¿Ha llegado el cine underground a un punto de agotamiento de sus propias fórmulas? ¿Será el mainstream su salvación? Ion de Sosa (San Sebastián, 1981) cree que sí y Mamántula es el inicio de una nueva etapa en la filmografía de uno de los cineastas más personales y vanguardistas del cine patrio.
Junto a Burnin’ Percebes (El fantástico caso del Golem), Velasco Broca (Alegrías riojanas), Chema García Ibarra (Espíritu sagrado) o Luis López Carrasco (El año del descubrimiento), con los que ha colaborado en calidad de productor o director de fotografía ("la vida nos junta y separa de manera caprichosa"), De Sosa forma parte de una generación de renovadores y cineastas experimentales que no siempre logra llegar a un público, ya que en muchas partes de España no hay demasiadas opciones a la hora de escoger qué película ver en el cine.
Su nueva etapa comienza con Mamántula y trata sobre un asesino en serie que tiene aterrorizada a una ciudad (Berlín, aunque hablan en castellano) con sus ataques a homosexuales en lugares de cruising después de, literalmente, hacerles una felación. Una mezcla entre “mamador” y “tarántula”, ya que el misterioso asesino los mata con una sobredosis de veneno arácnido.
Podría parecer una nueva película “difícil” del autor de títulos como True Love (2011) o Sueñan los androides (2014) pero él mismo explica en San Sebastián, donde ha realizado el estreno mundial, que supone precisamente un nuevo rumbo hacia un cine más accesible.
“No es en absoluto experimental, parto de una fórmula establecida que podría responder a la estructura de Expediente X o Se ha escrito un crimen, series con capítulos autoconclusivos donde hay un crimen por resolver y dos detectives que lo investigan", asegura De Sosa. La voluntad de ser arriesgado surge en este caso más en la forma de retratar ópticas al estar tan cerca de los personajes. Pero la estructura narrativa es ultracomprensible”.
Jugando con la escala, el director nos propone un “mundo al revés” en el que el villano, una araña extraterrestre que toma forma humana, parece “majo y simpático” mientras nosotros, los humanos, somos los monstruosos. “Una de las tesis se ilustra con esos primeros planos que nos hacen ver una araña más amable, mientras que cuando te acercas a las personas se ven poros de la piel, la organicidad humana se compone y se descompone y nos da ese aire monstruoso", explica el director. "Empezamos la película con un pequeño jardín, filmamos con lentes de aproximación finas hebras de hierba como si fueran arboles. Quería que 40 cm de césped parecieran un bosque. Esa confusión con las escalas lo cambia todo”.
Como en Sueñan los androides, aparecen los extraterrestres. “Le di carta blanca al artista que hace el mundo de las arañas para que creara una realidad en la que fueran civilizadas", asegura De Sosa. "Las retrata desde el buen rollo, un sitio que me ha encantado. Hay pequeñas alusiones, fálicas o sexuales, pero son arañas civilizadas, organizadas, con acceso a tecnología y que pueden viajar hasta el planeta tierra”.
En estos tiempos, tampoco cree que la ciencia ficción se haya alejado mucho del realismo: “El otro día leía titulares de que el mundo se va a acabar o que los millonarios se construyen búnkeres en Nueva Zelanda, o el miedo a que pueda haber guerra nuclear entre Ucrania y Rusia. La ciencia ficción es la respuesta a estímulos muy concretos. El otro día un señor del ejército de Estados Unidos dijo que hay extraterrestres. Es un género que no está tan lejos del realismo”.
Con esa “mamántula” que asesina en lugares de encuentro sexual entre gais, como saunas o parques, nos acercamos también al universo de A la caza, el clásico de William Friedkin de 1980. “Fue muy controvertida, pero formalmente es buenísima", asegura el cineasta. "Hay cosas que hemos copiado, como vestir a nuestra Mamántula un poco leather, Terminator 2 decía yo. Va vestido con su chupa negra, camiseta blanca, ese look de tipo duro, aunque luego en cómo se mueve ya ves que es amable y seductor. Esos contrapicados en la escalera son de esa película y la atmósfera también nos la ha inspirado las fotografías de Nan Goldin, como la serie The Ballad of Sexual Depenency”.
[Isabel Coixet presenta 'Un amor' en San Sebastián: "A Sara Mesa le ha gustado, ha sido un alivio”]
Ese asesino que mata mientras tiene sexo nos lleva, claro, a todo tipo de metáforas sobre la propia seducción. “Ahí está la cosa de la perdurabilidad y el vampirismo, la idea de vampirizar al otro para ser más longevo, con unos huevos que perpetúan", explica De Sosa. "La idea es perpetuarse de alguna manera a través de la vida de los otros. Mamántula es un explorador, un pionero en un planeta nuevo que conquistar. Se cuenta de una manera muy velada, pero eso está allí. Me inspira la película Under the Skin de Jonathan Glazer, ese extraterrestre que empieza consumiendo pero luego tiene empatía. Resulta que les caemos bien. Nuestra esperanza es ser majos. Saber que hay depredadores allí pero debemos caerles bien”.
Con una película más canónica basada en una clásica historia de investigación criminal, el cineasta no renuncia a sí mismo, pero cambia de tercio: “El cine underground necesita una revitalización. Empecé con True Love, un diario filmado, y luego rodé Sueñan los androides, también muy personal. Ahora que tengo más edad estoy dando un giro a ser un poco menos “autor”, fijarme menos en mí mismo".
"Mamántula es un acercamiento a querer gustar al público y usar fórmulas que puede entender", comenta De Sosa. "Quiero reentender el género y llevar a gente a las salas de cine. Me gustaría hacer películas que fueran memorables y no elitistas para mí mismo o un grupo de gente. Estoy un poco agotado de películas autocomplacientes que solo buscan gustar a pocos. Tampoco quiero ser un básico, hay una escala de grises. Me ha gustado lo nuevo de Glazer (The Zone of Interest) o Kaurismaki (Fallen Leaves). Quiero generar películas que trasciendan en la gente y se queden en su memoria”.
La dificultad, cuenta Sosa, también productor, no es tanto la financiación como llegar a la audiencia: “Ahí están las vías. Si tienes el apoyo del ICAA, algún gobierno autonómico y entra alguna cadena… No es tan difícil, aunque se puede hacer largo. Lo que seguro no te forras y trabajas mucho. Luego es complicado estar semanas en las salas, aunque luego salen éxitos como Alcarràs o Cinco lobitos y eso es muy bonito. Es mucho más complicado la exhibición. Lo vemos con el Golem de Burnin' Percebes, que ha estado poco tiempo en los cines. Se les tendrían que dar oportunidades a estas películas”.