Laura Ferrés (Barcelona, 1989) consiguió un gran éxito con Los desheredados (2017), en donde retrataba a su padre enfrentándose al cierre del negocio familiar: recibió el premio al mejor cortometraje en la Semana de la Crítica de Cannes y en los Goya, y llegó a estrenarse en cines de manera autónoma. Con su primer largo, La imatge permanent, acaba de ganar la Espiga de Oro de la Seminci. Se trata de un filme inclasificable, en el que seguimos a dos mujeres: una adolescente de un pueblo de Andalucía que desaparece en la posguerra tras dar a luz a un bebé y una directora de casting que busca 50 años después a gente “real” para una campaña electoral.
Pregunta. ¿Es difícil hacer un filme tan a la contra?
Respuesta. Encontré mucha incomprensión. La justificación del jurado de Seminci para otorgarnos el premio era que, en un momento en el que muchas películas parecen reducirse a su mensaje, La imatge permanent intenta arriesgar en la forma. Eso no quiere decir que sea completamente experimental, porque tiene personajes, trama y temas a los que el espectador puede agarrarse.
P. ¿Cuál es su origen?
R. Si en Los desheredados retraté a mi padre, me apetecía hacer algo parecido con mi familia materna. La imatge permanent intenta ser un retrato de mis abuelos, que eran de la provincia de Córdoba y se vinieron a Cataluña en la posguerra. La película es una ficción, pero sí hay elementos reales. Por ejemplo, las coplas y las canciones republicanas que cantaba mi abuela. Cuando enfermó de Alzheimer, la grabamos cantando, para no perder ese saber popular, y al final han acabado en mi película.
P. ¿Qué otros temas quería abordar?
R. El mundo del trabajo o de la publicidad, la diferencia entre clases sociales, la construcción de las imágenes, los desaparecidos… La película habla sobre el paso del tiempo y gira en torno a la idea del eterno retorno, de la condena a que los acontecimientos se sucedan de forma cíclica.
P. La forma es arriesgada…
R. Las ideas sobre la imagen y el tiempo solo se pueden expresar a través de la forma. Por eso, el filme está rodado con planos fijos que se dilatan. Intenté que las escenas consistieran en un único plano, como si fueran recuerdos.
Jugar al despiste
P. ¿Quería retorcer las expectativas del espectador?
R. Me parecía divertido frustrarlas en ciertos momentos. La película empieza con una serie de personajes en un lugar determinado, y el espectador piensa que eso es el filme. Pero después parece que comienza otra película. Al final es un juego, funciona como una adivinanza.
P. ¿Cuál es el sentido de ese humor absurdo que se apropia del filme?
R. Si no hay humor, en realidad no tienes una película seria. Para mí estar vivo es una cosa absurda, por eso el humor aparece de manera natural en mis obras. En el cine de autor no es que el humor abunde y creo que hay que romper ese prejuicio.
P. ¿Qué filmes le inspiran?
R. Soy muy cinéfila. Empecé a ver cine clásico con mi madre, pero a mi padre le gustaban cosas como El bar Coyote. Con mis abuelas veía telenovelas, y eso también está en La imatge permanent, que tiene algo de melodrama, habla del deseo prohibido. Ya por mi cuenta descubrí el cine experimental, la no ficción… Cuando tienes estos referentes imagino que haces una película como esta.
P. ¿Y de otras disciplinas?
R. Hubo varias obras literarias con una estructura no lineal que me influyeron, como Los detectives salvajes de Roberto Bolaño. También la obra de teatro Top Girls de Caryll Churchill, los ensayos de David Foster Wallace o, incluso, la canción A Day in the Life, de Los Beatles. Es un tema que empieza de una manera y después parece que se autodestruye para empezar otra canción. Y creo que eso es también La imatge permanent.