Martin Scorsese cumple el 17 de noviembre 81 años, pero no ceja en su empeño de mostrarnos el lado oscuro de la historia de Estados Unidos, una historia marcada por el crimen y la violencia. Es lo que se desata en Los asesinos de la luna, su nuevo filme, escrito por él mismo junto a Eric Roth a partir de un best-seller de David Grann.
En el filme, protagonizado por Leonardo DiCaprio y Robert DeNiro, viajamos a Oklahoma en la década de 1920 para descubrir los asesinatos de varios miembros de la nación indígena Osage, la tribu de nativos americanos del Medio Oeste que se enriqueció tras el descubrimiento de inmensos yacimientos de petróleo en sus tierras. En un momento dado, esta comunidad era la más rica del planeta en renta per cápita, como ilustra el prólogo del filme.
En el centro del relato se sitúa Ernest Burkhart (DiCaprio), un veterano de la Primera Guerra Mundial que visita a su tío, William Hale (De Niro), un poderoso ranchero, en busca de un futuro. Hale le anima a que se acerque a Mollie Kyle (Lily Gladstone), una joven Osage de una familia acaudalada, con la que acabará contrayendo matrimonio, pero todo forma parte de un plan para expoliar a los Osage.
“Cuando leí el libro me sentí muy involucrado con todo lo que le ocurre a los indígenas, a los nativos americanos", explica Martin Scorsese en una rueda de prensa virtual para la prensa internacional. "Digamos que no fui consciente de la situación de este pueblo hasta los años 70 y he tardado mucho más en entender cómo se puede lidiar de manera respetuosa con esa cultura en el cine para ser veraz, para que haya autenticidad y dignidad. Dicho esto, cuando leí la novela, pensé que nos daba la clave para hacerlo a través de los Osage y sus rituales, su espiritualidad… La gente suele hablar al respecto de realismo místico, pero es real. Quería jugar con ese mundo en contraste con el de los europeos blancos”.
El libro de David Grann tiene por subtítulo 'El nacimiento del FBI', pero Scorsese decidió que había que poner el foco del filme en otra parte, siendo el papel de los federales muy reducido en la historia. "La clave para la adaptación la encontramos cuando visitamos las primeras veces a los Osage en Oklahoma", recuerda el director. "Tenía que explicarles de la manera más sincera posible lo que quería hacer. Les dije que no quería caer en clichés como los indios borrachos y ese tipo de cosas. Pero lo que no entendía era que realmente es una historia en construcción todavía. Hay cosas que no se han hablado de una generación a otra. Y la gente involucrada en lo que ocurre en la película todavía está ahí, los descendientes, las familias…".
"Nos acompañaba una descendiente del personaje de Leo que señaló que los hombres blancos eran buenos amigos de los Osage, especialmente Bill Hale", continúa Scorsese. "Henry Brown, un nativo, era su mejor amigo, y él lo mató. Pero ellos no podían pensar que hiciera ese tipo de cosas. ¿Qué nos dice esto de nosotros como seres humanos? ¿Cómo podemos estar tan compartimentados? En cualquier caso, hay que pensar que Ernest quería a Molly, y Molly quería a Ernest. Es una historia de amor, y el guion cambió en ese sentido".
Ahí fue cuando Leonardo DiCaprio decidió interpretar a Ernest en vez de al agente del FBI Tom White, al que da vida finalmente Jesse Plemons. "Al final, es una historia de complicidad silenciosa, de pecar por omisión. Eso nos dio la oportunidad de abrir el foco e ir de dentro hacia afuera", asegura el director de Taxi Driver.
Un paisaje bello y siniestro
Scorsese nació en Nueva York y siempre se ha considerado un ser eminentemente urbano. Quizá por ello, quedó deslumbrado por el paisaje de Oklahoma, que otorga una singular belleza al filme. "Solo puedo decir que esas praderas te abren la mente y el corazón", asegura el director. "Son simplemente preciosas. Conducir por esas carreteras infinitas y rectas, con caballos salvajes y bisontes a ambos lados… Es idílico".
