Todo sobre mi madre (1999), de Pedro Almodóvar
Todo sobre mi madre supuso el espaldarazo definitivo para Pedro Almodóvar (Calzada de Calatrava, 1949): Oscar y Globo de Oro a la mejor película extranjera, siete premios Goya, mejor director en Cannes y el aplauso unánime de crítica y público.
Una historia de sororidad femenina, de mujeres que miran la vida con optimismo y resistencia, en perfecto equilibrio entre la comedia y el drama. El manchego rodaba en Barcelona y lograba, como siempre, fantásticos trabajos de sus actrices, en especial Penélope Cruz y Antonia San Juan.
El filme, además, conecta su etapa más libre –¿Qué he hecho yo... (1984) o La ley del deseo (1987)– con la más melodramática de después: Hable con ella (2002), Volver (2006) o Dolor y gloria (2019).
Los lunes al sol (2002), de Fernando León de Aranoa
Con Los lunes al sol, Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) nos narra la historia de un grupo de desempleados, pero no hay lucha obrera. Nos pone frente al paisaje que queda tras la batalla, con los personajes condenados a vivir una suerte de simulacros, como les ocurría a los de Familia (1996) o Barrio (1998).
El trabajo de Javier Bardem elevaba un filme que triunfó en San Sebastián y los Goya, y que tendría una suerte de continuación espiritual 20 años más tarde en El buen patrón (2021). Siempre preocupado por las cuestiones sociales, el director abordó después la prostitución –Princesas (2005)–, la dependencia –Amador (2010)– o la cooperación internacional –Un día perfecto (2015).
Te doy mis ojos (2003), de Icíar Bollaín
No es fácil tratar un tema tan escabroso como la violencia de género sin caer en el sensacionalismo, pero Icíar Bollaín (Madrid, 1967) lo lograba en Te doy mis ojos, filme que se llevó los premios importantes en los Goya y por el que sus intérpretes fueron premiados en San Sebastián: Luis Tosar, que da vida a un vendedor con un terrible complejo de inferioridad, y Laia Marull, una mujer arrinconada y maltratada que decide huir de su infierno doméstico.
Impresiona la verdad que desprenden los personajes y la contención con la que la directora desarrolla la historia. Junto a Flores de otro mundo (1999), También la lluvia (2010), y Maixabel (2021), lo mejor de una carrera siempre atenta a reflexionar sobre la sociedad y la condición humana.
La vida secreta de las palabras (2005), de Isabel Coixet
Procedente de la publicidad, Isabel Coixet (Barcelona, 1960), tras filmes como Cosas que nunca te dije (1996) o A los que aman (1998), apuntalaba su carrera a nivel internacional con dos conmovedoras películas, rodadas en inglés y protagonizadas por Sarah Polley: Mi vida sin mí (2003) y La vida secreta de las palabras (2005).
Esta última, que conquistó los Goya a mejor película, director y guion original, aborda la relación entre una cuidadora solitaria y enigmática en fuga de su pasado y un hombre (Tim Robbins) que se ha quedado ciego en una plataforma petrolífera. Personajes fuera de sitio, una constante en filmes posteriores como Nadie quiere la noche (2016), La librería (2017) o la reciente Un amor (2023).
La soledad (2007), de Jaime Rosales
La soledad es la propuesta más radical que ha ganado el Goya a la mejor película. Jaime Rosales (Barcelona, 1970), tras Las horas del día (2003), bressoniano retrato de un asesino en serie, utiliza con gran poder expresivo el recurso de la polivisión (consiste en partir la pantalla una o más veces).
La soledad afecta a todos los personajes: desde Adela (Sonia Almarcha), madre soltera que será víctima del terrorismo, a Antonia (Petra Martínez), viuda con tres hijas que se enfrenta a su propia vejez.
Rosales llevaría más lejos su estilo experimental en Tiro en la cabeza (2008) y Sueño y silencio (2012), pero desde Hermosa juventud (2014) empezaría a buscar un equilibrio entre “arte e industria”. Petra (2018) y Girasoles silvestres (2022) lo atestiguan.
