicas protagonizado por Johnny Depp, en la piel de Luis XV, y la propia directora como la última de sus amantes. Todo sea por la alfombra roja.
El resto de directoras seleccionadas serán los esperados regresos de la austriaca Jessica Hausner (rodando en inglés Club Zero) y de la italiana Alice Rohrwacher (rodando en francés Le pupille), ambas con relatos que acontecen en espacios académicos (una escuela de élite y un internado católico), así como los últimos trabajos de la tunecina Kaouther Ben Hania (Les Filles D’Olfa), Catherine Breillat (L’été dernier), Justine Triet (Anatomie d’une chute) y Catherine Corsini (Le Retour).
Moderada cuota francesa
Estas tres últimas se suman a la obligada y legítima cuota francesa, que incorpora a sus filas a Jean-Stéphane Sauvaire con Blackfiles para conformar una muy moderada, en todos los sentidos, participación gala. Aunque, todo sea dicho, sin contar las coproducciones, como es el caso de la ópera prima de la senegalesa Ramata-Toulaye Sy, el romance prohibido Banel & Adama, único de los debuts a concurso.
Obviamente no faltarán los grandes nombres del cine contemporáneo, prácticamente todos ellos viejos conocidos del festival, y alguno con Palma de Oro en su haber. El finés Aki Kaurismaki compite con Fallen Leaves, su nuevo trabajo después de cinco años de silencio, los mismos que lleva Wim Wenders sin entregar una película de ficción, que hará con Perfect Days, rodada en Japón acaso en busca de las esencias ozunianas que siempre ha admirado, en torno a un chófer aficionado al rock. El alemán, además, presenta en sesiones especiales otro trabajo, Anselm, un documental en 3D sobre un escultor.
Del país del sol naciente competirá un habitual, Hirokazu Kore-eda, que en Monster promete ahondar en su pulso dramático con una crónica de la desaparición de unos chavales en una población rural. Y al igual que el cineasta nipón con Un asunto de familia, también volverá en busca de una segunda Palma de Oro el turco Nuri Bilge Ceylan (About Dry Grasses), de nuevo sobrepasando las tres horas, esta vez en torno a una joven profesora rural que desea ser asignada a una escuela en Estambul, pero, como la mayoría de los personajes del autor de Sueño de invierno, se verá atrapada en su pueblo natal.
Entre Chinchón y Arizona
Los norteamericanos en liza por el gran laurel serán en esta ocasión Wes Anderson (Asteroid City) y Todd Haynes (May December), ambos prominentes estetas en la cúspide de su madurez creativa. El primero concursa con el wéstern alienígena que ha rodado con su amplia troupe habitual de actores entre Chinchón y el desierto de Arizona, y el segundo con un alarde de metaficción sobre la investigación de una actriz para interpretar un papel, a mayor gloria de Natalie Portman y Julianne Moore.
A su vez, el italiano Nanni Moretti (Il Sol dell’avvenire) también reflexiona sobre su propio oficio, como ya hiciera en Mia madre (2015), con la crónica política de un rodaje en los años cincuenta durante la invasión rusa de Hungría. Su compatriota Marco Bellocchio (Rapito), que nunca suele fallar con sus propuestas, narra en su nuevo drama histórico el secuestro de un niño judío por la Iglesia Católica en el siglo XIX.
No terminará aquí la difícil labor del jurado, presidido por el sueco Ruben Ostlünd un año después de recibir su segunda Palma de Oro. Ciertamente esperada es la cinta del británico Jonathan Glazer, de regreso nada menos que diez años después de su obra maestra Under the Skin (que hizo otros diez años después de la sublime Reencarnación). En su nuevo trabajo, La zona de interés, adapta la novela homónima de Martin Amis que vivisecciona con escalpelo la historia de amor y adulterio entre nazis en los espacios de la muerte de Auschwitz.
El también británico Ken Loach, que ya recogió el gran premio de Cannes, donde ha competido numerosas veces, lo intentará de nuevo con The Old Oak. El guion de Paul Laverty se centra esta vez en un el último pub de un pueblo del Norte de Inglaterra abandonado debido al cierre de las minas, de modo que la localidad se ha convertido en un destino de refugiados sirios.
Más allá de los trabajos procedentes del panteón de autores europeos, que no representan ningún riesgo para el statu quo artístico del certamen, Cannes apuesta en esta edición también por el vietnamita Trân Anh Hùng, autor de la El olor de la papaya verde (1993) y Tokio Blues (2010). Se trata en todo caso de una producción francesa de ambientación histórica protagonizada por Juliette Binoche y Benoît Magimel, La passion de Dodin Bouffant, en torno a la larga relación entre un cocinero y una gourmet.
