El 3 de junio de 2017, una veinteañera en vaqueros fue interceptada por dos agentes del FBI a la puerta de su casa en la ciudad estadounidense de Augusta. Se llamaba Reality Winner, un nombre peculiar, como de guiño premonitorio en la cuna, ya que traducido al castellano significa campeona de la realidad.
Al término de una exhaustiva conversación y del registro de su hogar, fue acusada de filtrar evidencias sobre las maniobras de Rusia para influir en el resultado de las elecciones presidenciales de 2016 al medio The Intercept, cuyo objetivo es que el periodismo "aporte transparencia y rendición de cuentas a poderosas instituciones gubernamentales y corporativas", y entre cuyos fundadores está la documentalista Laura Poitras.
La joven era una ex lingüista de las Fuerzas Aéreas que trabajaba para una empresa privada contratista de la Agencia de Seguridad Nacional. Su revelación le supuso la sentencia de cárcel más prolongada por desvelar de manera ilegal información oficial, 63 meses de encierro.
Aquel prolongado interrogatorio fue recogido por los federales en una transcripción que la directora de teatro Tina Satter subió a escena en 2019 en la obra Is This a Room, donde los actores reproducen el texto palabra por palabra. En una entrevista a El Cultural, Poitras, que se encuentra entre las espectadoras del montaje, lamentaba la suerte de Winner, "es obsceno que haya pasado cinco años en prisión. Es obsceno cómo este gobierno apunta a las personas equivocadas".
Aquel ejercicio escénico se ha convertido ahora en el debut de Satter como cineasta,
Reality, donde recurre a idéntico proceso verbatim, carraspeos, titubeos y silencios
incluidos. El testimonio real, bajo su dirección y en la persona de Sidney Sweeney, se vive como un thriller psicológico que ensalza la ética ciudadana. Filmin la estrena este viernes, 15 de septiembre.
Pregunta. En la rueda de prensa de la Berlinale, comentó que cuando leyó el interrogatorio sintió la necesidad de convertirla en una obra de teatro. Pero, empecemos por el principio, ¿cómo se le ocurrió leer una transcripción de archivos del FBI?
Respuesta. Tropecé con él. Cuando apareció la noticia en los medios no le presté casi atención. Si en aquel entonces me hubieras preguntado quién era Reality Winner, no hubiera sabido responderte. Pero en diciembre de ese mismo año, de manera azarosa, me crucé con un artículo sobre ella que incluía fotos. Hay una en la que sostiene una pistola rosa y otra en la que lleva una sudadera de Pikachu. Me dejaron descolocada. Así que me interesé por su perfil. Pensé que era una persona fascinante. El artículo tenía un enlace a la transcripción. Cuando la leí tuve una de esas epifanías artísticos: era como estar leyendo un thriller. Ellos le dicen hola, ella responde hola. Todo muy natural. Iba haciendo scroll y hablaban de gatos. Y cuando llega el momento en el que ella confiesa y les pregunta por qué esta información no puede ser pública me pareció increíble. Era como un monólogo. Soy guionista y no podría escribir algo así. El documento me resultó vívido, me pareció que tenía materia prima teatral e incluso cinematográfica. Pulsó una cuerda artística intangible.
P. La película no emite un juicio de valor sobre su filtración. ¿Qué piensa desde el punto de vista ético sobre su decisión?
R. Reality ya ha salido de la cárcel. Está en prisión provisional y su vida está sometida a ciertas restricciones. Tengo sentimientos encontrados sobre las filtraciones de documentos secretos. Pero he concluido que las democracias necesitan de alertadores. Este caso me ha hecho cuestionarme la necesidad de ciertas leyes y el vínculo entre la información y la salud de una democracia. Admiro lo que hizo.
P. ¿En qué medida le interesaba tratar, a través de Reality, los estereotipos y prejuicios relacionados con la feminidad?
R. Siempre me interesa dar el protagonismo a mujeres jóvenes y mostrarlas de formas que no son demasiado habituales. Y Reality era una chica estadounidense increíblemente complicada en un momento preciso de nuestra contemporaneidad. Para mí fue muy inspirador leer cómo se enfrentaba cara a cara con los agentes del FBI y podía hablar exactamente la misma jerga. Los mantuvo en alerta. Nunca había visto antes algo así. Cuando se publicó en medios, su perfil despertó todavía más confusión: Reality era monitora de yoga, pero tenía un arma automática, vestía una sudadera de Pikachu y hablaba de manera fluida Árabe, farsi, pashto y dari.
P. Vivimos en un mundo absolutamente polarizado y en el caso de Estados Unidos, la divisón es todavía más extrema. Aunque tanto su obra de teatro como su largometrajee no asumen una postura política, lo son profundamente. ¿Resulta arriesgado rodar películas como Reality hoy en día?
R. No. Es un documento administrativo del FBI que ha sido mecanografiado.
P. Han pasado cinco años desde aquello. Esta historia es muy representativa de la tensión durante la administración anterior. ¿Qué significó entonces y qué nos revela en el presente?
R. La gente ha venido siendo procesada bajo la Ley de Espionaje antes de que lo fuera Reality. Ella es considerada como la denunciante insignia de la era Trump, pero también los hubo en la época de Obama. Winner forma parte de este linaje continuado de personas que sienten la necesidad de denunciar irregularidades a gran escala, porque piensan que el público estadounidense debe saber. Y luego hay un sistema que intenta mantener la situación bajo control. Su historia está ahora de actualidad porque diariamente hay noticias en la NPR (radio pública de Estados Unidos) sobre documentos de información clasificada o porque tras haber pasado por prisión, Reality está profundamente interesada en la reforma penitenciaria, que también es un debate abierto en mi país. Hay tantas cosas que van más allá del año en que sucedieron los hechos o incluso de la presidencia, que su caso continúa siendo extrañamente relevante para la política y las conversaciones sociales más amplias. No obstante, en mi película todo se circunscribe a la vida personal de esta joven. Así que para nosotros siempre ha existido una yuxtaposición loca entre lo individual y lo colectivo.
P. También es llamativo el hecho de que sienta que necesita tener tres armas en casa.
R. Es un tema cultural. Ella es de Texas, sirvió en las Fuerzas Aéreas. Potencialmente puedes tener ideas políticas progresistas, pero en Estados Unidos, todo el mundo tiene relación con las armas. Así que ese dato no implica que mi país sea tan peligroso que una mujer joven necesite una pistola en casa, sino que es una historia mucho más complicada. Un aspecto más de los muchos que convierten a Reality en ese compendio increíble sobre una persona joven en el Estados Unidos actual.