Magical Girl (2014), de Carlos Vermut
Tras sorprender en 2011 con Diamond Flash, filme underground que desafiaba los convencionalismos industriales y narrativos, Carlos Vermut (Madrid, 1980) levantaba la Concha de Oro de San Sebastián con Magical Girl (2014), su segunda película.
La historia sigue los desvelos de un padre (Luis Bermejo) por conseguir dinero para comprarle un vestido a su hija enferma de leucemia. En su camino, se cruza con una atractiva mujer de carácter autodestructivo (Bárbara Lennie, Goya a la mejor actriz).
En este filme, y en los posteriores Quién te cantará (2018) y Mantícora (2022), el director se encarga de sacar a la luz los deseos más inconfesables de unos personajes torturados, con un estilo siempre imaginativo y profundo.
La muerte de Luis XIV (2016), de Albert Serra
El siempre polémico Albert Serra (Banyoles, 1975) fue ovacionado en Cannes con La muerte de Luis XIV (2016), en donde Jean-Pierre Léaud, actor fetiche de Truffaut, interpreta al Rey Sol en sus últimos días.
Una obra con un lúcido radicalismo en la que vemos como un cuerpo y una conciencia se erosionan sin aspavientos, como el tiempo se marcha. La muerte en acción, cine en estado puro. Antes, había subvertido los mitos culturales de El Quijote –Honor de cavalleria (2006)– o Drácula y Casanova –Historia de mi muerte (2013), Leopardo de Oro de Locarno–.
Posteriormente ha consolidado su relación con Cannes: Liberté (2019), Premio del Jurado Un certain regard, y Pacifiction (2022), que compitió en sección oficial.
Entre dos aguas (2018), de Isaki Lacuesta
Concha de Oro de San Sebastián, Entre dos aguas (2018) hacía realidad los augurios de esa adolescencia quebrada que vimos en La leyenda del tiempo (2006).
Los dos filmes de Isaki Lacuesta (Girona, 1975), con los mismos protagonistas, ahondan en la brecha entre el documental y la ficción: partiendo de la realidad, crea la ilusión de una vida pura, sin artificios. Un reflejo palpitante de una de tantas crisis nuestras, en la que todo resulta natural.
El punto álgido de una filmografía rebelde y diversa, que cuenta con otro triunfo en San Sebastián –Los pasos dobles (2011)– y que ha probado la comedia negra –Murieron por encima de sus posibilidades (2014)–, el thriller –La próxima piel (2016)–, o el drama –Un año, una noche (2022)–.
La virgen de agosto (2019), de Jonás Trueba
La virgen de agosto es un cuento de verano tierno, íntimo, filosófico y algo místico. Seguimos los pasos de Eva (fantástica Itsaso Arana, también guionista), una treintañera que decide quedarse en Madrid en agosto para tratar de encontrarse a sí misma mientras se celebran las verbenas veraniegas.
Jonás Trueba (Madrid, 1981) continuaba aquí indagando en las tribulaciones amorosas y existenciales de su generación, siempre con encanto y audacia, como en Los ilusos (2013), Los exiliados románticos (2015), La reconquista (2016), o en la posterior Teneis que venir a verla (2022).
Una trayectoria que cuenta, además, con otra obra cumbre: el documental Quien lo impide (2021), un inigualable e intenso retrato de la juventud de nuestro tiempo.
Alcarràs (2022), de Carla Simón
Ganadora del Oso de Oro de la Berlinale, galardón que se le resistía al cine español desde hace casi 40 años, Alcarràs es una película humilde y genuina, la mejor representante de un realismo de corte sensible que se ha impuesto en el panorama de cine de autor español.
Carla Simón (Barcelona, 1986), precoz Premio Nacional de Cine en 2023, tira de su propia biografía, como ya hiciera en Verano 1993 (2017), para narrar la última recogida del melocotón del clan Solé, antes de que la tierra que llevan décadas cultivando les sea arrebatada para poner placas solares.
Además de la verdad que desprenden las interpretaciones de los actores no profesionales, el filme destaca por la sensibilidad con la que trata los conflictos dramáticos.