Como único representante iberoamericano a competición, el brasileño Karim Aïnouz presenta su primer proyecto internacional, Fireband, donde Jude Law y Alicia Vikander dan vida al sexto y último matrimonio de Enrique VIII con la Reina Catalina Parr, que le sobreviviría para hacerse con la Corona británica. La clausura fuera de concurso correrá a cargo de Elemental, la última producción de Disney-Pixar.
Sobre el papel, hay algo de por sí sospechoso en que varios autores del olimpo de Cannes presenten película fuera de competición. Martin Scorsese (Killers of the Flower Moon), Robert Rodriguez (Hypnotic), Wang Bing (Man in Black), Takeshi Kitano (Kubi), Valerie Donzelli (L’amour et les forêts), Amat Escalante (Perdidos en la noche), Kleber Mendonça Filho (Retratos Fantasmas), Martin Provost (Bonnard, Pierre et Marthe), Lisandro Alonso (Eureka), Víctor Erice (Cerrar los ojos), Kim Jee-Woon (Cobweb), James Mangold (Indiana Jones y el dial del destino), Steve McQueen (Occupied City), Pedro Costa (As Filhas do Fogo), Pedro Almodóvar (Extraña forma de vida)...
En las botas de Indiana Jones
Bien es cierto que estos dos últimos lo hacen con sendos cortometrajes, que el megaproyecto de 200 millones de dólares de Scorsese se estrenará próximamente en una plataforma (y también en salas), que la última macarrada de Rodriguez encuentra su lugar idóneo en los lúdicos Midnight Screenings, o que Mangold se suma a la fiesta con un octogenario Harrison Ford calzando de nuevo las botas de Indiana Jones para convocar más entusiastas que cualquiera de los filmes a concurso. Pero la sospecha de que probablemente no sean sus mejores títulos sigue ahí para otros autores excluidos de la liza oficial. Y esto, ojalá nos equivoquemos, sirve también para Víctor Erice.
Con todo, esta circunstancia nos habla de un liderazgo festivalero que sigue generando asombro. Y defendiendo la proyección cinematográfica frente a los productos en streaming, porque, como sostiene su director Thierry Fréemaux, “la prioridad es defender el cine en salas porque si existe es gracias a ellas”, de modo que solo los títulos que se estrenarán en pantalla grande tienen cabida en la competición.
Ninguna otra cita cinematográfica en el mundo puede colocarse a la altura de un festival capaz de alinear semejante nómina de autores dispuestos a mostrar sus últimos trabajos sin opción a recompensa. El poder de La Croisette, que volverá a ser en las próximas semanas el centro neurálgico del cine de autor, sigue intacto.
De Pablo Berger a Elena Martín
El año pasado Rodrigo Soroyen inició la exitosa trayectoria de As bestas en las Special Scrennings de la sección oficial. Ahí encontramos este año otro filme español, Robot Dreams, lo que se antoja como un buen presagio para Pablo Berger.
El ecléctico director bilbaíno, que arrasó en los Goya con Blancanieves (2012), audaz y muda adaptación del cuento de los hermanos Grim arrimada al folclore español, ahora se lanza a la animación con un filme sin diálogos que adapta una novela gráfica de Sara Varon. La historia, ambientada en el Nueva York de los 80, sigue a un solitario perro que decide construirse un robot.
Bajo una nueva dirección artística, comandada por Paolo Moretti, la Quincena de Realizadores de Cannes acogerá un largometraje español en sus prestigiosas pantallas. Siguiendo la estela de Elena López Riera, que compitió el pasado año con El agua, el segundo largometraje de Elena Martín, Creatura, se medirá con varios pesos pesados.
La actriz y directora encontró el favor de la crítica con Júlia Ist, relato autobiográfico de su experiencia Erasmus en Berlín, que ella misma protagonizaba. En su segundo trabajo, coescrito junto a Clara Roquet (Libertad), que también protagoniza, aborda la represión sexual y el rechazo tras una ruptura.
El festival paralelo de la Quincena se inaugurará con El proceso Goldman, de Cédric Khan, crónica sobre el juicio a un revolucionario izquierdista asesinado en extrañas circunstancias, y lo clausurará otra entrega del infatigable surcoreano Hong Sang-soo, que bajo el título In Our Day expande su mirada naturalista a las relaciones sentimentales con el encuentro entre un hombre de más de 70 años (como él) y una joven en los cuarenta, como su musa y compañera Kim Min-hee.
Entre ambas, 18 títulos que incluyen la proyección de El valle de Abraham (1993) de Manoel de Oliveira, un gesto insólito en la Quincena, el de rescatar cine de archivo restaurado.