Pero varias preguntas se agolpaban en su cabeza: ¿dónde poner la cámara? ¿Cuánto cielo y cuánta pradera enseñar? ¿En qué formato? "Empecé a darme cuenta de que la tierra puede ser también siniestra", continua Scorsese."En un sitio en el que no ves a nadie en kilómetros puedes hacer cualquier cosa. No hace falta ley, o puede hacer que funcione en tu beneficio si eres lo suficientemente listo. Sigue siendo un territorio salvaje".
Además de encontrar la manera adecuada de capturar el paisaje, tuvo que lidiar con otra obsesión: la búsqueda de la precisión histórica. "Teníamos el apoyo de la autoridad Osage y a varios expertos que nos daban indicaciones de cómo hacer las cosas, de cómo rodar un ritual, una boda o un funeral. Pero, en algunos casos, había margen de maniobra", recuerda. "Las dos últimas generaciones de Osage han ido olvidando algunas de sus raíces, han sido apartados de sus experiencias ancestrales, porque tenían que ser como europeos blancos, convertirse al cristianismo o al catolicismo o lo que fuese. Y han ido olvidando. De hecho, se ha producido un resurgimiento del estudio de su lengua. Lily, Leo y De Niro tenían profesores. De Niro, de hecho, se enamoró y quería hacer más escenas en Osage, le encanta como suena. Digamos que los Osage fueron recordando de nuevo su cultura y la pusieron en la película y nosotros íbamos con ellos".
El gran descubrimiento
Aunque el personaje de DiCaprio se sitúa en el centro, su amoralidad provoca que el espectador se ponga del lado de Lily Gladstone, que realiza una interpretación memorable como joven y atormentada madre Osage. "Vi por primera vez a Lily en Certain Woman (Kelly Reichardt, 2016) y me encantó", explica Scorsese. "Por culpa del Covid, hablamos por primera vez a través de zoom y me quedé impresionado por su presencia e inteligencia. Hay una emoción en su rostro que puedes sentir, ves como funciona algo detrás de sus ojos. Nos parecía que eso podía resonar en el espectador incluso después de ver la película. Teníamos la sensación de que la necesitábamos para contar la historia y, de hecho, estábamos constantemente trabajando y reescribiendo con ella el guion".
El director vuelve a rodar con los dos actores que han marcado su filmografía. Para ambos tiene grandes elogios. "Robert De Niro es la única persona que sabe de dónde vengo, nos conocemos desde que éramos adolescentes. Los 70 fueron para nosotros un campo de pruebas en el que experimentamos con todo y descubrimos que podíamos confiar el uno en el otro. Al final todo gira en torno a la confianza y al amor, eso es lo importante. Si un actor tiene mucho poder, puede hacer que el estudio se enfade contigo y te quite la película, pero con él nunca he sentido eso. Siempre ha habido libertad para experimentar. No le tiene miedo a nada, simplemente actúa".
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Una relación diferente a la que mantiene con DiCaprio: "Con Leo la relación se fue forjando poco a poco. Trabajamos por primera vez en Gangs of New York. De hecho, hicimos esa película gracias a él porque amaba otros filmes que yo había hecho y quería experimentar ese mismo territorio. A pesar de los 30 años de diferencia, tenemos una sensibilidad parecida. Puede llegar un día y recomendarme un disco de Elle Fitzgerald o Cuentos de Tokio de Ozu. No es que me descubra nada nuevo, pero sé que le gusta y me resulta interesante que esté abierto a otras personas y culturas. Hay una confianza que no ha surgido rápidamente, sino que la hemos trabajado".
Y, para acabar, nos da ofrece un secreto de cómo ha forjado su estilo legendario. "He aprendido, no de manera intencionada, que para hacer una película hay que encontrar encontrar el ritmo, como si fuese música".